La perversión detrás de las pantallas

La perversión detrás de las pantallas

En Argentina hay 30.000 depredadores sexuales que tienen como víctimas a niños y niñas. El dato surge de una investigación de la ONG “Defendamos Buenos Aires”, que trabajó con grupos de abogados e investigadores de todo el país y llegó a una cifra pavorosa. Cualquiera de esos delincuentes puede estar detrás de un celular o de una computadora e intentar contactar a nuestros niños. “Los depredadores sexuales cuentan en general con tecnología de punta, trabajan en forma coordinada bajo la figura de desarrolladores de internet o programadores y alquilan desde oficinas temporarias, a suites de hoteles, espacios en centros culturales y otros ámbitos donde pasan desapercibidos. De ese modo y en la seguridad que brinda la propia impunidad, florecen los delitos de reducción a servidumbre, prostitución, trata de personas, abuso sexual y violación. A través de un gancho de ofrecimiento de regalos como teléfonos celulares nuevos, ropa de marca u otros”, afirmó la entidad en su relevamiento.

Hoy, cuando hasta los más chicos tienen acceso a un celular o a una tablet, los ataques de pedófilos se multiplican. El escándalo que estalló tras la detención de un ex ganador del reality Gran Hermano, acusado de conformar una red de prostitución infantil parece ser la punta del iceberg y, por supuesto, en caso de comprobarse, la prueba más fehaciente de que un agresor sexual puede esconderse detrás de cualquier persona.

¿Cuánto sabemos los padres de la actividad multimedia de nuestros hijos? Hoy con aplicaciones como Tik Tok, Instagram o plataformas como Twitch o cualquier otra de streaming, sin dejar de tener en cuenta servicios de mensajería como Whatsapp, Messenger, Telegram o Signal parece muy difícil saber con quiénes interactúan. Y es en esa red enorme e invisible para muchos que los depredadores se esconden y atacan. Para peor, en medio del show mediático que es la televisión, muchísimas veces se deslizan opiniones sin ningún asidero científico y hasta se banalizan los ataques, tal como sucedió con la denuncia de un joven contra un conductor televisivo al que acusó de haber abusado de él cuando era menor. “Un momento de calentura lo puede tener cualquiera”, se escuchó decir a un reconocido modisto cuando lo invitaron a un programa de espectáculos, lo que generó una ola de repudios.

La investigación de la causa a raíz de la que se detuvo a Marcelo Corazza, quien trabajaba en la edición de Gran Hermano que terminó el lunes, determinó que al menos 11 menores habían sido reclutados con engaños para ser ofrecidos como objetos sexuales. Corazza sería cliente de esa organización y habría mantenido encuentros con chicos de hasta 11 años. Todo mientras se codeaba con las más altas figuras de Telefe, uno de los canales líderes del país. Pueden estar en cualquier parte.

Perfiles

En un hilo de twitter, la perfiladora criminal Laura Quiñones Urquiza arrojó luz sobre algunos puntos que merecen ser distinguidos: “Un pedófilo es una persona que siente atracción sexual por los niños. Podría consumir o producir material de explotación sexual infantil, ej. a través de #grooming y #sextortion; en cambio un pederasta da un paso más y concreta con ellos relaciones sexuales. Un pedófilo puede convertirse o no en pederasta, por eso en criminología hablamos de dos perfiles de conductas diferentes, pero ambos, pedófilo y pederasta, en su mayoría practican la acumulación compulsiva, tienen almacenada en sus dispositivos una apabullante cantidad de material de explotación sexual infantil que intercambian con su “círculo de pedofilia” (cuyos emblemas están en la imagen) con situaciones cotidianas de desnudez, sexuales entre niños, adultos con niños, contenido violento”. La especialista aseguró: “Es necesario prevenir, porque uno de sus métodos es mostrarle al niño pornografía adulta o situaciones donde se ve un niño desnudo y contento, lo que sirve para desinhibirlo al ver estas situaciones como “naturales”, diciéndole que no es malo y que es un juego, lo que provoca no sólo una distorsión respecto del hecho en sí, sino también una presión psicológica para la víctima”. Y para mayor conocimiento agregó: “su método de aproximación varía de acuerdo con el abusador intrafamiliar o extrafamiliar. El silencio del niño se gana con obsequios, ridiculizándolo socialmente o con amenazas de represalias contra sus seres queridos. Otras armas son la seducción o un “sincero” enamoramiento, tal como lo hacen los adultos entre sí. Esto último suele enganchar a las víctimas más vulnerables, la pseudocontención emocional. Dentro de los pederastas existen los ocasionales y los exclusivos; los ocasionales tienen necesidades sexuales. La pedofilia está considerada como un trastorno mental. La pederastia es un delito”.

La metodología de estos delincuentes es básica: se ganan la confianza de los menores.

“Depredadores a la caza”

Hace pocos días en Tucumán agentes de la División Delitos Cibernéticos contra la Niñez y la Adolescencia de la Policía Federal Argentina, en colaboración con el FBI rescataron a una niña de tres años que era abusada sexualmente por su padre para producir imágenes de explotación sexual infantil que luego distribuía en internet. El depravado registraba los abusos en fotografías que luego ofrecía en foros de pedófilos para ser aceptado en estos grupos para hacerse de más material y conseguir seguidores. Solamente el año pasado en Argentina se detuvo a 95 personas vinculadas con la explotación sexual infantil. Según Hernán Navarro, fundador de Grooming Argentina, se trata de “depredadores sexuales que están siempre a la caza”. Y alertó sobre todo por el masivo uso de Tik Tok: “Sugerimos que las cuentas sean privadas, compartir los vídeos únicamente con personas que conocemos y que no le den click a ninguna URL que les manden. Además, que desestimen los mensajes de personas que no conozcan. A los padres les pedimos responsabilidad: un niño de 10 años no puede tener cientos de seguidores. Cada video que se viraliza tiene la mirada de miles de personas. Así como no dejamos entrar a desconocidos en nuestras casas, tampoco podemos permitirles que ingresen a nuestra vida mediante las redes sociales”.

El cuidado de nuestros hijos debería ser una de nuestras máximas preocupaciones. Los delincuentes acechan, y ya no les hace falta ni estar enmascarados. Con un celular son capaces de convertir la vida de los que más amamos en un infierno.

Comentarios