Resulta imposible separar la reunión de gobernadores peronistas en la Casa Rosada con la implosión que sufrió el PRO en la misma semana. Porque, indudablemente, la aprobación de la Ley Bases no sólo activó la segunda etapa de la gestión de Javier Milei, sino que aceleró los movimientos políticos. En particular, entre quienes se presentan como oposición y como aliados al gobierno libertario.

El martes, el tucumano Osvaldo Jaldo y sus pares Gustavo Sáenz (Salta) y Raúl Jalil (Catamarca) se reunieron con el jefe de Gabinete, Guillermo Francos. Esa cita no debería llamar tanto la atención porque el funcionario viene manteniendo encuentros con los mandatarios norteños, claves para la sanción del paquete de leyes por el que tanto insistía Milei. Lo sugestivo de la cumbre fue la presencia de otro gobernador, con más peso propio y volumen político debido a la provincia que conduce: el cordobés Martín Llaryora. Y del cónclave también participaron el ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo, y la secretaria General de la Presidencia, Karina Milei. Aunque en la foto que difundió la propia Casa Rosada no aparece, en el mitin estuvo incluso Santiago Caputo, el influyente asesor presidencial.

¿Por qué los tres funcionarios más poderosos dentro del gabinete nacional querrían reunirse con gobernadores peronistas? Francos acompañó la imagen que se viralizó con una descripción alusiva a la firma del Acta de Mayo, que se hará en la madrugada de este martes en Tucumán. Sin embargo, el trasfondo de ese mitin puede analizarse a partir de la presencia de los Caputo y de la “Jefe”. Básicamente, porque en este semestre que comienza y a un larguísimo año y medio de los comicios legislativos de mitad de mandato, Milei necesita construir gobernabilidad. Se trata de un pedido puntual del Fondo Monetario Internacional (FMI) para que las políticas económicas tengan respaldo y aplicación; y una necesidad urgente para la Libertad Avanza, en particular a partir de la inestabilidad emocional por la que transita el PRO, su único aliado fiel. Al menos, en estos primeros 200 días.

Los jefes provinciales salieron de la Rosada colgando elogios y palabras de agradecimiento de los funcionarios nacionales, además de algún que otro reclamo al ministro Caputo por los retaceos en el envío de fondos. Pero, fundamentalmente, con la sensación de que en la cúpula libertaria han tomado conciencia de que necesitan sostener alianzas para los meses que vendrán. En especial, porque la estabilidad y la recuperación económica aún asoman bastante difusas en el horizonte. La debilidad política de LLA es innegable: apenas 38 diputados sobre 257 bancas y siete senadores en 72 escaños. De ahí que el cisma en el partido fundado por Mauricio Macri represente todo un desafío para el Presidente.

Con gritos, seguidores de Bullrich se fueron de la asamblea y se consuma la fractura del PRO

La secuencia de la semana fue lo más parecido a un electrocardiograma. El domingo, en una entrevista, Milei dejó en claro sus pretensiones de absorber al PRO. “El año que viene vamos camino a una fusión de las fuerzas con el PRO. Hoy sacaríamos el 57% de los votos; estamos para hacer cosas muy grandes”, lanzó. Un día después, Guillermo Francos reforzó esa intentona de bajarle el precio al macrismo. “Milei tiene una capacidad de penetración mucho más grande que la que puede tener el PRO”, aseveró para luego decir que el PRO se quedó a mitad de camino y que la LLA es el “espacio del futuro” y el “cambio total”.

La contraofensiva del macrismo no tardó en llegar. El martes, la Fundación Pensar que conduce María Eugenia Vidal difundió un crítico documento sobre la gestión libertaria y la “incertidumbre”. El miércoles, el propio Macri desempolvó las redes sociales para pedirle al Presidente que respete el fallo de la Corte Suprema de Justicia nacional y le restituya los fondos coparticipables a la Ciudad de Buenos Aires, cortados en septiembre de 2020 por el kirchnerismo. Y le dijo que el esfuerzo que hace la sociedad requiere de un Gobierno que cumpla con las sentencias. El jueves, Macri protagonizó la estocada final: impuso a Martín Yesa, un diputado de su riñón, como presidente de la Asamblea del PRO. Se trata del órgano partidario que, entre otras atribuciones, define la política de alianzas electorales. Así, el ex presidente se quedó con la conducción del Consejo nacional y de la Asamblea, pese a que el acuerdo político con Patricia Bullrich era otro.

El quiebre fue tan impactante que los dirigentes macristas, generalmente prudentes, perdieron la cordura. El ex senador por Tucumán Pablo Walter responsabilizó a Macri de buscar un partido chico, perdedor y de amigos, y la ministra de Seguridad advirtió que no la correrán con el aparato y que ellos “no son agua tibia”. Este divorcio, más allá de las consecuencias políticas que pueda traer, corrobora lo que era un secreto a voces: el ex jefe de Estado nunca toleró que su ex colaboradora negociara por su cuenta su arribo y el del radical Luis Petri al gabinete de Milei.

Un paréntesis necesario. La obsesión por el estancamiento de las dos figuras centrales de la política argentina en los últimos años parece inagotable. Porque así como Cristina Fernández de Kirchner representa un ancla para que el peronismo pueda comenzar una etapa superadora, Macri es un espejo para la centroderecha. Se encargó de dinamitar las chances electorales de Horacio Rodríguez Larreta imponiéndole como rival a Bullrich y luego se encargó de minar a su propia postulante elogiando en plena campaña presidencial a Milei. Ahora, excluido, avanzó contra Bullrich. Se debería utilizar el hashtag “#Soltar” cada vez que se hable de esta etapa política circular de la que Argentina no puede salir.

Al margen, el repentino apuro de Macri por marcar diferencias con Milei es, cuanto menos, tardío. Un ejemplo tucumano sobra para constatarlo: el único legislador del PRO, José Macome, abandonó hace un mes esa denominación para formar un unibloque libertario en el recinto. Es que tanto entre la dirigencia propia como en la sociedad está instalada la idea de que el PRO fue subsumido por La Libertad Avanza. De hecho, es lo que entendió hace un tiempo Rodríguez Larreta, cuando decidió tomar distancia del partido por considerar un error estratégico que se haya pegado tanto a Milei. Para el Presidente, está claro, el desenlace de la interna entre sus aliados puede signar su performance en el Congreso.

Como ya se dijo, el macrismo viene siendo su sostén principal en el recinto, con 37 diputados y siete senadores. Tanto Bullrich como el entorno de Macri se encargaron de aclarar que todos los legisladores continuarán apoyando al Gobierno, pero las dudas son cada vez más grandes y en la Casa Rosada temen que haya fisuras. Por eso intensificaron el acercamiento con el peronismo más dialoguista y de a poco enviaron señales a las provincias: los convenios para el reinicio de obras públicas y el apuro para que se implemente rápidamente las deducciones del Impuesto a las Ganancias –fondos coparticipables- son los ejemplos más recientes.

El tucumano Jaldo, frente a este escenario revuelto, sonríe. Siente que cuanto más fricciones entre los aliados naturales tenga Milei, más provecho podrá sacar el peronismo no kirchnerista. Así, festeja gestos mínimos de la Nación que dan cuenta del buen momento por el que atraviesa la relación, como el envío de cubiertas para ambulancias y vehículos oficiales que decomisó la Aduana y contenedores repletos de ropa; o más significativos, como la refinanciación mediante el Banco Nación de la deuda heredada por el Fondo Fiduciario para el Desarrollo Provincial.

Críticas

El gobernador busca contrarrestar así las críticas que le profieren en el interior del justicialismo tucumano, y sobre todo de los sectores que aún mantienen lazos con el senador Juan Manzur. El ex mandatario no habla en público pero se mueve con sigilo por la provincia, por lo que genera incomodidad a su ex compañero de fórmula. Esta semana, por ejemplo, aprovechó su estadía en Tucumán para visitar a los mellizos Orellana en Famaillá y mantener reuniones con algunos legisladores en la capital. En todas las charlas habla de la situación política nacional y de sus especulaciones. Manzur sigue convencido de que atarse tanto a la suerte de Milei no fue una buena decisión de Jaldo y que probablemente tampoco la Provincia pueda recibir más recursos mediante Ganancias –como “El Comisario” anhela- porque todo lo aprobado en la sesión de Diputados podría ser judicializado.

Este desbarajuste político del segundo semestre tiene una explicación: todos comienzan a mirar con mayor atención el cronograma electoral, cuya primera posta se dará en 2025 con los comicios legislativos. Así como a nivel nacional el PRO y La Libertad Avanza comenzaron a chocar, en Tucumán ocurrirá lo mismo entre los espacios que el año pasado fueron en sociedad. Los diputados Paula Omodeo (CREO) y Roberto Sánchez (UCR) finalizan su mandato y tienen aspiraciones de ir por la reelección. En el medio, Mariano Campero quiere a Sebastián Salazar en la lista y el bussismo querrá marcar presencia al haber sido el primer aliado de Milei en este territorio.

El problema de este grupo de opositores es que el discurso se les agotó, porque la cercanía de Jaldo a Milei los dejó con poco margen de acción: cómo cuestionar al gobernador que más apoya al Presidente y a sus ideas. Cuentan, de hecho, que ya hubo algún rezongo entre las filas libertarias nacionales por el tenor de las críticas que Omodeo venía lanzando contra Jaldo. ¿Habrá llegado algún reclamo del mandatario? ¿Le habrán sugerido a la referente de CREO que converse antes de tomar acciones personales que puedan afectar una relación política necesaria? Quizá sean habladurías, pero lo cierto es que la alianza con los libertarios y la necesidad de la Nación de contar con gobernadores que apoyen le concede ciertas atribuciones y otras obligaciones contractuales. Por ejemplo, la confección de la lista de candidatos a diputado de 2025: Jaldo tendrá que ofrendarle a Milei legisladores que le respondan y, para eso, seguramente deberá sortear otra dura interna en el peronismo.