Amelia Nieva Rodríguez - Ingeniera Biomédica de la UNT / Miembro del Centro de Estudios de Gobernanza Global / Formuladora de Proyectos
Los que como yo crecimos leyendo siempre que “las Malvinas son argentinas”, pero sin entender en el fondo por qué en realidad no lo eran, o sin entender por qué nuestros padres o abuelos combatieron allí, creo que podemos tener una mirada más profunda sobre las Malvinas y la disputa territorial que la involucra. Voy a plasmar de la manera más fiel que me resulte posible todo lo que pude conocer en mi viaje a las Islas de marzo de este año, en las enriquecedoras clases que tomé con Paula Vernet (tatara tatara nieta del primer gobernador de la Malvinas) y en el relato de mi antigua compañera de trabajo, Marcela Leonor Baldiviezo, una de las enfermeras que prestó servicio en la guerra, la única mujer tucumana.
Recuerdo que mi abuela contaba que tejía abrigos para mandar a los jóvenes de la Guerra de Malvinas: sin dudas cuando visité el archipiélago podía imaginar el frío que habrían sentido. El viento cala hasta los huesos y a veces hasta dificulta el acto de respirar. Lo que me hizo contener la respiración fueron las historias sobre los soldados que pasaban hambre y frío durante la visita al Historic Dockyard Museum, en Puerto Argentino/Stanley. Pude ver dos imágenes impactantes: en un caso, una nota de un soldado argentino que pedía comida a una familia isleña y, en el otro, un mensaje que prohibía a cualquier personal de las fuerzas armadas argentinas comprar comida a los isleños.
Hasta no hace mucho tiempo pensaba que ir a una guerra contra Inglaterra sin duda fue una mala decisión, máxime siendo la Argentina un país pacífico y sin entrenamiento militar en general. Sin embargo, estaba muy errada. No tuve en cuenta lo avanzados que fuimos en su momento en cuestiones militares y en desarrollo nuclear.
Una gran profesional y durante muchos años compañera de trabajo en el Hospital de Concepción, la enfermera Marcela Baldiviezo, prestó servicios durante el conflicto. Es algo que supe por casualidad. Conmueve su relato sobre los momentos en los que le tocaba curar los pies congelados de los soldados. Ella reflexiona: “éramos criaturas, éramos jóvenes”. Esto a mí me hace pensar que desde el poder se declara la guerra, pero son los jóvenes los que van a morir en ella.
Grande fue mi sorpresa al visitar las Islas, y ver que los habitantes cuentan la historia de la invasión de soldados argentinos con imágenes impactantes de tanques de guerra, barcos y helicópteros. Relatan que la presencia de soldados aterrorizaba a la población: nunca lo había visto desde esa perspectiva.
¿Por qué decidimos hacer un intento de recuperar las Malvinas en 1982? ¿Cuándo fue nuestra? Después del primer grito de libertad en 1810, las Provincias Unidas del Río de la Plata sucedemos a España en cuanto al territorio y este incluye las Islas (principio del “uti possidetis”). El nuevo Gobierno de las Provincias Unidas rápidamente elabora un reglamento de pesca para la zona y hace concesión del usufructo de la Isla Soledad a Don Jorge Pacheco en sociedad con Luis Vernet para un emprendimiento comercial. Vernet comienza sus viajes a la Isla Soledad; realiza los mapas y levanta una colonia de 120 personas, con el permiso de Balcarce, por tres años. La colonia estaba habitada por argentinos, ingleses y alemanes. También había gauchos, afrodescendientes y nativos originarios.
La economía empezó a florecer. Esta nueva tierra es tan fecunda que, el 5 de febrero de 1829, nace en las Islas la cuarta hija de Vernet, a la cual decidió llamar Malvina. Ese mismo año, Vernet es designado primer gobernador político y militar de las Malvinas. Una de sus primeras medidas fue prohibir la pesca a los buques extranjeros, lo que molestó a los ingleses y a marinos de otras nacionalidades, entre ellas la estadounidense. El asentamiento de Vernet fue agredido y la población, apresada y obligada a retornar a Buenos Aires.
El sueño de prosperidad se vio convertido en una colonia en ruinas y semidespoblada. Con la llegada del comandante político militar Esteban Mestiver se intentó restablecer el orden, pero este fue asesinado en un motín. Las protestas formales contra el gobierno de los Estados Unidos cayeron en un saco sin fondo. Sin perder el tiempo, los ingleses aprovechan esta debilidad y en enero de 1833 llega el buque de guerra “Clio”, somete a las autoridades y a la población, y reivindica los territorios como pertenecientes a la Corona Británica.
Quizá sea más fácil imaginar el resto de la historia ocurrida hasta la fatídica Guerra de 1982. Este tiempo estuvo lleno de actos y de protestas legales, de resoluciones, de alegatos y de rondas estériles de negociación. Pero, ¿por qué ambos países creemos que las Islas nos pertenecen?
Cuando llegué a las Malvinas recibí un mapa turístico en la oficina de información. Allí puede leerse un pequeño fragmento de historia, donde los ingleses cuentan que el navegante inglés John Davis hizo el primer avistamiento confirmado de las Islas en 1592 y que en 1833 reafirmaron su soberanía.
Más conocimiento en historia y derecho pude obtener en las clases de Paula Vernet, donde me contó que, en la expedición de Magallanes en 1520, Esteban Gómez descubre las Islas Malvinas para la Corona española. Luego de 72 años, la Corona inglesa relata su primer avistamiento.
En esa época, para adquirir territorios bastaba con avistar un lugar e informarlo para que se ocupara efectivamente, con lo cual cualquiera de estos avistamientos parecía ser lo adecuado para que las Islas formaran parte de la Corona española o de la Corona inglesa. Pero, ¿quién las agarró primero?
Después de 200 años de los primeros avistamientos, comienza una expedición inglesa a las Islas, lo que hizo que la Corona española se alborotara y notificara a su par británica, mediante la Corte de Madrid, un mensaje claro: no podían no asentarse en las Islas.
La cercanía no basta
Las Malvinas parecían ser muy seductoras y en 1764 aparece otro interesado más en la escena: Francia. Louis Antoine de Bougainville es el primero que se establece en Puerto Louis mientras que dos años más tarde se ubican los ingleses en Port Egmont, en la Isla Saunders. La Corona española gozaba de poder, influencia y dinero, y rápidamente los franceses ceden su ocupación y el Puerto Louis toma el nombre de Puerto Soledad. En cuanto a los ingleses, se medían como iguales y las fuerzas españolas tomaron por la fuerza Port Egmont y sus habitantes fueron evacuados en 1770. Un año después, el embajador español en Londres devuelve Port Egmont a los ingleses sólo para ser habitado, con la cláusula que este gesto no tendría efecto en los derechos soberanos de España sobre las islas Malvinas. Londres consintió esta declaración y años más tarde abandonó voluntariamente la Isla.
Entonces, España vio primero las Islas, pero Inglaterra se asentó primero. Los ingleses reconocieron la soberanía española, pero luego declararon su soberanía sobre las Islas cuando la Argentina tenía una colonia y un gobierno en Malvinas.
Me costaba entender al final quién tenía la soberanía. Pero un día aprendí que en el derecho internacional existe algo que se llama fecha crítica, que es un punto en el tiempo en el que se cristaliza la polémica y todo lo que ocurre después no puede ser usado. A la Argentina le conviene marcar algunas fechas como críticas y a Inglaterra, otras.
Hasta el día de hoy las Islas Malvinas son un territorio en conflicto de soberanía. En la página de las Naciones Unidas pueden descargarse documentos en español donde se llama Islas Malvinas, pero su nombre en inglés aparece al lado entre paréntesis. De la misma manera sucede cuando descargamos los documentos in inglés con el nombre de Falkland Islands. En las Naciones Unidas hay un comité especial de descolonización. Hasta el día de hoy quedan 17 conflictos de soberanía y la mayoría implican al Reino Unido.
Después de comprender todo esto, todavía me quedaban dos dudas importantes. La primera es que, si Malvinas están más cerca de la Argentina que de Inglaterra, ¿no está claro que es nuestra? Paula Vernet me explicó que la contigüidad no es un título válido para el derecho internacional, o sea, no importa qué tan cerca estemos, solo importa cómo se obtiene el territorio.
Mi última duda es: ¿podremos llegar a un punto donde ambos países estemos de acuerdo? ¿Será posible que ambos lados dejemos de ver sólo nuestra parte de la historia y logremos llegar pacíficamente a un punto que nos beneficie a ambos? Quizás lo logremos o quizás sólo sea una utopía. Pero estoy segura que cada noche rezaré para que así sea.