La campaña de maíz 2023-24 ha alcanzado un récord con casi 8,9 millones de hectáreas sembradas, una cifra nunca antes vista en el país. A partir de un relevamiento satelital, se registraron 280.000 hectáreas adicionales en la región núcleo.
Sin embargo, este aumento en el área sembrada no ha sido suficiente para mitigar los efectos de la "chicharrita del maíz", un insecto transmisor del Spiroplasma que ha provocado una nueva disminución en la producción esperada. Estas conclusiones han sido incluidas en un reciente informe de la Guía Estratégica para el Agro (GEA) de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR).
Según Cristian Russo, jefe de la GEA, la situación es compleja: “Otro recorte por la chicharrita, el maíz cae tres millones de toneladas, pese a sumar 300.000 hectáreas. Hace un mes atrás bajamos de 57 millones a 50,5 y ahora hablamos de 47 millones. Si no fuera por el área adicional encontrada, estaríamos hablando de casi cinco millones de toneladas menos”.
Córdoba, el corazón maicero del país, ha sufrido el mayor impacto con una reducción estimada de 2,76 millones de toneladas en su producción, lo que ha supuesto una caída del rendimiento provincial de 11,4 quintales por hectárea respecto al mes anterior. De haberse evitado el brote de chicharrita, se esperaba que Córdoba superase los 21 millones de toneladas de producción.
El informe de GEA destacó también recortes significativos en las provincias del Norte, como Santiago del Estero y Chaco, donde se han registrado pérdidas masivas de áreas que no serán cosechadas para grano comercial, con rindes que oscilan entre 10 y 40 quintales por hectárea. Russo describió el escenario como “un desastre impresionante”.
A nivel nacional, con un 25% de la cosecha completada, se observó un atraso del 7% en las labores, respecto del año anterior, complicando aún más el panorama para los productores locales.
A pesar del aumento en el área sembrada, un total de 1,42 millones de hectáreas no entrarán al circuito comercial, impactando directamente en la estimación de producción total, que se sitúa en 47,5 millones de toneladas, un 32% más que el ciclo anterior pero muy por debajo de los niveles esperados.
Mientras tanto, otros cultivos, como el trigo y la soja, enfrentan sus propios desafíos. El trigo anticipa una mejora en las condiciones de siembra para el ciclo 2024-25, aunque la decisión final de los productores aún no está clara debido a los costos crecientes y la preocupación por completar la cosecha actual.
La soja, por otro lado, muestra un avance en la cosecha del 44%, aunque se encuentra retrasada en un 30% respecto a una campaña “normal”.