El hombre se bajó del avión y cambió su traje de baño por el de bombero. Salió corriendo a los valles Calchaquíes pero no a descansar sino a apagar tanto fuego. Al viento se le fue la mano esta semana que nunca más volverá. Mientras el Gobierno busca calmar el hambre y la sed de pobladores y animales del cerro, en San José de Chasquivil, en Anfama y en Ancajuli las llamas son una metáfora de lo que le espera al gobernador.

El rostro más distendido, aunque tostado, no va a durarle mucho de acuerdo a los pequeños fuegos que se encendieron en la vida política durante su ausencia. No obstante, a su llegada trató de minimizarlos y destacó la predisposición al diálogo del vicegobernador Miguel Acevedo cuando se refirió a una cada vez más necesaria reforma de la Constitución provincial.

Segunda etapa de Jaldo: unidad del PJ, gestión y cambios en el gabinete

Durante su ausencia, el cambio de la Carta Magna así como también la posibilidad de modificar la política electoral en la provincia se ha instalado definitivamente. No es un tema que atañe a los legisladores y quienes bailan la música del poder. El ciudadano ha empezado a repensar y recordar las situaciones que viven cuando se acercan los momentos de ir a las urnas. Para algunos son momentos de algarabía que les permiten aprovechar y juntar unos pesos más; para otros, un martirio donde mueren los sueños y la esperanza. También como todo aquello que se convierte en algo público, se despierta el humor popular. Entre los recursos que se comentan en los pasillos donde los conciliábulos se vuelven moneda corriente no se cansan de repetir que las reformas han sido portadoras de mala suerte. En la Casa de Gobierno, los jaldistas no se ríen cuando les explican -les recuerdan- que José Domato impulsó la reforma del 90 y fue a la cárcel un tiempo. También subrayan que aquella Carta Magna terminó siendo promulgada por Antonio Bussi y finalmente terminó sin libertad. Y para no dejar de dar un tercer ejemplo precisan que a la Constitución actual la pergeñó, dictó, convocó y promulgó José Alperovich cuyo destino fue la gayola. Si bien las razones de la pérdida de libertad no tienen nada que ver ni entre ellos ni con la Constitución provincial, la humorada les sirve a algunos legisladores para ahuyentar a los jaldistas más entusiasmados con los vientos reformistas que soplan fuerte desde el palacio de 25 de Mayo y San Martín.

Los ojos avizores

La primera reunión tuvo el mandatario provincial tras su regreso a la provincia fue con el vicegobernador Acevedo y con el presidente subrogante de la Cámara Sergio Mansilla. Se miraron a los ojos para saber el tamaño de la desconfianza. Después se reunieron con los intendentes y el próximo martes será el turno de los legisladores del oficialismo. Jaldo y compañía ven una gran oportunidad política y por lo tanto busca reunir a todo el peronismo aprovechando que el Pro y el radicalismo se deshilachan lentamente.

La reforma de la Constitución ha venido siendo usada no como una forma de cambiar la vida de los ciudadanos y de mejorar la sociedad. Siempre se ha convertido en la lámpara mágica que se ocupa de cumplir con los deseos de quien tiene el poder en sus manos. Por eso se convierte en algo temido. En Tucumán, en las últimas cuatro décadas aquellos que se abrazaron al poder terminaron muy mal y lejos de la gente que supo apoyarlos y darles su voto. Y, lo que es peor, apenas tomaron un poco de distancia del poder, terminaron ahogados en un mar de lágrimas y sin poder salir a la calle.

El maligno

El gran fantasma de este vendaval político se llama acople. Es el mal de todos los males que ha atentado contra las raíces democráticas. Le han crecido gajos que han servido para que crezca el nepotismo y paradójicamente mientras más partidos había menos espíritu democrático había.

No hay nadie que no tema estas circunstancias. En la historia reciente de la provincia todos aquellos que se han visto seducidos por el poder que se han apoyado en su soberbia y se han animado a dejar el partido tradicional han salido cuarto y han terminado siendo hijos de la frustración. Hace décadas Osvaldo Cirnigliaro desafió al poder central del peronismo y sus sueños gubernamentales quedaron subsumidos en una realidad legislativa. Hace poco años José Alperovich quiso llegar por fuera del peronismo y terminó cuarto sin nada para festejar.

Esta semana el diputado Mariano Campero se apartó del radicalismo que lo vio nacer pero dejó muy claro su continuidad en la corriente nacional. Rápidamente, sus -ahora ex- correligionarios lo apodaron “fuentón” -porque es más que palangana- y salieron a defenestrarlo por su decisión de alejarse de las miserias radicales. En los estudios televisivos de LA GACETA el ex intendente de Yerba Buena recordó que él siempre acompañó las decisiones de la UCR y jamás traicionó, pero en cambio -precisó- cada vez que dibujó sus intenciones políticas desde su propio partido le pusieron palos en la rueda. Campero es hasta ahora el único político que ya anunció su decisión de ser candidato a gobernador en los próximos comicios y ahora que lo hará por su partido ya está por lanzar su proyecto de reforma constitucional. El diputado nacional termina los dos games de tenis y se sienta a descansar y repite: “este es un problema casi de filosofía política”. En los dos games posteriores explica: “hay que tener identidad, un discurso político y acción (esto implica territorio y gestión)”. Vuelve a la cancha de tenis y cuando sale repite: “no me aparto de esos tres ejes”. Después, en la arena política vuelve a insistir con su “filosofía” y advierte que esta es una oportunidad que no se puede soslayar. Mientras el diputado despliega su estrategia, sus antiguos socios despotrican contra él y los mensajes de whatsapp parecen cadenas de oraciones en sus contra.

Filosofando

La filosofía política -no la de Campero, claro- destaca la relación del cuerpo humano y la sociedad humana. Cada cual hace su propia distinción, Thomas Hobbes le llamó “cuerpo político” al estado y enfatizó su artificialidad. O en otra línea, quizás siguiendo a Aristóteles se sugirió aquello de que somos un “animal político” y se generó una forma más natural y orgánica de ver a la sociedad.

De a poco se fue descubriendo, medicina y psicología y humanidades mediante, la razón por la cual vivimos. No deja de ser un milagro cada día de cada uno de nosotros. Pero parece que eso se multiplica exponencialmente cuando tomamos en cuenta que además de seres humanos somos argentinos y tucumanos.

Esa realidad la comprobaron los pasajeros y el chofer de la línea 102, cuando el ómnibus que los debía llevar a casa al trabajo o a la escuela se fue sin control sobre el cordón de la vereda (por suerte era en la Capital, porque en Yerba Buena escasean). En este caso, una máquina, un sistema mecánico, perdió la capacidad de ser útil y pasó a ser un peligro andante. “Se le salió un tornillo”. ¿A quién le pasó esto? ¿Cuál fue el error? El transporte público, tal como está concebido en esta provincia, es una falla en sí mismo. Hace muchísimos años que ha perdido la dirección. Nadie es capaz de ponerse a tratar el tema “en serio” como dicen que ahora están dispuestos a encarar la reforma de la Constitución.

En estos días que vinieron y que vendrán los empresarios señalan que no tienen para pagar los salarios. En un ejercicio profundo se ha efectuado un derroche de imaginación y se ha logrado llegar a la solución: “le pidamos más plata al gobierno”. Por primera vez Jaldo que estaba con el traje de bombero no tiró agua al fuego, sino nafta: “el acuerdo sobre los salarios debe ser resuelto entre empleadores y empleados. Los recursos, en última instancia, deben provenir de los empleadores”, señaló Jaldei, diferenciándose de sí mismo, que siempre salió a poner dinero para hacer que los ómnibus circulen. En Buenos Aires, tierra preferida por los subsidios al transporte, también están empezando a sufrir por estas situaciones cuando se plantea que el valor del viaje en ómnibus debe estar cerca de un dólar, una verdadera utopía en este Tucumán y en este agosto que promete ser agobiante por el incremento de los combustibles y de los servicios como la luz y el gas. Comienza el segundo semestre y regresa la pregunta: “¿Hasta cuándo se va a aguantar”?

El Presidente de la Nación sabe que alguna vez se acabará aquello de mostrar el cuco del kirchnerismo y espantar a aquellos que no dan más. Sabe también que el apoyo del exterior es tal vez su gran salvoconducto y por eso no deja de volar para disfrutar de otros aires. Por ahora la desagradable experiencia venezolana le da la razón.