Al Gobierno nacional le preocupa sobremanera la dimensión que puede alcanzar el paro anunciado por la cúpula de la Confederación General del Trabajo (CGT) para el jueves de la semana que viene. No tanto por las obvias consecuencias que acarrea siempre cualquier medida de fuerza, sino por cómo puede repercutir en un tema que se convirtió en una verdadera obsesión para el presidente, Javier Milei: la “Ley Bases”.

En concreto, en Casa Rosada temen cómo puede repercutir -o influenciar- el paro en la votación del proyecto en el Senado.

El Gobierno había cedido en algunos artículos de la reforma laboral que molestaban a los sindicalistas. Fundamentalmente, en la cuota sindical. Además, pese a las advertencias de que no lo haría, terminó homologando la paritaria de Camioneros.

Así y todo, la CGT ratificó ayer, en el acto por el Día Internacional de los Trabajadores, la huelga y la movilización, previstas para el jueves 9 del mes en curso. En la Casa Rosada están convencidos de que la decisión de mantener la convocatoria está motivada por la cercanía del líder camionero Pablo Moyano con el kirchnerismo; y con la interna de poder que este mantiene puertas adentro de la central obrera.

Los funcionarios nacionales minimizaron la actividad cegetista por el Día Internacional de los Trabajadores; pero sí se pudieron a otear el armado de la medida de fuerza de la semana que viene. En particular, intentarán desactivarla, mediante acercamientos con los dirigentes “dialoguistas”. En ese contexto, nadie descarta que los días previos al paro pudiesen darse reuniones.

El Gobierno quiere que el proyecto de la “Ley de Bases” sea sancionado por la Cámara Alta antes del 25 de mayo. Los votos están contados; y tienen abiertos varios frentes. De allí el temor a que la magnitud de aquella movilización termine inclinando el fiel de la balanza.

Uno de los principales frentes, además de la resistencia de los gobernadores de las provincias patagónicas a la restitución del impuesto a las Ganancias, es la reforma laboral.

Nexo

Al igual que sucede en el caso de las negociaciones con los referentes políticos de las oposición “dialoguista”, en pos de que prospere el proyecto que obsesiona al Gobierno, el encargado de llevar adelante estos eventuales mitines será el ministro del Interior, Guillermo Francos.

En su oficina se vienen desarrollando las negociaciones con la cúpula sindical, prácticamente desde el inicio del mandato. De hecho, en su Ministerio se llevaron a cabo las dos últimas charlas con los principales sindicalistas.

En la primera, hace tres semanas, habían aceptado asistir los cosecretarios generales de la CGT, Héctor Daer (Asociación de Trabajadores de la Sanidad Argentina -ATSA-) y Carlos Acuña (Sindicato de Obreros y Empleados de Estaciones de Servicio); el secretario adjunto, Andrés Rodríguez (Unión del Personal Civil de la Nación -UPCN-), Gerardo Martínez (Unión de Obreros de la Construcción de la República Argentina -Uocra-), José Luis Lingeri (Obras Sanitarias) y el vocero Jorge Sola.

Los funcionarios que actúan en nombre de Milei buscan mantener abierto el diálogo con los gremialistas, y están cada vez más predispuestos a hacer concesiones. En la charla aludida renglones arriba, el secretario de Trabajo de la Nación, Julio Cordero, que participa activamente de las conversaciones, transmitió a la dirigencia gremial un mensaje conciliatorio: “Este no es un Gobierno antisindical”. Pronunció tal sentencia algunos días antes de que el Gobierno aceptó homologar la paritaria de Camioneros para contentar a Moyano y retrocedió con la quita de la cuota sindical obligatoria, uno de los principales pedidos de los líderes gremiales.

No obstante, los funcionarios del Gobierno de Milei alternan esos guiños con chicanas contra los sindicalistas. “Espero que el próximo 1 de Mayo sean muchos más los trabajadores que salgan a festejar”, dijo Francos, respecto de la reducida marcha de ayer.

En ese sentido, buscarán, por segunda ocasión, detener una medida de fuerza de la CGT; la primera había sido en febrero, que resultó infructuosa.

Esta vez, en el Gobierno creen que las perspectivas son más auspiciosas. Más allá de los cruces públicos, afirman que los canales de diálogo siguen abiertos. Y prometen que a pesar de que Moyano, que no participó de ninguna reunión en Casa Rosada, sigue en duro, insistirán con convocatorias a otros dirigentes de peso, en pos de alimentar la interna cegetista. “Ellos tienen una disputa propia que tiene que ver con una lucha de poder. Los que están motorizando el paro son gente como (Sergio) Palazzo y Moyano; es algo político. Pero hay gente con la que se puede hablar”, dijo un funcionario a Infobae. Debido a esto, no se descartan encuentros durante la próxima semana, en paralelo al debate en comisión de la “Ley Bases” en el Senado.