La feria de Simoca recuperó su brillo y espera al turista

Ya pasó la tercera semana de las siete y comienza el momento de mayor movimiento.

LA ENTRADA. Los clásicos ranchos de la feria, llenos de gente. LA GACETA/FOTO DE OSVALDO RIPOLL LA ENTRADA. Los clásicos ranchos de la feria, llenos de gente. LA GACETA/FOTO DE OSVALDO RIPOLL

La 43° Fiesta Nacional de la Feria de Simoca recuperó el colorido de los mejores tiempos. Atrás quedó, ya sin limitaciones, la sombra de la pandemia del Covid-19, que había obligado a la suspensión de la celebración. La explosión masiva de visitantes se espera para esta semana, cuando se inicien las vacaciones en Buenos Aires.

ESCENARIO. El “Virgilio Carmona” tuvo la visita de Rimoldi Fraga. LA GACETA/FOTO DE OSVALDO RIPOLL ESCENARIO. El “Virgilio Carmona” tuvo la visita de Rimoldi Fraga. LA GACETA/FOTO DE OSVALDO RIPOLL

La feria exhibe, en tanto, los esfuerzos de superación que, en medio de la crisis económica, están embarcados los emprendedores rurales. La celebración, que en su tercera jornada (de un total de siete) reunió a miles de visitantes, representa un importante estímulo a favor de los ingresos de vendedores de artesanías, dulces, comidas, pequeños granjeros, productores de hortalizas, quesos y derivados de la caña de azúcar. Son más de un centenar que estuvieron a punto de extinguirse durante la pandemia y que ahora, peleando contra la inflación que impacta en los precios de los insumos, costo de producción y ganancias, están nuevamente de pie. “Vengo aquí desde hace 20 años. El peor momento lo pasamos durante la peste. Ahora las cosas no están bien, pero se vende para sobrevivir” contó doña Nora Rodriguez de Melcho. El huevo “casero” o de campo, elogiado por ser rigurosamente orgánico, está cotizado a $1.000 la docena. La bandeja de 30 está a $2.500. El de granja se vende mucho más barato: $1.500. “Las aves alimentadas con productos naturales dan huevos con un nivel nutritivo mucho mayor que los otros. Y eso se nota en la yema de un amarillo intenso” advirtió doña Nora.

HUEVOS DE CAMPO. Productos orgánicos, bien cotizados. LA GACETA/FOTO DE OSVALDO RIPOLL HUEVOS DE CAMPO. Productos orgánicos, bien cotizados. LA GACETA/FOTO DE OSVALDO RIPOLL

Norma Fernández, de Güemes, tiene 30 años de feriante y celebra que la fiesta haya recuperado el brillo eclipsado por la pandemia. “Ahora la estamos peleando. Lo que se gana no alcanza para mucho. Pero por suerte estamos vendiendo porque viene mucha gente” dijo. Norma vende arrollados de cerdo, chorizos, tamales, arrope de chañar, tabletas de miel de caña y alfeñiques.

LA PARRILLA. Una de las atracciones del predio simoqueño. LA GACETA/FOTO DE OSVALDO RIPOLL LA PARRILLA. Una de las atracciones del predio simoqueño. LA GACETA/FOTO DE OSVALDO RIPOLL

Los quinchos habilitados para la venta de comidas son unos 60, incluidos los ubicados en el predio de la fiesta, de costado al escenario Emilio Carmona. Por ahí este sábado desfilaron una veintena de artistas. Entre los invitados estuvo Roberto Rimoldi Fraga (78). Fue el encargado, junto al intendente Marcelo Herrera, de arriar la bandera en el marco del inicio de los homenajes por el Día de la Independencia. El sector nuevo es denominado “quincho colonial” y se trata de una estructura de cemento cubierta, con planta alta, de unos 70 metros de extensión. Ahí se podía degustar tamales a $500 la unidad, la tira de asado (de cerdo, vaca y cabrito) a $2.000, el plato de locro a $1.200 y la docena de empanadas a $2.000.

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