El sueño de la UNT, un revoltijo de secretos

El sueño de la UNT, un revoltijo de secretos

Es una novela acerca de uno de los sucesos culturales más importantes de la historia del país, la construcción de una ciudad universitaria que iba a albergar a más de treinta mil estudiantes de América Latina. Una obra monumental, al pie del cerro San Javier. En 1951, mientras los países latinoamericanos intentan ocupar un lugar propio en el contexto del mundo, este proyecto significa para la Argentina mucho más que una obra arquitectónica: se pone en juego la identidad de las ciudades de América Latina (…) emerge un merecido rescate a esas figuras de la historia que supieron pensar al arte, a la arquitectura y al diseño como los recursos más puros para dejar huellas, acaso discontinuas, en un futuro arrasado por la cultura del capital”.  (María Lobo, autora de la novela “Ciudad, 1951”, ganadora del premio mayor del Fondo Nacional de las Artes 2022, entrevistada por  “La Nación”, 19/12/22

Mientras el equipo de la Secretaría de Planeamiento y Obras de la Universidad Nacional de Tucumán desmenuza los planos y croquis humedecidos hallados en 12 cajas de aires acondicionados arrumbadas en un depósito en la Quinta Agronómica, la UNT entera se estremece por el impacto de ese hallazgo, ante la idea de que podrían estar ahí los planos originales de la Ciudad Universitaria.

¿Cómo es posible que no estén esos planos, si ha sido el proyecto más grande de la Casa de Estudios, después de la creación de la UNT en 1914, pensada como gran sostén científico de la Industria Azucarera? Para el proyecto de la Ciudad Universitaria, imaginado por el ex rector Horacio Descole a partir de 1948, hubo equipos de luminarias de la arquitectura, la ingeniería, la forestación, la geología, vialidad… el “think tank” universitario a pleno hizo funcionar la ingeniería del pensamiento y puso todo para dar a luz ese proyecto. Así es narrado en la revista “Nuestra Arquitectura”, de septiembre de 1950, que describe al Tucumán de entonces y a la universidad del futuro.

Menos problemas urbanos

Dice que en 1914 San Miguel de Tucumán -entonces gloriosa urbe del centenario- “de estructura colonial, ofrecía posiblemente un habitáculo apropiado para su funcionamiento (de la UNT)”. Pero no en 1950, ya que la capital había sufrido “las consecuencias de un crecimiento desordenado y la incorporación de técnica nueva (…) se realizó sin alterar aquella estructura resultante de la carreta, el pozo negro, el aljibe y la iluminación a vela”. A ello se agregaba el clima bochornoso, “agudizado por la edificación y el pavimento; los ruidos, los gases, el tránsito y el estacionamiento de vehículos han inutilizado la ciudad colonial. No se goza de la naturaleza ni de la montaña; se carece de espacios verdes y de espacios amplios. La masa urbana, amorfa e inconexa, no constituye un sitio apropiado para vivir y menos aún para la investigación y el estudio”.

Con esa justificación se diseñó la Ciudad Universitaria, pensada para estudiantes de todo el NOA, en un extenso predio de 18.000 ha entre San Javier y Horco Molle, que iba a contribuir a la solución de los problemas urbanos de San Miguel de Tucumán. Contemplaba variadas edificaciones, viviendas, servicios para 20.000 personas, zonas de reserva y parques, un estadio deportivo para 30.000 personas, anfiteatro, un funicular, una usina térmica (se pensaba que se usaría hasta que estuviese la usina hidráulica del hipotético dique Potrero de las Tablas), agua desde Anfama (se hizo el acueducto con un camino espectacular) y una nueva ruta desde Yerba Buena a San Javier, menos brusca y con muchas menos curvas que la 338 actual. Incluso se pensó cuánta carga implicaría el traslado cotidiano de entre 1.500 y 2.000 personas de Tucumán a San Javier.

Cuenta Sergio Mohamed, secretario de Planeamiento y Obras, que ese camino, que iba a salir de la zona donde está la escuela de Agricultura, fue ampliamente recorrido por los diseñadores del proyecto. También relata que Descole envió a varios partícipes del proyecto a Europa y a EEUU a ver ejemplos de ciudades universitarias. En las cajas encontradas hay varios croquis de esas ciudades. Por cierto, dice que ya se han documentado unos 1.800 croquis y bosquejos. Están los planos del acueducto y los del hospital que se iba a hacer en Horco Molle.

Pérdida “conveniente”

Volviendo a la pregunta: ¿cómo es posible que no estén los planos originales de la Ciudad Universitaria, si aparecen nombrados en la ley 14.771, de creación de Yacimientos Mineros Aguas de Dionisio (YMAD)? Recordemos que la UNT participa en esta entidad minera porque Abel Peirano, descubridor del yacimiento de Farallón Negro, le legó sus derechos de explotación a la Universidad. La Ley establece que el 40% de las utilidades de la minería de YMAD deben ser para la UNT y deben estar destinados conluir la Ciudad Universitaria .

“Qué conveniente fue, en 2007, que hubiesen desaparecido los planos originales”, ironiza Ricardo Cisneros, ex consejero universitario. “Con esto, (el ex rector Juan Alberto) Cerisola pudo hacer un plan de obras a partir de un listado que le había dado el área de mantenimiento y presentárselo al Consejo Superior, que ‘tomó conocimiento’ de eso, y luego el ex rector hizo hacer el acta de enero de 2008 que daba por terminada la Ciudad Universitaria. Después tuvo libre disponibilidad del 20% de los ingresos por utilidades mineras”. 

Por ese plan de obras -realizado entre 2006 y 2009- están procesados Cerisola y tres ex funcionarios, acusados de presunta defraudación, presuntos sobreprecios, presunta falta de rendición de colocaciones financieras de dinero y por el cambio del acta de 2008. El dinero involucrado en esas 22 obras es 353 millones de pesos. Eso se va a investigar en el juicio oral, que en principio podría hacerse en octubre, si no hay inconvenientes después del 12 de junio, cuando se entregue el resultado de la última pericia hecha por un funcionario de la Corte Suprema nacional. Si se constituye el  jurado, se prevé que sean llamados a declarar unos 150 testigos, entre ellos muchos funcionarios actuales de la UNT,  y una veintena de empresarios que, además, deberán afrontar después otro juicio. Fueron procesados y sufrieron embargos el año pasado por los supuestos sobreprecios en las obras de la UNT. Acaso en los juicios surjan elementos esclarecedores. Por citar dos casos: Ezequiel Movsovich, de la empresa Beton, de Salta, que amplió la Facultad de Derecho, pidió que le reconozcan el alquiler de una cochera en calle Laprida por pocos meses para que entren los camiones con materiales y la UNT se lo reconoció por dos años. Otro caso curioso: un capataz de Villa Mariano Moreno, Juan Vicente Guzmán, tuvo a su cargo una obra en Agronomía por 2,5 millones de dólares y poco después declaró que su empresa, Obritec, había quebrado. Acaso se sepa quién lo contrató, o quién estaba detrás.

De lo que no se habla

Así como hubo escándalo por esos 353 millones de pesos, quedó el silencio con respecto al dinero que Cerisola y su equipo tuvieron de libre disponibilidad entre  2008 -a partir del acta de YMAD- y 2014, último año de la chorrera de ingresos por regalías mineras. El geólogo Florencio Aceñolaza, ex delegado de la UNT en YMAD, dijo ese año que la Universidad dejó de percibir 500 millones de pesos a causa del cambio del acta. Dejó de percibir ese dinero, pero sí percibió, por otra parte, $ 500 millones, se supone. ¿Cómo se invirtió? Seguramente hay en la UNT informes al respecto.  Pero nadie preguntó.

El acta de 2008 es otro lío. La UNT planteó que no es válida y está negociando con Catamarca e YMAD. El planteo es que 5 de las 22 obras de Cerisola no se terminaron -de hecho, la querella contra la veintena de empresarios es por 17 obras- aunque, según Mohamed, son 11 las obras no hechas o no terminadas. Como sea, esto va determinar volver a la Cuidad Universitaria original y al mandato de la Ley 14.771: la obra, según “los planos aprobados”.

María Lobo dijo a “La Nación” sobre su novela “Ciudad, 1951” que cuando la envió sintió que, ”más que una novela, compartía un secreto. De modo que el premio me hace sentir que ese secreto ya no es más un secreto”.

La cuestión de los “planos aprobados” pateó el hormiguero en la UNT y también abre interrogantes en la sociedad. ¿Había otro camino a san Javier que se debió hacer y ahora estamos gastando en rehacer el puente del Rulo mientras la ruta 338 es un desastre? ¿Por qué en 1950 se decía que la UNT tenía 18.000 hectáreas y ahora el parque Sierra de San Javier tiene 14.000 ha? ¿Le usurparon la diferencia? Mucho de esto se habló en las dos sesiones secretas del Consejo Superior sobre la UNT e YMAD en diciembre de 2021. Tal vez en estos días ese secreto salga a la luz, y también sus responsables sean obligados a dar la cara. Entender o descifrar este secreto sería como llegar al final de esta novela.

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