A un siglo del nacimiento de Favaloro, el creador del Bypass que no pudo derrotar la corrupción

El eminente médico e intelectual revolucionó la cardiología mundial. Principios éticos. Un trágico final.

A un siglo del nacimiento de Favaloro, el creador del Bypass que no pudo derrotar la corrupción

Una bala pendula en los pensamientos. En el espejo de lo oscuro, observa la alegría de una pareja que abraza y besa a un changuito ese jueves 12 de julio de 1923, en el barrio El Mondongo, de La Plata. Juan Bautista, el padre carpintero tal vez augura que su cachorro llegará lejos como “manosanta”. Se recibe de médico. Para confirmar su puesto de médico auxiliar en el Hospital Policlínico en 1949 debe adherir al peronismo. Declina el ofrecimiento. Acepta reemplazar al único médico de Jacinto Arauz, villorio pampeano de unos 3.500 habitantes, que se halla enfermo y al poco tiempo, morirá. La ruralidad médica lo cautiva durante 12 años. Logra bajar la mortalidad, la desnutrición y crea un banco de sangre.

Las enfermedades coronarias y las cirugías cardiovasculares lo convocan. 1962.  Se instala en la Cleveland Clinic, en Ohio, para hacer una residencia. 1967. Inventa el bypass, técnica quirúrgica de revascularización miocárdica, que le brinda prestigio internacional. 1970. Publica el libro “Tratamiento quirúrgico de la arteriosclerosis coronaria. Al año siguiente, opera en el sanatorio Güemes, en Buenos Aires. 1975. Crea la fundación que lleva su nombre, clínica y centro de capacitación en el que estudian alumnos de distintas geografías. 1980. Crea el Laboratorio de Investigación Básica, manteniéndolo con dinero propio, que luego se convierte en el Instituto de Investigación en Ciencias Básicas del Instituto Universitario de Ciencias Biomédicas, base de la creación, en agosto de 1998, de su universidad. “En cada acto médico debe estar presente el respeto por el paciente y los conceptos éticos y morales; entonces la ciencia y la conciencia estarán siempre del mismo lado, del lado de la humanidad… Estoy convencido de que a esta sociedad consumista, cegada por el mercado, la sucederá otra que se caracterizará por el hecho trascendente de que no dejará de lado la justicia social y la solidaridad”, sostiene. 2000. La Fundación atraviesa por una difícil situación, como acreedor de grandes deudas del PAMI y otras obras sociales, y endeudada en unos 18 millones de dólares. Pide ayuda al Gobierno argentino, sin recibir una respuesta oficial.

Generosidad

“Lo conocí en 1984, cuando luego de rendir el ingreso para la residencia en cirugía cardiovascular en el Sanatorio Güemes que era el comienzo de la Fundación Favaloro, comienzo ya a realizar mi formación en cirugía cardiovascular. En ese entonces en el mundo ya era una celebridad por lo que él había logrado con la organización del primer bypass coronario en 1967 en la Cleveland. Durante mi estadía en el sanatorio Güemes, en mi formación, en múltiples ocasiones demostró toda su generosidad para la formación de todos los residentes y sus discípulos. Era una persona muy generosa que realmente transmitía todo su conocimiento con gran humildad y generosidad”, evoca el cardiocirujano tucumano Julio Dantur, director médico del Centro Privado de Cardiología, en cuya inauguración en 1989, estuvo presente Favaloro.

Según Dantur, la importancia en la cardiología de Favaloro radica, no tan solo en lo que fue el primer bypass coronario que significó comenzar con el tratamiento de las enfermedades coronarias, salteando la obstrucción con el bypass, sino también en el aporte continuo en cada una de las nuevas técnicas que se iniciaron, dándole apoyo al inicio de la angioplastia y al trasplante cardíaco, realizando los primeros trasplantes cardíacos en Argentina, luego de Benetti en el sanatorio Güemes. “Un fin de semana, en el monumento a Güemes, nos encuentra a los residentes jugando al fútbol. Detiene su auto y nos intima a dejar de jugar porque él no iba a formar futuros cirujanos cardiovasculares que pusieran en riesgo las manos, que eran lo más preciado que podíamos tener. Se preocupaba no sólo por formarnos, sino para que luego con nuestra formación pudiéramos transmitir lo que él nos enseñaba. Ello quedó para siempre para mí marcado”, afirma Dantur.

Adicto al trabajo

Luego de concluir su residencia, ingresó a la Fundación en el primer grupo cuando era un anexo del sanatorio Güemes. “Lo conocí profesionalmente un día que estaba de guardia, era 24 de diciembre y lo vi salir del ascensor a las dos de la mañana, o sea que estaba operando el 24 de diciembre a la madrugada; era un adicto absolutamente al trabajo y un tipo que tenía una pasión realmente total por el trabajo. Fue tan importante en la cardiología como Neil Armstrong caminando en la Luna. Fue el primer tipo que se le animó a las arterias coronarias, siendo esta la causa más importante de mortalidad en el mundo. Lo hizo siendo un médico externo a la Cleveland Clinic, donde mostró su valía. Es impactante cuando uno va a los congresos extranjeros, particularmente en Estados Unidos, la importancia que tiene. Él inauguró toda una época de tratamientos distintos de la enfermedad coronaria”, evoca el cardiólogo tucumano José María Soler, radicado hace décadas en Buenos Aires.

El especialista sostiene que Favaloro siempre combatió la relación espuria que solía establecerse entre diferentes tipos de instituciones con médicos derivantes. “Por ejemplo, les pagaban a los médicos un ana-ana de dinero por derivar los pacientes. Siempre fue un tipo extremadamente honesto, combatió la corrupción y trató de no caer en ningún tipo de arreglo con las obras sociales para que le pagaran más. Tuvo una relación económica con el gobierno de Menem que lo apoyó, pero posteriormente, un poco antes de De la Rúa, el gobierno dejó de apoyarlo económicamente”, dice.

¿Cómo podría explicarse que alguien que salvó tantas vidas haya terminado con la suya? “La otra parte -de alguna manera hay que decirlo- es que había bastantes desmanejos, respecto de la parte financiera y económica de la Fundación. La situación se fue que haciendo caótica financieramente, no se podía pagar a la gente que trabajaba para él y eso a él lo deterioró muchísimo, él cargaba sobre sus hombros esa responsabilidad. Su suicidio fue obviamente un shock muy importante para todos, pero quiso dar un mensaje. Él no tenía ninguna necesidad de volver a la Argentina, era un tipo sumamente reconocido en la cirugía cardiovascular; podía vivir perfectamente en Estados Unidos sin ningún tipo de problema y sin embargo, se vino a la Argentina a hacer el país y terminó como terminó. El mensaje que él quiso dar fue: ‘Ni yo pude pelear contra toda la corrupción’. Él pensó que con su prestigio tenía la espalda suficiente para decir: “Soy Gardel y Le Pera” y era verdad, era Gardel y Le Pera, pero aún ni siendo así lo consiguió”.

No alcanza

Ha sufrido demasiado este país. Sus máximos logros profesionales: el bypass y su Fundación, siguen vivos. Ejemplo de que la nobleza, la vocación, el amor por esta tierra y las acciones individuales, no alcanzan para cambiar esta Argentina que desde hace 207 años no ha podido lamentablemente hacerle un puente a la frustración, donde cada vez se vive peor, cuya clase dirigente es el espejo de lo que somos. La lucha individual es poco eficaz y puede conducir a un final trágico. Sin acciones colectivas, sin unión tras objetivos comunes y el compromiso de la sociedad, es difícil construir un futuro digno. 2000, julio 29. Quizás ese sábado, la indiferencia, impotencia, la angustia, la depresión, la soledad, jalan del gatillo de la muerte y la bala revienta el corazón de René Gerónimo Favaloro.

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