MICRORRELATOS
EL LADO DE LOS SECRETOS MÍNIMOS
ANA MARÍA MOPTY
(Humanitas – Tucumán)
En el prólogo del libro, afirma Paola Tena que emprender la lectura de un libro de microficción requiere un lector valiente y dispuesto a poner en juego su capacidad de imaginar, de comprender mensajes ocultos. Es así que realiza la analogía del microrrelato como mensaje dentro de una botella que abrimos para disfrutar y develar su sentido.
El microrrelato es una forma de microficción que tiene, según Juan Epple en su libro Microquijotes, algunos rasgos particulares como la condensación, la extensión, los indicios a develar por el lector, la intertextualidad, la condición transgenérica, el humor irónico y paródico. Los más de 70 textos que integran el libro son una clara muestra del arte de narrar literatura breve de Ana María Mopty.
Sin duda la intertextualidad es el recurso predilecto del libro y está muy presente a través de algunos microrrelatos como “Carta”, que exige un lector atento y conocedor de la narrativa de Julio Cortázar y de su “Carta a una señorita en París”. “Belleza, afirmación y vaticinio” desde el título hace referencia a un grupo literario que el lector descubre a través de la encadenación de indicios, sobre todo en la enumeración de nombres propios: Manuel, Raúl, Nicandro, María Adela, María Elvira, Julio, quienes mencionan a Federico y sus amigos en España. En el cierre del microrrelato, el lector (fuera del texto) y el mozo del bar (dentro del texto) confirman sus hipótesis: tal vez son todos poetas.
Sin duda, los títulos tienen un papel relevante para la reconstrucción del sentido del relato tal como sucede en “Segundo tomo”. Las palabras clave operan como un entramado de secuencias que conducen paso a paso a corroborar el nombre del protagonista y a disfrutar del desvelamiento. Al decir de Liliana Massara en la contratapa, este libro presenta “un espacio de brevedades con movimientos literarios profundos”.
La ilustración de la tapa es una acuarela de Mirtha Iris Olivera y la foto del cuadro de Ismael Gómez.
© LA GACETA
Elena V. Acevedo