Un alimento que nos acompaña desde el momento en que nacemos es la leche. Se trata de un nutriente esencial para nuestro crecimiento y desarrollo. Sin embargo, a partir de los tres años es posible que este alimento sea incompatible con nuestra salud. Es allí donde se produce la intolerancia a la lactosa.
La leche materna impacta en la vida desde la primera horaLa leche es el primer alimento que consumimos desde que llegamos al mundo y el que seguimos incorporando en las distintas etapas de nuestra vida a partir, también, de sus derivados como el queso y el yogur. Uno de los nutrientes fundamentales que aporta este alimento es el calcio que se involucra en distintos procesos de nuestro cuerpo como el filtrado renal, la conducción nerviosa y el funcionamiento celular.
¿Por qué se produce la intolerancia a la lactosa?
Sin embargo, no todas las personas pueden consumir este alimento ya que puede provocarles serios problemas de salud. En esos casos se padece de intolerancia a la lactosa. Se trata de una incapacidad para digerir un azúcar llamado lactosa que se encuentra en la leche y otros productos de este tipo. Esta condición resulta de la escasez de una enzima llamada lactasa que se produce en el intestino delgado.
La intolerancia a la lactosa es más frecuente en adultos mayores, ya que con el paso de la edad, la enzima que digiere la lactosa de forma natural disminuye. No obstante es posible detectar síntomas de intolerancia en los bebés, los cuales son muy parecidos a los de los adultos.
¿Cómo identificar si soy intolerante a la lactosa?
Para identificar la intolerancia a la lactosa se deben detectar una serie de síntomas bastante notorios. Ese es el caso del abdomen distendido, el dolor abdominal o el exceso de gases después de consumir leche, yogur o queso. Otro signo son los períodos alternados de diarrea o estreñimiento.
La falta de energía y el cansancio excesivo son síntoma de la intolerancia a la lactosa, así como la irritabilidad fácil, el dolor de cabeza frecuente después de las comidas; las manchas rojas en la piel que pueden causar comezón o el dolor constante en los músculos o en las articulaciones.