Matías Bauso: “Cuando el destino lo llamó, Strassera dio en la talla”

Acaba de publicar El fiscal (Ariel), libro en el que realiza un perfil de Julio César Strassera, el emblemático fiscal del Juicio a las Juntas militares de la última dictadura.

22 Enero 2023

“Nosotros conocemos a Strassera porque es una figura pública y porque tuvo un gran momento de relance en su momento, pero a mí lo que me interesa es todo el factor humano en eso, sobre todo porque para entender cómo hizo lo que hizo hay que entender quién es esa persona”, introduce Matías Bauso en la charla con LA GACETA Literaria.

-En el libro aparecen los tironeos que sufre la figura de Strassera y cómo queda en el medio de la grieta a partir de sus actitudes, acciones y dichos.

-Eso fue casi lo primero que me interesó del personaje. El libro tiene cinco grandes temas: Strassera; el juicio; la época -porque para entender al fiscal al juicio hay que entender las tensiones que estaban en juego-; cómo se cuenta una vida y los problemas que se enfrenta quién cuenta una vida; y el estado de la discusión pública actual. Porque parece que todo está atravesado por la grieta sin importar lo que hiciste antes. En el caso de Strassera no importa si hiciste toda la vida lo mismo, porque el tipo -al menos desde que salió a la luz pública en el año ’84 hasta que se murió en el 2015- siempre hizo lo mismo, defendió los mismos valores y estuvo en contra de las mismas cosas, pero cambia la mirada dependiendo de la adscripción política que tiene quien lo juzga. Lo importante de la discusión pública es de qué lado de la grieta te parás, entonces todo lo que se hizo antes no vale o se olvida para bien y para mal. Lo que es muy impresionante es que las críticas que recibía Strassera desde la extrema derecha, hoy –no exactamente desde el otro punto de las antípodas del arco ideológico pero bastante cerca- utilizan exactamente los mismos argumentos para desvalorizar su trabajo.

-Esos cuestionamientos o esas apreciaciones valorativas también las sufrió la película 1985.

-La película es impresionante porque va cambiando su lectura pública. El grave problema de 1985 para aquellos que la criticaban era que no decía lo que ellos querían que dijera. La película está bien investigada, tiene las elipsis y licencias propias del cine, pero el mayor pecado de la película es que al ser un producto industrial para un público amplio y plataformas y que sabe a qué sociedad la está lanzando lo que quiere es no malquistarse con nadie, no quiere que nadie quede excluido antes de ver la película.

-En el libro El fiscal se hace hincapié en la importancia de la figura de Raúl Alfonsín y de la Conadep, algo que no sucede en la película.

-Son los dos elementos claves para que el juicio se lleve a cabo y para que surja Strassera, que tiene todas sus virtudes personales porque es muy difícil el desafío. Pero para que pueda ocurrir el juicio necesitamos esas dos condiciones: la decisión política de Alfonsín, un tipo con poder que se asesora con gente mejor que él en estos temas y después -más allá de tomar la gran decisión de juzgarlos- enfrenta un montón de problemas prácticos que había que resolver, que requerían decisiones políticas, el dictado de decretos, medidas que había que bancar. Y había cosas que no salían como lo habían pensado y tenían que recalcularlas. Para que eso ocurriera tenía que haber un liderazgo político y decisión política; y Alfonsín los tuvo. Él creía que para la democracia era necesario juzgar los crímenes del Proceso. Y la Conadep es lo que posibilitó en la práctica que se hubiera sistematizado la información, las denuncias, la identificación de los centros clandestinos en distintos lugares del país donde ocurrieron las violaciones a los derechos humanos… La Conadep y el juicio son la respuesta del Estado a la propia violencia del Estado. Cuando se dice que no hay respuesta estatal es mentira porque apenas volvió la democracia, el Estado dio una respuesta institucional.

-Muchas veces el revisionismo no hace justicia con algunos personajes.

-Hay una tendencia a hacer analogías con el presente que de a poco van distorsionando los hechos. Creo que es difícil hacer divulgación histórica con rigor, sin tergiversar los hechos, sin simplificarlos demasiado haciendo que pierdan su sentido. A los personajes tenés que ponerlos dentro de su época para entender sus acciones. La reacción de Strassera hoy parece natural pero fue excepcional en su momento. Hizo algo que no hizo nadie. Ahí está su valor. ¿Las condiciones eran óptimas para hacerlo? No, eran muy complicadas. Eran mucho más complicadas de lo que hoy el recuerdo permite traer. Uno habla de la primavera alfonsinista y había un ánimo alegre y de ilusión pero también estaban los resabios del Proceso y el poder que tenían los militares.

-Eso aparece en 1985…

-Eso la película lo muestra bien, aun con unos cambios temporales. Por qué nadie prestigioso o respetado acompañó a Strassera si estaba en el lado del bien xe iba a tener tanta repercusión. Pasó porque los militares siempre habían vuelto. Primero porque muchos pensaban que no había que juzgarlos y después estaba el pensamiento “si yo me la juego acá y vuelven en dos años soy boleta o mi carrera se termina”. Ese poder de amenaza estaba porque la historia indicaba que desde el año 30 la alternancia era entre gobiernos militarexerlo con chicos de veinte años.

-Compra de revistas de época, visitas a hemerotecas, los diarios del Juicio, entrevistas. ¿Cómo ordenaste tanto material?

-No tenía mucho tiempo, no tenía años, y entonces al principio decidí que iba a hacer pocas entrevistas y que me iba a basar en lo que me gusta más a mí que es el archivo y los documentos. Después, cuando hablaba con una persona quería hablar con otra y me fue llevando a una cadena de veintipico de entrevistas. Tardé alrededor de un año y medio. Pero hay algo en las revistas y diarios que muestran el espíritu de época como nadie, donde podés recuperar cosas que quizás la memoria de los testigos, protagonistas o familiares no pueden recuperar. Con las entrevistas y el material de archivo fui reconstruyendo la imagen de este fiscal y se fue modificando también la imagen que yo tenía de él. En algunos aspectos fue creciendo y en otros decreciendo. En algunos uno ve más los hilos o los típicos defectos humanos y en otras cuestiones -sobre todo en la actuación en el juicio- valoré mucho más su coraje y su habilidad técnica. No había juicios orales. Se enfrenta ante eso, se enfrenta ante la presión de los militares, se enfrenta a la presión de la opinión pública, y sortea todos esos escollos, logrando hacer una acusación –más allá de que la pieza oratoria final es una de las grandes piezas de la historia moderna argentina– jurídicamente sólida. Lo otro interesante que descubrí es que era muy capaz, tenía una carrera y una vocación pero no había ni un mínimo indicio, hasta que tomó el juicio, de que ese hombre de 52 años era capaz de enfrentar una tarea de esa magnitud. Si no se hubiera cruzado con el juico podría haber pasado desapercibido toda su vida y se recordarían algunas de sus rabietas por los pasillos de tribunales. Sería un personaje folclórico y no mucho más.

-Después de investigar y documentarte tanto, ¿quién fue Julio César Strassera?

-Strassera fue un hombre que, cuando el destino lo llamó, dio en la talla. Estuvo a la altura de las circunstancias. Y eso es algo no tan frecuente en nuestro país. Fue alguien que, con sus errores, siempre tuvo coherencia. Un tipo que no se traicionaba a sí mismo.

PERFIL

Matías Bauso (Buenos Aires, 1971), es escritor, abogado y periodista. Es autor de los libros Una épica de los últimos instantes, El deporte en el cine: grandes partidos, jugadores y atletas de la pantalla y 78: historia oral del mundial. Ha editado la antología Dirigentes, decencia y wines, que recoge la obra periodística de Dante Panzeri. Es colaborador de Infobae.

© LA GACETA - Flavio Mogetta

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