Camino empedrado el de Donald Trump

Camino empedrado el de Donald Trump
10 Abril 2023

Carlos Duguech

PARA LA GACETA

Volver a la casa Blanca en Washington es el objetivo principal del ex presidente Donald Trump, que aún debe sortear -para competir otra vez- los tramos que faltan en el proceso judicial que lo tiene en la mira. No sólo aquí la justicia –al decir de la ciudadanía- se toma su tiempo como si el tiempo fuera elástico, sino en los Estados Unidos. Un tribunal penal que actúa por iniciativa de la Fiscalía de Manhattan lo citó bajo custodia (una variante de “detenido”) hacia donde llegó Trump con su abogado para el acto de lectura de 34 cargos, en su contra.

Un detalle no menor: las autoridades judiciales dispusieron que no hubiera en el recinto ni periodistas ni cámaras. Todo se desarrolló conforme a lo previsto luego de que un gran jurado había examinado los cargos que le imputan y frente al juez Juan Merchan, de origen colombiano. No debe haberle resultado este origen del juez que le comunicó los cargos penales (34, nada menos) en su contra sino sospechoso de tenerle antipatía, por lo menos. Claro que sabe Trump que una hija de este juez, abogada, colaboró con la vicepresidenta Kamala Harris. Eso fue suficiente como para armar un discurso en el que vuelca sospechas de una “caza de brujas”, desde la plataforma de los demócratas.

Caso único

Nunca antes en la historia de su país un presidente fue acusado como Trump. Los cargos contra el millonario empresario que pretende volver a competir por la presidencia en 2024 son del área de la justicia penal. No tanto interesa que haya hecho pagos por el silencio de una mujer (en la campaña electoral de 2016) que lo catapultó asombrosamente a la Casa Blanca. Pero sí califican desde la justicia que su conducta es la de un evasor de impuestos. Se le imputa haber falseado en los asientos contables la razón de ser de sus egresos. Claro que los 130.000 dólares que se dice recibió una actriz de cine para adultos para comprar su silencio sobre una declarada relación suya no se podían registrar en un balance comercial del grupo. El recurso de los contadores de registrar ese egreso como lícito para honorarios de su abogado se convirtió en la baldosa floja que pisó la justicia, entre otros asuntos. Lo que asombra es que el número de cargos en contra de Trump sea nada menos que 34. Luego de escuchar la lectura en sede de la justicia penal, donde “le pintaron los dedos” (es un decir criollo, nomás) lo identificaron y lo sometieron al juzgamiento de un juez penal. Desde su torre en Nueva York fue, en horario fijado por la justicia, acompañado por dos policías hasta el piso 15 del edificio tribunalicio de Manhattan. Algunos medios enfatizaron que no concurrió esposado como lo prescribe el protocolo.

En todo momento Trump no pudo disimular su enojo por lo que no dejó de señalar que todo es una maniobra de los demócratas. Éstos, expresó, valiéndose de la justicia intentan impedirle que compita por un segundo turno en la presidencia estadounidense. Se percibe que desde el partido republicano cuenta con sólidos apoyos. Aunque vale traer a la memoria que cuando por primera vez intentó ser el candidato en las internas del partido (2016) no tenía simpatías. Además, desde algunos sectores se consideraba que el candidato proveniente del mundo de los negocios inmobiliarios era inviable. En suma, la atribuían no tener el pysisic du role. Claro, para la tradición presidencialista de Estados Unidos.. Pero devino en un presidente con notables y sorprendentes características en su actuación desde 2017 hasta 2011, particularmente en el campo de las relaciones exteriores. Borró como si estuviera escrito en lápiz 6B el muy elaborado convenio de desarme nuclear parcial suscrito por Reagan y Gorbachov en diciembre de 1987 que estuvo en vigencia nada menos que 32 años. Retiró en 2020 a Estados Unidos de los acuerdos climáticos de París que ya habían suscrito 195 países. ¿Con qué derecho, siendo el país segundo en contaminación en el planeta por las emisiones de carbono? Con el “derecho” de que Trump presidente conduce los destinos de su país como el de una de sus empresas. En 2018 dio el portazo y saliéndose de ese singular grupo de los cinco países permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU más Alemania en acuerdo de 2015 -nada menos que con Irán- para controlar que su gestión nuclear sea sólo de uso pacífico.

¿Por el Guinness?

Donald Trump “atesora” dos logros que lo catapultan a la cumbre de las estadísticas verificables. El primero: es el único presidente de los Estados Unidos que es sometido a un juicio penal en toda la historia del presidencialismo desde George Washington (1789/1797) que inauguró el sistema presidencialista. El segundo es ese récord que no hubiera querido jamás el impetuoso y arrogante Trump: es el único presidente estadounidense que dos veces ha sido objeto de juicio político. Algunos líderes republicanos en el Senado se las ingeniaron parar prorrogar todo lo que se pudiera la instrumentación del segundo juicio politico. Y lo lograron. Pero el hecho de que Trump haya cumplido su mandato no impide-conforme los tratadistas- un juicio político “tardío”.

Frente a los 34 cargos que le leyeron a Trump en la sede del Tribunal Penal en Nueva York -y por las razones del enjuiciamiento- la relevancia primerísima la tiene el segundo juicio político. No era un tema de asientos contables falsos sino una increíble maniobra que desde la Casa Blanca se urdió con numerosos seguidores de Trump que, enfurecidos por la derrota electoral de noviembre de 2020, se lanzaron turba incontrolable y violenta a la sede del Capitolio en momentos que este cuerpo estaba reunido (06/01/2021) para certificar los guarismos que le dieron el triunfo a Joe Biden. Nunca disimuló Trump su contrariedad por el triunfo demócrata y en todo lugar que pudo, en sus espacios en Twiter y Facebok (que le cerraron el acceso). Completado un acto partidario en el lugar de la elipse frente a la Casa Blanca, Trump instó decididamente a sus seguidores a “marchar por la avenida Pensilvania rumbo al Capitolio”. Había prometido acompañarlos pero decidió seguir el accionar de la turba en su acoso y ocupación de los edificios del Capitolio sobrepasando los cordones policiales desde sus oficinas de la Casa Blanca. Sólo tener presente que como consecuencia por ese accionar del Día de Reyes de los fanáticos seguidores de Trump, cinco personas murieron. Jamás nadie podría haber imaginado un hecho como éste en un país donde está muy arraigada, en su política y acción exterior, la capacidad de “exportar democracia”.

Tres presidentes

Sólo tres presidentes antecedieron a Trump en la lista de quienes fueron sometidos a juicio político -Ricard Nixon, acorralado por el Watergate, debió renunciar por la evidencia en su contra. Aceptó los cargos y renunció el 9 de agosto de 1974, plasmando un hecho único hasta entonces. Bill Clinton, el primer presidente (1993-2001) procesado por juicio político logró zafar por un solo voto.

Cinco muertos

El asalto al Capitolio del que es responsable Donald Trump, produjo cinco muertes. Se lo está juzgando por un tema muchísimo menor. El vulgo diría por un “asunto de faldas”. Mientras los familiares de los cinco muertos esperan. Ya ni saben qué.

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