“En literatura, los personajes se presentan ante vos”

Escritora y psicóloga, Carola Lagomarsino acaba de finalizar una saga que narra la historia de inmigrantes en Misiones.

LA AUTORA. Carola Lagomarsino contó de qué manera la impactaron el paisaje y la historia de Misiones. LA AUTORA. Carola Lagomarsino contó de qué manera la impactaron el paisaje y la historia de Misiones.

Nació en Argentina pero su infancia transcurrió en Francia. Pasada su adolescencia volvió de mochilera al país y se quedó a vivir. Psicóloga de profesión, comenzó a brindar clases particulares de francés y así conoció a su actual marido. Apasionados de los viajes por el país, un día recorriendo la selva misionera se enamoraron del paisaje de El Soberbio, ciudad de 5000 habitantes, cabecera del departamento Guaraní, a orillas del río Uruguay. Allí decidieron invertir en un hotel, “El Soberbio Lodge”, muy cerca de los saltos de Moconá, en Misiones. “Fue muy impactante descubrir la selva paranaense. Sentí que recorría el camino que habían hecho miles de inmigrantes al principio del Siglo XX y me imaginaba lo que sería para un polaco, ucraniano o finlandés llegar allí con sus hábitos, cultura, idiosincrasia y forma de cultivar. Era un mundo nuevo para ellos. Cada comunidad fue aportando a Misiones sus conocimientos, y eso me apasionó”, reflexionó Carola Lagomarsino en diálogo con LA GACETA.

Quizás por el impacto de lo que generaron los inmigrantes allí, es que comenzó a escribir esta saga de historias, de cuatro libros que finalizan -y comienzan- con “Flor Imperial”, en la que se mezclan las ciudades cosmopolitas con la selva misionera.

“Esta saga de historias de inmigrantes europeos a la selva misionera siguen el recorrido que hicieron cientos de familias en Argentina”, resume al hacer referencia a sus libros: “La dama de las misiones” (2019); “El hijo del río” (2020) y La Niña café (2021). Todos ellos conforman una saga que persiguen a varios de sus protagonistas. Sin embargo pueden leerse independientemente.

“Flor imperial”, su último trabajo, puede ser el inicio o final de la saga. Allí se narra la historia de Martín Hold, un joven personaje que se embarca desde Inglaterra hacia Buenos Aires.

-¿Cómo llegan estos personajes y sus historias a tus libros?

-El 70% de la escritura, creo, pasa por una esfera inconsciente o subconsciente. Es una sensación de que al personaje no lo estás haciendo vos, sino que él se te presenta. Es como una arcilla en la que uno mezcla varias cosas: propias y ajenas, y va formando un personaje y su historia. Muchas veces me sorprendo a mí misma y digo: “¿de dónde salió todo esto?” Hay algo propio en algunos personajes femeninos y masculinos como Francesca o el finlandés Heikki. Creo que mi carrera como psicóloga me ayuda a construir también esos personajes. Ese aporte es incalculable.

-Tus libros se enmarcan en las novelas históricas y también hay mucho de investigación allí. ¿Cómo hacés ese recorrido?

-Me encanta trabajar en esa mezcla de ficción y realidad histórica. Me gusta mucho jugar con eso. Veo un evento histórico -nacional o internacional- y de ahí me dan ganas de investigar. Es como si se apretase un botón e iría hacia ese momento. Luego me gusta pensar cómo sería vivir ese momento.

-Como las oleadas de inmigrantes que nutren tus historias…

-Sí, totalmente. Soy consciente de que esas historias ya son un clásico en Argentina pero yo luego hago mi propio cóctel. Las historias de contrabando a las cuales hago alusión son un poroto en comparación con las que realmente sucedieron en El Soberbio. Finalmente pienso que el ser humano siempre fue y será lo mismo.

-¿La aparición del circo en “Flor imperial” tiene mucho que ver con los inmigrantes, el entretenimiento de una época y tu historia personal?

-Puede ser. Mi madre es artista plástica, fue alumna de Horacio Butler en Argentina. Mi padre fue escenógrafo en el Teatro de La Plata hasta que llegó el proceso militar y cómo él era un personaje provocador -en el plano cultural- le sugirieron que se vaya del país. Se ganó una beca para ir a Polonia a trabajar y de ahí llegamos a Francia. Ahí trabajó con un teatro de marionetas que sigue vigente hasta hoy, después de 40 años. Fue de él quien tomé el tema del circo criollo, algo que me fascinó siempre por eso se vuelca un poco de eso en el libro.

-¿Alguna vez pensaste qué te capturó de Argentina, habiendo vivido en otros países de Europa?

-Admiro mucho al argentino. Fíjate esas historias de los diarios en donde cada argentino que viaja emprende y se adapta rápidamente. Creo que hay pocos individuos en el mundo con esa capacidad de adaptación y creatividad. Siento que me encuentro a gusto en esta tierra en donde conviven todo tipo de culturas de una forma absolutamente pacífica.

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