Eufemismo: “Palabra o expresión más suave o decorosa con que se sustituye otra considerada tabú, de mal gusto, grosera o demasiado franca”. La definición es exacta y los políticos se han vuelto especialistas en utilizar este recurso. Las elecciones parecieran ser el mejor momento para decir algo, que en realidad significa otra cosa. La política se ha vuelto un carnaval de eufemismos y en nuestra provincia está al orden del día.

Conmover, convencer y persuadir. Estas, en principio, son las tres funciones de la oratoria, el arte de hablar en público. El nacimiento de este género se remonta al año 445 A.C, y tiene bases en las culturas sicilianas, romanas y griegas aunque fueron estos últimos quienes le dedicaron el tiempo necesario para convertirlo en un arma que unía estatus y poderío. Según el análisis, las finalidades básicas de la oratoria se fundan en el arte de persuadir, convencer, conmover, apasionar, agradar, impactar, enunciar, explicar, instruir, significar, confirmar, deleitar, refutar y/o denostar. Quien sabe usar las palabras cuenta con un arma formidable. Marco Fabio Quintiliano está considerado el mejor profesor de retórica del mundo antiguo, y escribió “Institutio oratoria (c. 95 d. C.)”, una obra enciclopédica en doce volúmenes que recoge todo cuanto es necesario para formar a un orador. Allí asegura que las tres prioridades elementales en la oratoria son la corrección, la claridad y la elegancia. Sócrates fue quien fundó la primera escuela de oratoria en Atenas, con el objetivo de formar a funcionarios, guiados por la moral y la ética para el progreso del Estado. George Orwell escribía en 1946 que “el lenguaje y los escritos políticos son ante todo una defensa de lo indefendible”, por lo que los gestores de la cosa pública recurrían a “eufemismos, peticiones de principio y vaguedades oscuras” para evitar argumentos “demasiado brutales” a oídos de los ciudadanos. “El gran enemigo del lenguaje claro es la falta de sinceridad”, sostenía el gran periodista indio. “Cuando hay una brecha entre los objetivos reales y los declarados, se emplean casi instintivamente palabras largas y modismos desgastados, como un pulpo que expulsa tinta para ocultarse” analizaba.

Hoy, a casi un mes de las elecciones en la provincia, los eufemismos parecen estar al orden del día, y depende del ciudadano tratar de descifrar qué se intenta decir. Hace pocas semanas, en Raco, la candidata a intendenta de San Miguel de Tucumán, Rossana Chahla, ofició de anfitriona en un almuerzo entre postulantes capitalinos en el que estuvieron presentes el gobernador Juan Manzur y el candidato a ese puesto, Osvaldo Jaldo. Allí el ex jefe de Gabinete tomó el micrófono y dijo: “Estamos para ganar, pero depende de todos ustedes. Habrá contención para todos, más allá de los resultados. La red es amplia”. ¿De qué habla Manzur cuando dice “contención”? El gobernador en ese momento profundizó su idea: “Sé que todo se mueve con combustible y que el combustible mueve al aparato electoral. Después de Semana Santa vamos a fortalecer ese apoyo”. Claro que, según la crónica de ese día, oficialmente, tanto él como Jaldo indicaron que ese combustible no era otra cosa que el apoyo político, logístico y operativo dentro del Frente de Todos. “Contención”, “combustible”. Eufemismos. No hace falta demasiado análisis. Los armadores políticos en Tucumán reconocieron hace pocos días a LA GACETA que de a poco los famosos bolsones que se repartían antes de las elecciones están desapareciendo por una cuestión de logística. Ahora es más fácil, por ejemplo, entregar vales de supermercados. A los consultados les faltó aclarar si esos tickets forman parte del “combustible” del que hablaron Jaldo y Manzur, pero no es muy difícil de determinar. Ya lo denunció otro de los candidatos a gobernador de la provincia, el legislador Federico Masso: “El clientelismo del oficialismo y Juntos por el Cambio costará a los tucumanos más de $4.000 millones de las arcas públicas”. Todo se moverá con dinero. Sin eufemismos.

Se suele decir también que somos presos de nuestras propias palabras. El jefe Regional del Enohsa Norte Grande, Gerónimo Vargas Aignasse, candidato a legislador, envió hace pocos días un mensaje a través de sus redes sociales para llevarles tranquilidad a los militantes de su espacio, Lealtad para la Victoria. “A esos dirigentes que con tanto corazón nos dieron todo para estar a la par de sus vecinos les decimos que, con orgullo, los vamos a incluir en nuestra lista de candidatos”, afirmó. Y dijo que las nóminas de su armado “no lleva esposos, esposas, hijos”. “Nuestra lista lleva la legitimidad de aquellos que estuvieron a la par de la gente en los momentos más duros que nos tocó vivir a los tucumanos”, manifestó. En un acto multitudinario realizado el martes, Vargas Aignasse, junto a Manzur y a Jaldo, presentó oficialmente su lista que lleva como primer candidato a concejal a… su primo Facundo. Pero no es el único; la mayor parte de las listas más fuertes del partido gobernante en la provincia están integradas por parientes cercanos a los principales postulantes. Algo de lo que tampoco se salvan en Juntos por el Cambio. Eufemismo rima con nepotismo.

En medio de una situación descontrolada por el dengue, la que no utilizó eufemismos fue la médica Beatriz Puchulu, dirigente de Sitas, el único gremio de la salud que no arregló paritarias con el Gobierno, y que el martes descargó su furia contra quienes critican su forma de protestas, como el senador Pablo Yedlin. “La gente se sigue muriendo ahora por el dengue, después de la pandemia de covid-19, como consecuencia de un sistema público y un Estado corrupto que no se ocupan de lo que está pasando”, disparó. “Cobran millones para no hacer nada. El ‘tipito’ Yedlin se fue a sentar en la banca para aprobar una ley que ya estaba aprobada, y luego seguía en campaña”, apuntó. “Los mismos que nos gobiernan están en campaña electoral hace meses, mientras el dengue mata a la gente. Y todos son candidatos”, aseveró la médica. Usó el filo de la palabra. Con hospitales colmados de pacientes y un sistema descontrolado por la epidemia, un enorme sector de la salud sigue con protestas reclamando sueldos acordes a su trabajo, y el reconocimiento adeudado por haber sido el primer y último bastión en la batalla contra el coronavirus. A pesar de esto, cuando se firmó la paritaria con algunos de los gremios sanitarios, Manzur aseguró: “estamos cuidando el futuro”. Fuera de Casa de Gobierno el reclamo de Sitas se hacía sentir. Mientras tanto, en Tafí Viejo, un candidato a intendente que fue funcionario del actual gobierno municipal saltó a la fama en todo el país por un spot en el que reclama que hay más de 1.000 familias que “no tienen un lugar donde ir a cagar”, mientras que el actual intendente debe tener “un baño muy lindo”. Cero Eufemismo.

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