Braulia y Ubaldina fueron mis dos abuelas, nacidas y criadas una en Los Ralos y la otra en Estación Pacará, pelando caña, labrando el campo con hermosas huertas familiares y la cría de animales de granja. Siempre nos curaron con remedios caseros y ancestrales, extraídos de la madre tierra, ya sea para tratar empachos, diarreas, resfríos, lastimados, granos, torceduras, paletilla o mal de ojos. Para cada enfermedad o mal ellas sacaban su grasa de iguana o de gallina, hojas de malba, poleo, cedrón, guayabas, palán, azúcar quemada, miel de abeja, “raspita” de la leche al pie de la vaca, de la mazamorra con miel de caña, de la harina o zapallo con leche, el aunka y la “harinita”. Todas esas delicias naturales nos llenaban de nutrientes, calcios y vitaminas. Con el tiempo le fuimos cambiando el nombre a las cosas. Falta de defensas le decimos ahora; hoy todo es artificial y si pasa un resfrío por la esquina de nuestra vivienda, se nos pega. Si aún tienen a sus abuelas, consúltenles, ellas saben de todo un poco…
Francisco Amable Díaz
franciscoamablediaz@gmail.com





















