Fuerte operativo.- Tal como lo había anticipado el jefe de Policía, Joaquín Girveau, para garantizar la seguridad durante el desarrollo del debate, se realizó un fuerte operativo de seguridad en el que se movilizaron unos 100 efectivos. Hubo un grupo que acompañó al personal del Servicio Penitenciario que trasladó a Miguel Figueroa desde el penal a Tribunales. El edificio del Poder Judicial también tenía custodios: en cada esquina había una formación que se encargó de hacer vigilancia. En el cuarto piso, se destinó una veintena de efectivos para realizar el control de ingreso y evitar que no se registraran incidentes.
No se podía mover.- “Miguelón” Figueroa estuvo vigilado por cinco efectivos del cuerpo de Élite del Servicio Penitenciario. A la hora de declarar, fue acompañado por dos que se colocaron a su lado. Uno de ellos se descompensó en plena audiencia y tuvo que ser asistido. Fue el único momento de tensión que se registró en la primera jornada del juicio.
Vestimenta.- Figueroa sorprendió a propios y extraños con el look con el que se presentó en la audiencia. Tenía una remera estampada Lacoste, un pantalón de vestir chupín y zapatillas Puma. Lució un reciente y prolijo corte de cabello. El acusado esquivó las cámaras y se negó a realizar declaraciones.
Quejas.- En su declaración, Figueroa no sólo negó haber sido el autor de las amenazas, sino que además cuestionó haber sido castigado por las autoridades del Servicio Penitenciario. “Me quitaron el celular y soy el único en el penal que no tiene contactos con los familiares. ¿Me pueden explicar cómo puede ser?”, se preguntó el imputado.
Ausencia.- En la audiencia no se presentó ningún familiar del acusado. Su defensor, Macario Santamarina, confirmó que prefirieron no asistir porque temen a los familiares de la víctima. En la sala sólo se pudo advertir que había tres allegados que forman parte de la querella. Hoy se hará la segunda audiencia del debate.