Atahona está ubicada sobre la ruta 157, aproximadamente a 84 kilómetros de San Miguel de Tucumán. Allí las viviendas de los pocos habitantes se encuentran distanciadas unas de otras; algunas están a 200 o 500 metros e inclusive a un kilómetro. Sin embargo, la lejanía no evitó que los vecinos se enteraran de la violencia que reinaba dentro de la casa donde vivía Benjamín, el niño de 3 años que habría sido asesinado por su padre y de quien podrían ser los restos óseos que encontraron ayer durante un rastrillaje realizado a poca distancia de su hogar.
Uno de los testigos de ese contexto de violencia es Néstor Beltrán, el vecino más próximo que tenía la familia de Benjamín, que vive a 200 metros.
Beltrán describió a J. L., el padre del menor, como una persona agresiva y contó que tuvo inconvenientes con él, ya que -dijo- este aprovechaba cuando Néstor se iba a la feria de Simoca para entrar a su casa y robarle sus herramientas de carpintería. “Yo me iba a avisarle a la Policía pero nunca me reconocían la denuncia”, dijo.
Además mencionó que solía escuchar gritos constantemente cuando el hombre retaba a sus hijos, los mandaba a limpiar y a trabajar. “Los trataba a los nenes con agresividad y no les daba de comer; yo los veía flaquitos. Él parecía que consumía drogas por la forma en la que se veía; a ella la veía bien pero casi nunca estaba con los chicos; en un momento pensaba que no era su madre”, manifestó.
Respecto de la violencia física, Néstor relató varias situaciones en las que vio lastimados a la mujer y a los niños. “Este año la corrió tres veces con un machete por la ruta. Ella iba a pedirles ayuda a los vecinos y a veces se escondía ahí. Varias veces la vi golpeada, con los ojos morados y los dedos quebrados. Al hijo más grande también lo vi varias veces con golpes en la cabeza. Siempre hubo violencia en esa casa”, dijo.
El vecino contó que se enteró del posible homicidio de “Benja” a través de los medios de comunicación. Sin embargo dijo que ya había notado su ausencia desde hace un tiempo. “Siempre andaban los tres juntitos, cuando vi que faltaba uno, le pregunté a la madre dónde estaba y me contestó que se había ido a lo de un tío”, señaló Beltrán.
Gaitán vive en una finca ubicada del otro lado de la ruta. A pesar de que la casa se encuentra casi al extremo del terreno y que él no sale mucho de allí, contó que conoce a los tres menores y a sus progenitores.
Sobre J. L., contó que se acercó una vez a pedirle trabajo. Al comienzo el hombre no se lo negó, “pero cuando me enteré de que andaba en fulerío con droga y preso le dije que no. Antes trabajaba en el achurero que está a un kilómetro pero lo echaron de ahí porque robaba cosas”.
Al igual que Néstor, coincidió al señalar que notó que el hijo más grande tenía heridas cuando lo veía pasar para ir a la escuela. “También se decía que la mujer sufría violencia, pero la verdad es que yo nunca vi nada porque sólo salgo de acá para ir a hacer compras”, indicó el sereno.
Gaitán dijo que la noticia conmocionó a los vecinos. “Realmente me sorprendió; es una desgracia. Pensar que hay tantas familias que quieren tener hijos y no pueden; yo no entiendo cómo no lo dieron en adopción”, se lamentó.
Rastrillaje
Los investigadores, por orden del fiscal Miguel Varela, iniciaron el rastrillaje el martes. Una vez que la oscuridad dificultó la tarea pausaron la búsqueda y la reanudaron ayer a las 8.
Durante más de cinco horas personal de la Unidad Regional Sur, los bomberos,, peritos del ECIF y personal de la Fiscalía recorrieron los alrededores de una laguna -que se encuentra aproximadamente a 150 metros de la vivienda donde vivía la familia- en búsqueda de los restos del menor.
A las 13.30 frenaron para almorzar pero ya tenían un importante avance: la perra rastreadora Alma ayudó a delimitar el perímetro gracias a una sábana. A las 14 retomaron la búsqueda y minutos antes de las 16 encontraron los restos que presumiblemente pertenecen a Benjamín.
Sus padres afrontarán hoy una audiencia de formulación de cargos donde podrían ser acusados de delitos que contemplan la pena de prisión perpetua.
Hace una semana, uno de los dos hermanitos del pequeño, en una entrevista de Cámara Gesell relató que la última vez que había visto a “Benja” fue después de que su padre lo castigó. Incluso, según contaron fuentes judiciales, refirió que el progenitor lo había envuelto en una tela y llevado al monte.
Ese dato fue clave para que se encontrara el cuerpo. Los pesquisas recibieron en las últimas horas una información clave. Varias personas señalaron que habían visto al acusado llevando un bulto que enterró cerca de la laguna donde llevaron a cabo el rastrillaje. Otros dijeron que lo habían visto varias veces por el lugar.
El terreno al que se refirieron los testigos es de difícil acceso. En esta época del año, la laguna comienza a vaciarse por lo que gran parte de su alrededor está llena de lodo. Además, está rodeada de un tupido monte formado por árboles y arbustos. Por esa razón, la búsqueda fue mucho más lenta de lo esperado.
Al no haber encontrado ningún indicio, el fiscal pidió ayuda. A media mañana ingresó al lugar una retroexcavadora con pala mecánica para avanzar con la búsqueda. La máquina dejó al descubierto un pedazo de sábana con estampados de Pokemón. La misma fue olfateada por Alma, la perra de los Bomberos Voluntarios de Yerba Buena que colaboraron junto a los de Tafí Viejo en la búsqueda. El animal rápidamente encontró el rastro y marcó un lugar. Ahí comenzó otro tipo de tarea.
Bajo dirección del arqueólogo del Ministerio Público Fiscal, Alejandro Leiva, con sumo cuidado se inició una excavación. Allí encontraron en una especie de bolsa de arpillera los restos de lo que sería un niño. Pese a que sólo encontraron elementos óseos y algunos cabellos, Varela confirmó que servirán para realizar pericias genéticas que confirmarán su identidad. “Todo parecería indicar que se trata de Benjamín”, sostuvo el investigador. Los especialistas sostienen que podría llevar enterrado allí como mínimo 10 meses.
Los restos serán analizados para evaluar si se puede establecer la causa de la muerte del pequeño. En principio, según relataron sus hermanitos, habría sido ultimado con un bloque de cemento, elementos que fueron encontrados en las inmediaciones de vivienda. “Vamos a pedir que sean secuestrados y peritados a los fines de ver si se encuentran restos biológicos”, adelantó el querellante Álvaro Zelarayán.
Varela, en una audiencia que se realizará hoy, imputará formalmente a los padres de Benjamín. El representante del Ministerio Público consideró que J. L. fue el autor del filicidio. Mientras que la madre del pequeño, R. G., habría tenido una participación secundaria en el crimen, por lo que los acusaría a ambos del homicidio agravado por el vínculo.
Pero en el debate se produciría otra novedad. A los progenitores también los acusarían de lesiones agravadas por el vínculo, ya que los médicos que revisaron a los hermanitos de la víctima confirmaron que habían sufrido maltratos. No se descarta que cuando se conozcan los resultados de la autopsia pueda agravarse la imputación. (Producción Periodística: Micaela Pinna Otero)