Una mirada sobre el universo transfeminista local, construido a partir de palabras y silencios, entre bailes y cuerpos que se expresan, es la propuesta que Andrea Campero, César Romero y Matías Chilo articulan en “Dress, Yeguas de Nadie”, la creación colectiva que se presentará esta noche, desde las 20, en la Casa de la Cultura Catalina Albarracín de Suárez de Tafí Viejo (avenida Alem 755), con entrada libre y gratuita para mayores de 16 años.
El diálogo con LA GACETA (mantenido por correo electrónico) refleja el principio de una construcción grupal de la propuesta. Así, cada respuesta fue consensuada por el trío en vez de ser individual, en una posición que reivindica la expresión conjunta como forma de encontrar sentidos y caminos en la sociedad actual. “Queremos que la cultura sea considerada y entendida como una construcción colectiva de la cual todes participamos activamente día a día y no solo una Secretaría de Estado”, advierten.
- El estreno de esta propuesta no fue en Tucumán...
- Fue en Jujuy en diciembre de 2022, en el Festival Diverso “Damas en coche”, y obtuvo el primer lugar por unanimidad del jurado. En esta reposición sentimos que los vínculos se fortalecieron siendo la base escénica-testimonial clave para nuestro trabajo. Actuamos siendo testimonio del presente y el pasado. Nuestras voces están ahí, nuestros cuerpos -velados o no por la máscara a representar-, pura intuición la que te lleva a traspasar la obra. Más que personajes, somos nosotres que a través de la transicionalidad de los relatos de cada unx damos vitalidad a una construcción del “ahí y ahora; la escena viva”. No es improvisación, es dar entidad a lo propio y genuino de la escena, una investigación de prácticamente todo un año. Y lo lúdico es un plus.
- ¿Cómo surge la puesta?
- Habíamos empezado el mítico viaje de la exploración y las inquietudes de lo deconstructivo para componer una obra teatral inspirada en la temática trans, sus universos y cómo compartir historias que atemorizan porque a veces no resulta nada sencillo hablar sobre la identidad de género, las diferencias, la incomprensión, la falta de información, la aceptación del entorno, la sociedad y la familia. Es urgente tomar y generar conciencia. Más que contar una historia, este trabajo la revisa y la comparte en su transición para movilizar y modificar a los espectadores. Es entonces cuando la ficción cobra un poder transformador.
- ¿La pandemia implicó la resignificación de las identidades?
- Fue una vivencia única en nuestra historia como humanidad. Además de resignificar nuestra historia como a todes, nos hizo ver cuan desprovista está la sociedad para defender los espacios de cultura como patrimonio colectivo. Sufrimos la parada completa de la producción tucumana y los artistas se declararon en emergencia. Todo ese contexto presupone para Dress su caldo de creación, intentando hacer una obra en un mundo pospandemia, lo que se nota en todo el trabajo.
- ¿De qué forma se están expresando las identidades disidentes en este tiempo?
- Hablamos por nosotres. Las identidades disidentes en Tucumán siempre han construido hermosas redes de contención y militancia. En este último tiempo la movida marica, queer disidente ha estado a la vanguardia de la creación artística. Donde se mire hay compañeres haciendo cosas: ballroom, eventos teatrales o fiestas culturales. Nuestra obra es un espejo de este movimiento, una ventana a nuestra visión de lo que pasa con la cultura disidente.
- ¿Los avances sociales conseguidos son puestos en cuestión con el crecimiento de posiciones conservadoras?
- Los avances sociales son muy importantes. La Argentina es pionera en la región en cuanto a contemplar derechos y espacios de lucha y contención. Entendemos que no es suficiente; llevar a cabo una política transfeminista es comprender que la economía es parte del todo y se planifica como lo político. Derechos sin un pan para comer no sirven. Y en la obra el planteo surge desde la posición de las mujeres trans tan olvidadas e ignoradas por esta sociedad.
- ¿El deseo de ser y los mandatos sociales tienen riesgo de colisionar en lo íntimo?
- No. Colisionan todo el tiempo en una especie de dialéctica. Desde que nacemos nos ingresan en un entretejido cultural atravesado por el lenguaje. Nos dan un nombre, tenemos una función en este mundo según dicen los “expertos”, pero nuestra generación es testigo de la caída de estos referentes y lo que conlleva a que el deber ser que se promovía se vea corrido. ¿Si soy una mujer trans puedo ir a comprar a la verdulería en la mañana sin que me insulten? La respuesta es no si tu “deber ser” era el de ser un varón cisgénero y heterosexual pero elegiste ser, sentirte y verte mujer.
- ¿Existe la caída de referentes y están surgiendo nuevos que los reemplazan?
- Sí, las referencias en este mundo pospandémico han quedado en crisis, pero como toda crisis es caos y caldo de cocina para nuevas referencias y nuevas construcciones culturales.
- ¿Qué nuevo espacio de creación están construyendo?
- Nosotres venimos trabajando en nuevas propuestas teatrales que se vinculen con todo nuestro trasfondo ideológico. Hacer teatro para las disidencias implica poner sobre la mesa ejes de discusión que no se encaran y se suelen esconder. Los escenificamos y los ponemos en escena, para poder debatir al respecto. Politizar más es el camino. Hablar de los problemas, llegar a acuerdos. Todo esto en una época en que la política busca ganar elecciones justamente lavándose la cara y haciendo los discursos más suaves.
- ¿Por qué está reservada a mayores de 16 años?
- Porque entendemos que escenificamos situaciones que son complejas para las infancias sin una contextualización previa o charla cuidada con un público menor a esa edad.
- ¿Tafí Viejo se transformó en un reducto territorial que respeta las diversidades en lo cultural de un modo especial?
- Se está transformando en referencia para las diversidades porque su gestión de gobierno actual tiene políticas de Estado para la cultura y las disidencias. No es el resultado de la magia, es un trabajo de día a día desde la gestión pública, desde los sectores privados y desde la economía popular. Tafí Viejo tiene muchísima historia con el teatro popular y su identidad como ciudad refugio para estos movimientos viene marcada por el festival Tinku Teatro y por cómo impactó la movida cultural taficeña en los 90. Si desde el Estado no existe una planificación del ámbito de lo cultural, terminamos siempre con eventos y actos en donde parece ser que la cultura es sólo objeto de deseo para uso en tiempos políticos de las elecciones. Nosotras queremos debatir esa postura y mostrar que hay otras formas de intervenir en la cultura.