Los “bautismos”, esos rituales de iniciación que deben pasar los más jóvenes para pasar a formar parte de un grupo, son un clásico de las pretemporadas. Y aunque se trata de una tradición que parece estar todavía lejos de ser erradicada por completo, hay una consciencia cada vez mayor sobre la violencia que encierran. El tema volvió a estar en foco tras la entrevista que el experimentado delantero de Estudiantes Mauro Boselli concedió a TyC Sports, en la que se pronunció en contra de estas prácticas y aseguró que, en su papel de referente, no permitirá que se realicen mientras él esté en el club.
A pesar de que muchas instituciones se han dedicado seriamente a trabajar en el tema de la violencia, en muchas otras se siguen perpetuando “bautismos” en baños, salas comunes y comedores, que resultan lesivos o cuando menos humillantes y que se justifican bajo la idea de que el sufrimiento es necesario para formar parte del grupo. Se trata de un derecho de piso tan costoso como abusivo, que si no se paga conlleva en muchas ocasiones la segregación o consecuencias aún más perniciosas.
No es común que los deportistas hablen de estas prácticas, teniendo en cuenta que sus declaraciones pueden ser tomadas como un acto de traición por parte de esos grupos herméticos que funcionan con dinámicas ritualistas. Boselli, de 37 años y con más de 600 partidos como profesional, manifestó: “no queremos hacer sentir mal a un chico que está haciendo su primera pretemporada y le gusta tener el pelo largo. Hace poquito charlamos sobre eso con Mariano (Andújar, arquero de 39 años y capitán del equipo), no tiene sentido ridiculizarlos”.
Los jugadores más experimentados de cada club tienen la autoridad y la voz de mando para hacer que estas prácticas persistan en el tiempo o sean erradicadas. En ese sentido, hay una nueva línea de pensamiento que choca contra estas tradiciones. En un video que se volvió viral tras el inicio del juicio a los asesinos de Fernando Báez Sosa, Agustín Pichot también se refirió a los rituales como iniciación como una expresión de violencia naturalizada que debería combatirse. “Se naturalizaron muchas cosas que están mal, que te caguen a trompadas o que te muerdan hasta que no te puedas sentar. A mí me cortaron todo el pelo, eso no tiene nada de gracia”, condenó el ex capitán de Los Pumas.
La idea de transitar escenarios de incomodidad que forjen una personalidad preparada para las adversidades del deporte profesional alcanzó altos niveles de abuso y de humillación. Muestra de eso fue lo que ocurrió con Matías Pérez García y Brahian Alemán, jugadores de Gimnasia de La Plata suspendido y denunciados por excesos en un “bautismo”, en el que habrían golpeado a juveniles. El voleibolista Facundo Imhoff, por su parte, contó que en su iniciación se negó a ser abusado sexualmente con una pila de control remoto, y que eso generó represalias y malos tratos durante la temporada.
El hostigamiento y la humillación no solo pasan por abusos sexuales, golpes o maltratos físicos, sino también cualquier avasallamiento de la voluntad de los juveniles, a quienes se les pide aceptar su destino y entregarse a la decisión de los más grandes. En la actitud y la decisión de ellos, pilares de los grupos, radica la importancia de detener y de condenar estas prácticas. (Producción periodística: Joaquín Espeche).