Estamos en tiempo de cambios sustanciales en la educación, jaqueada por una crisis de calidad expuesta con crudeza, por ejemplo, en resultados de pruebas comparativas internacionales, y por los desafíos del mundo tecnologizado que ya nos pisa los talones. Así quedó planteado en el reciente foro educativo Innoved realizado en Tucumán, y así lo analizaron dos expertos en educación consultados por LA GACETA, que trataron tanto el problema social de la educación como las dificultades de la docencia. “Sin educación de calidad no hay ascenso social”, dijo la experta Paola Delbosco. “Este es el siglo de la ciencia y la tecnología y, en este sentido, si no reformulamos nuestra educación, perdemos competitividad, además de consolidar la desigualdad”, añadió Alieto Guadagni.
Los datos sobre lo que el experto Guillermo Jaim Etcheverry llamó “la tragedia educativa” –quien hace años advirtió que se perdía la “cultura del esfuerzo”- indican inquietantes detalles de esta emergencia. Desde el comienzo de la democracia hasta hoy hubo una serie de hitos históricos que marcaron avances en materia educativa. Uno es el informe de Argentinos por la Educación que señala que el 46% de los alumnos de tercer grado no alcanza los niveles mínimos de lectura. Otro que señala que solo 13 de cada 100 estudiantes que comenzaron primer grado en 2011 llegaron al final de la secundaria en el tiempo teórico esperado (en 2022) y con conocimientos satisfactorios de Lengua y Matemática. La cifra, basada en datos posteriores a la pandemia, supone un retroceso con respecto a los resultados de cohortes previas de alumnos, como las de 2005-2016 y 2009-2020.
Delbosco, doctora en Filosofía y presidenta de la Academia Nacional de Educación analizó que “si simplemente alguien pasa a través de las aulas, pero no crece como persona, luego no crece dentro de la sociedad porque carece de elementos y de la autoestima suficientes para insertarse de manera activa”. Guadagni, por su parte, puso énfasis en que los estudiantes que van a las escuelas privadas se gradúan mucho más que los que van a escuelas estrictamente públicas. “De cada 100 chicos que ingresan a la escuela pública sólo se gradúan 41 en el país, mientras que en las escuelas privadas el número es de 75. Es decir que la deserción escolar se concentra en los más pobres. Es gravísimo”. Agregó, en este sentido, que una de las tareas del sistema educativo es corregir las desigualdades de origen. “En todo el mundo, los no educados terminan siendo pobres: en la Argentina, esto se agrava por el hecho de que los pobres, además, terminan siendo no educados”.
Las ideas de cambio abarcan desde la capacitación, que implica una estrategia integral al respecto hasta la búsqueda de soluciones alternativas para ni generar estancamiento junto al diagnóstico negativo, como dijo Delbosco, que plantea despertar en los chicos el interés por el conocimiento. Se habla de revisar las currículas sobre los profesorados, otorgar jerarquía académica y salarial a la docencia, ampliar el horario de clase hacia la jornada completa o extendida, mientras se debate el proceso completo de cambio. En los 80 y los 90 el país debatió estrategias y planteó nuevos programas. Después pareció decaer el interés frente a los desafíos educativos. Ahora es tiempo de ocuparse y eso incluye también a la clase política, la cual, según describe Guadagni, abandonó la escuela pública”.