El informe de los productores agrícolas y ganaderos sobre el estado de las rutas provinciales 324, 329 y 334 marca la urgencia de comenzar a resolver problemas de caminos de la producción que se encuentran en “abandono total” desde hace, por lo menos, ocho o 10 años, según expresaron a LA GACETA.
Se trata de vías del sur provincial que conectan con las rutas 157 y 57, que van camino hacia los puertos y son destinados a exportación y también llevan a los grandes centros de la Argentina, como Córdoba, Santa Fe y Buenos Aires. La 329 y la 334 son corredores productivos por los que se transportan zarzamoras y berries, citrus, caña, granos y ganadería caprina, y por la 334 se manejan importantes cantidades de ganado vacuno.
Particularmente esta última presenta un estado de desastre porque ha sido destruida por las bajadas sin control de las aguas en las cuencas del río San Francisco y de los arroyos La Posta y El Sueño. Problema del que se viene dando cuenta desde hace más 10 años cuando se relata cómo se destruyó el paso que antes tenía apenas una alcantarilla y ahora es un socavón de 300 metros de ancho.
Los productores dicen que el pésimo estado de las rutas -llenas de pozos e irregularidades- rompe los transportes y los obliga a buscar otros caminos, lo que genera que el productor tenga que pagar costos más altos y que no pueda cumplir con sus compromisos. “Es mucho más costoso producir sin infraestructura que con una en buenas condiciones”, dijo uno de ellos y advirtió que se trata de rutas provinciales, que son asunto elemental porque las redes secundarias y terciarias prácticamente no existen en algunos lugares. “Tucumán está sufriendo una regresión única en el mundo. Somos el único país donde pasamos del asfalto al ripio y a la tierra”, ironizó otro, puesto que se comparó además la situación de nuestra provincia que se diferencia de otras del mismo noroeste que no parecen padecer este problema, al menos no con esta gravedad. También destacaron que esto afecta no sólo a la economía sino a la misma sociedad, que ve afectada su vida cotidiana, al quedar limitada o sin posibilidades de tener servicios de educación, salud o de comunicaciones.
Al respecto, funcionarios anteriores de Vialidad dijeron en varias ocasiones que el ente no tenía presupuesto para mantenimiento, al tiempo que reconocieron que el 70% de los caminos estaban en estado regular o malo. Las actuales autoridades han prometido cambios, han señalado que hay tareas que se están realizando pero también han advertido que hay problemas burocráticos y otros, como el de la ruta 334, que está en una cuenca devastada, que requieren un trabajo complejo y de largo plazo de varias áreas del Estado.
Parece importante, en este sentido, que se busquen alternativas para hacer frente a problemas que llevan años agravándose y uno de los puntos principales debería ser abrir el diálogo con los productores y establecer una mesa de trabajo común. Los caminos fundamentales en la sociedad deberían tener siempre adecuado mantenimiento, y en ese sentido se debe cambiar las estrategias que han llevado a esta situación.