09 Abril 2023

Por Juan Ángel Cabaleiro

Para LA GACETA - TUCUMÁN

Philip Marlowe, el detective protagonista de las novelas de Raymond Chandler que fuera caracterizado en el cine por Humphrey Bogard, es el gran modelo literario del tipo duro. No hablo de «rudo», que tiene una connotación de violencia y agresividad del todo ajena al personaje, sino de «duro», en el sentido que paso a ilustrar con algunas sorprendentes escenas.

En El sueño eterno, luego de rechazar una serie de insinuaciones por parte de la sensual Vivian Sternwood, Marlowe regresa por fin a su departamento de soltero treintón y encuentra allí una sorpresa: nada menos que a la hermana menor de Vivian, Carmen Sternwood, una bella y caprichosa rubia veinteañera. La muchacha se las ha ingeniado para entrar y lo espera desnuda en su cama, risueña, desafiante, traviesa. El propio Marlowe nos lo cuenta: «¡Realmente estaba desnuda! Yacía sobre la cama, a la luz de la lámpara, desnuda y brillante como una perla. Las Sternwood me estaban poniendo a prueba esta noche…». Pero su reacción inmediata es atender a un problema de ajedrez pendiente en el tablero junto a la cama: Marlowe piensa, tantea opciones, decide que el caballo es una mala jugada y recién entonces vuelve su atención a la presencia de Carmen. Por cortesía le ofrece un trago, a cambio de que se vista; pero ella se niega, entre risas, a aceptar esa condición. Las palabras que le dirige entonces solo se le ocurrirían a un tipo duro como él:

«―Le doy tres minutos para que se vista y se vaya. Si en ese plazo no lo ha hecho, la sacaré por la fuerza, tal como está, desnuda, y después le tiraré la ropa al pasillo…».

La muchacha, no por temor, sino comprendiendo que ese hombre es una causa perdida, se viste y se va. Rechazar a dos bellezas en una misma noche es una tarea agotadora, así que Marlowe se bebe un whisky e intenta relajarse. Luego contempla la cama vacía y nos dice: «La huella de su cabeza permanecía todavía en la almohada, y la de su cuerpo corrupto, en las sábanas. Dejé el vaso vacío y deshice la cama con furia salvaje». Y a la mañana siguiente: «Fui a la cocina y me bebí dos tazas de café puro. Se puede tener resaca de otras cosas que no sean alcohol. Yo la tenía de mujeres. Las mujeres hacían que me sintiese mal».

«Duro», como vemos, significa racional e impasible, endurecido ante las emociones y los sentimientos, inmune a la tentación. ¿Una especie de máquina?

En Adiós, muñeca se da una situación similar, pero esta vez quien se ha colado sorpresivamente en su departamento es un amenazante expresidiario. Marlowe había aceptado la visita para esa noche de la femme fatale de la novela: Helen Grayle / Velma. Cuando la mujer se presenta, cargada de ilusiones y deseo, es sorpresivamente rechazada por Marlowe, que prefiere dialogar con el matón y avanzar en el caso que pretende resolver («No se preocupe ―le dice―, me desharé de ella»). Esta oportunidad perdida será la última: la relación con la mujer no se concreta debido al celo profesional del detective. Un tipo duro jamás cede a la pasión, y preferirá quedar mal ante una dama antes que eludir el trabajo o el peligro.

El perfil de duro nos lo da también la opinión de los otros sobre el personaje. Hacia el final de Adiós, muñeca, la encantadora pelirroja Anne Riordan y el protagonista mantienen un revelador diálogo que, sin pudor, nos transmite Marlowe:

«―Usted es tan maravilloso ―dijo ella―. Tan valiente, tan decidido, y además trabaja por tan poca plata. Todo el mundo lo golpea en la cabeza, lo estrangula, le destroza la mandíbula y le inyecta morfina, pero usted sigue adelante a pesar de todo hasta ganarles a todos ellos. ¿Qué es lo que lo hace tan maravilloso?

―Vamos ―gruñí―. Dígalo.

Anne Riordan dijo, pensativa:

―Me gustaría que me besara, maldita sea».

Es la definición misma de tipo duro, inalcanzable. Un auténtico hueso duro de roer que desprecia el dinero, nunca devuelve un golpe y despierta una irresistible aunque inútil atracción en las mujeres. ¿Una especie de santo o asceta?

La respuesta está en las novelas de Raymond Chandler, que son imperdibles y ofrecen una guía completa en este sentido. Porque hay mucho para aprender de Philip Marlowe; estas son apenas algunas de las acciones y gestos que pueden servir de modelo y definir a un tipo duro de verdad. Por si alguien tiene la insensata pretensión de serlo. © LA GACETA

Juan Ángel Cabaleiro – Escritor.

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