La voz oculta de Encarnación Ezcurra

Huerto Rojas Paz recrea la figura de la mujer de Juan Manuel de Rosas en la obra de Cristina Escofet, dirigida por Jorge de Lassaletta y con música en vivo

UNIPERSONAL. Huerto Rojas Paz en “Yo, Encarnación Ezcurra”. UNIPERSONAL. Huerto Rojas Paz en “Yo, Encarnación Ezcurra”.

“Aquella Encarnación, mitad india, mitad socavón de la diablada, se casó con ese hombre; como se casa la roca con la tierra”.

Cristina Escofet escribe así en su “Yo, Encarnación Ezcurra” la relación entre ese personaje con su esposo, Juan Manuel de Rosas. El monólogo, bajo la dirección de Jorge de Lassaletta, se estrenará esta noche, a las 22 en la sala Julio Ardiles Gray de El Círculo de la Prensa (Mendoza 240), con la actuación de Huerto Rojas Paz, acompañada por Pablo Herrera.

Yo me casé con el hombre fuerte. Él, en realidad, era con la patria con la que se casaba”, continúa. Y para profundizar esa idea, De Lassaletta plantea en diálogo con LA GACETA que “Rosas se retiró para volver triunfante de su campaña al desierto; confiaba que su mujer mantuviera su poder en Buenos Aires como lo hizo, y aún más, lo hizo progresar hasta encabezar la Revolución de los Restauradores que lo convocó de nuevo como gobernador supremo con poderes extraordinarios”.

“La actriz descubre a Encarnación a través de lo escrito, hasta caracterizarla como una médium en mi versión, lo que se produce a través de la prosa y el canto, y es Huerto la que los asume a ambos junto a un instrumentista que toca la guitarra y el charango”, agrega.

El director describe al personaje histórico (ocultado) como “alguien que lidera a los descamisados, a los gauchos, indios, negros y todo mestizaje, que defiende los intereses contrarios a los dueños de la tierra, que no está dispuesta a compartir con ninguna equidad las ganancias de la producción”. Y va más allá respecto del silenciamiento oficial a su figura, que se potencia “si ese líder es una mujer, como se dio en nuestra Argentina desde el principio de nuestra emancipación”. “Y no me estoy refiriendo sólo a Ezcurra; sino a Eva Perón y a Cristina Fernández de Kirchner como vectores para una concepción de un país solidario y humanista, donde la fuerza de los trabajadores opere en la reducción de la grieta de la plusvalía. Esas mujeres, como Encarnación, van a ser escarnecidas y, en su caso, acusada de toda la violencia de la guerra civil que azotó al país durante el siglo XIX, para que su figura sea desacreditada y finalmente olvidada”.

“Mi hombre me quiere porque necesita de mi savia, la mescolanza de este modo de ser, varón y mujer al mismo tiempo”, escribe Escofet. Y De Lassaletta lo transmite a través de “la potencia expresiva y la sutileza de Huerto, en su confesión que se sintetiza en transitar una variada relación con el público, donde la actriz individualiza a las mujeres y a los hombres presentes desde la intimidad más privada, sentimental y erótica, como quien se comunica familiarmente con amigas, hasta la máxima exhortación de un discurso político ante su pueblo, llegando al máximo patetismo con la expresión cantada, manera en que también transita una expresión íntima!.

“La crónica continúa atravesando el fogón criollo, revelando máscaras coloridas del gusto de la comedia popular, o la inquietud y la tensión de la revuelta y la guerra política, a través del juego con la trama de sus cartas donde está inscripta la historia que retrata la pasión y el amor idílico como parte de la política y por supuesto del arte, en la condición sentimental de esta mujer sola, dejada concientemente en la soledad”, añade.

Como la patria, yo voy a dejar mi cara partida: la que mostré, y la que había que adivinar. Una piedra partida en dos, esa fui yo. Hay flores que nacen de la piedra”, asevera la dramaturga en su obra. “Es como si su cuerpo es la tierra, y la tierra es la patria. Nuestra pasión por levantar este texto, la pasión política, sentimental y patriótica que despierta y que identifica a Encarnación, a Eva y a Cristina”, concluye el director.

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