La misa de hoy: Buscar el agua que da vida

12 Marzo 2023

¿Qué efectos produjo en la samaritana el agua viva que salta hasta la vida eterna? Valorando el desarrollo ulterior de la situación espiritual de la mujer, se puede responder que el fruto fue grande. Efectivamente, se encuentra en ella una auténtica metanoia que la lleva hasta reconocer en Jesús al Mesías: “Venid a ver -dice a sus conciudadanos- un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho: ¿será éste el Mesías?” (Jn 4,29). Y la pregunta supone en su pensamiento una respuesta afirmativa, porque une esta confesión con el hecho de llamar por su nombre a los pecados: me ha dicho todo lo que he hecho. Nota en sí una nueva fuerza, un nuevo entusiasmo que la lleva a anunciar a los demás la verdad y la gracia que ha recibido: venid a ver. En cierto sentido se convierte en mensaje de Cristo y de su Evangelio de salvación, como la Magdalena en la mañana de Pascua.

También a nosotros se nos dirige la invitación a beber esta agua viva de la verdad, a purificar nuestra vida, cambiar la mentalidad y acudir a la escuela del Evangelio, donde el Señor, como hizo con la Samaritana, nos interpela, haciéndonos descubrir las exigencias más profundas de la verdad y del espíritu. El tercer domingo de Cuaresma la Iglesia nos invita a la particular adoración de Dios, a rendir una adoración particular al Padre “en espíritu y verdad”. Esta adoración no puede ser solamente externa. La adoración en “espíritu y verdad” debe afectar a nuestras conciencias. Y por esto oigamos una vez más el Salmo responsorial, cuando dice: “Ojalá escuchéis hoy su voz: no endurezcáis el corazón...” (Sal 94(95,8).

Pensemos a quién de nosotros se refieren estas palabras. Pensemos en esos hermanos y hermanas, que están ausentes, pero a los cuales se refieren estas palabras, e imploremos para nosotros y para ellos el encuentro con Cristo semejante al encuentro de la Samaritana junto al pozo de Sicar.

Y escuchamos también las palabras del apóstol Pablo en la Carta a los Romanos: “Ya que hemos recibido la justificación por la fe, estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo. Por Él hemos obtenido con la fe el acceso a esta gracia en que estamos; y nos gloriamos apoyados en la esperanza de la gloria de los hijos de Dios” (Rom 5,1-2). Y finalmente escuchemos a nuestro Señor Jesucristo que dice: “levantad los ojos y contemplad los campos que están ya dorados para la siega; el segador ya está recibiendo salario y almacenando fruto para la vida eterna: y así se alegran lo mismo sembrador y segador” (Jn 4,35-36).

Que mediante la Cuaresma se renueven nuestras conciencias y reviva el celo de los auténticos discípulos de Cristo

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