La ciudad de San Miguel de Tucumán está en pésimas condiciones para vivir en ella. La ciudad de las flores y los helechos quedó en la leyenda. Al caminar por sus veredas notamos mal olor en el ambiente, veredas rotas y sucias. Sucias, porque los vecinos las lavan o por los excrementos de perros que pasean con sus dueños. Al llegar a la esquina, la senda peatonal no se punta desde hace cuatro años y no es respetada por autos ni motos. “El silencio es salud”, dicen los especialistas. Lo contrario pasa en nuestro medio. Bocinas, escapes libres de autos y de motos a cualquier hora (noche y día). A esto se agrega: la sirena de las ambulancias que a pesar de tener acceso libre suena fuertemente durante todo su recorrido. El agente municipal no existe, pero en la esquina de San Martín y Junín, hay tres de ellos dirigiendo el tránsito a pesar de tener el semáforo funcionando. El “caos” vehicular, es la norma en cualquier lugar y horario. ¿Y el intendente y concejales? Trabajando para ocupar cargos y así servir a la comunidad tucumana.
Eduardo M. Martínez
Balcarce 734 - San Miguel de Tucumán





















