Mercantilización 1 - Deber cívico 0

EN LA ESPERA. Decenas de personas se agolparon en el acceso de la escuela San José, en Yerba Buena, a la espera de la habilitación de las mesas. EN LA ESPERA. Decenas de personas se agolparon en el acceso de la escuela San José, en Yerba Buena, a la espera de la habilitación de las mesas. LA GACETA

Son las 9.15 y una mujer se para ante el grupo de más de un centenar de ciudadanos que está esperando, expectante, en el ingreso de la escuela San José de Yerba Buena. La calle Avellaneda al 400 está cortada. Los autos van y vienen por las calles aledañas y se hacen nudos con los vehículos que no encuentran por dónde salir. Cada uno de los autos, taxis o camionetas están identificados con un curioso sistema alfanumérico que no esperan participar de una ecuación matemáticas. Sirve para identificar quién paga el acarreo y a quién debe votar el acarreado.

La mujer alza la voz como si tuviera un megáfono invisible. “Lamentablemente, muchos presidentes de mesa no han llegado. No se pueden armar esas mesas para votar, así que les pido paciencia. Si alguno de los que está aquí quiere pasar, para ser autoridad de mesa, lo anoto ya. Les recuerdo que la Junta Electoral paga por esa tarea”. Los oyentes se miran, hacen un silencio que dura unos segundos.

“¿Cuánto pagan?”, empiezan a preguntar voces anónimas. Otros toman el celular y se comunican con alguien que podría ser su referente político o su compañera de vida. “Jefa, aquí están diciendo que no hay mesas armadas y nos ofrecen ser presidente de mesa. ¿Qué opina? ¿Qué hacemos?”. Los llamados se suceden. Los murmullos siguen y nadie se anota.

Está escena no es exclusividad de esta zona de la provincia. Se repite en la Capital. Largas colas de hasta más de una cuadra en Belgrano al 3.400 o en la misma avenida a pocas cuadras de la avenida Mitre. En la escuela Mármol la impaciencia empieza a poner nervioso a candidatos y autoridades de mesa.  

El gran dilema

La ley establece que si algún presidente de mesa faltara, un ciudadano (solía ser el primero que estuviera en la escuela) debería asumir esa responsabilidad. Está claro que si debía trabajar durante el día no podía cumplir la tarea y por lo tanto alguien debería reemplazarlo. Pero hace unas horas la disyuntiva que se planteaba en la puerta de más de una escuela es si el ciudadano que estaba en la puerta porque era “acarreador” estaba trabajando. Aquellos que preguntaban cuánto pagaba la junta en el acto sumaban y restaban para ver si la ecuación les convenía. ¿Dónde cobraría más? ¿Acarreando, fiscalizando, votando, llevando comida o cumpliendo con el deber que le planteaba la encrucijada democrática?

Esta trabazón que sufrieron los tucumanos en el comienzo del acto comicial es un detalle que vuelve a poner sobre el tapete la comercialización del voto y de todo el ejercicio de cumplir con un deber cívico. La imposibilidad de cubrir las ausencias de los presidentes de mesa deja al descubierto cómo la mercantilización de la política le ganó esta mañana un pulseada a la responsabilidad cívica.

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