¿Celular? Silenciado. ¿El equipamiento? Casi listo. Sólo falta cargar la bicicleta que tendrá que afrontar el desafío de 46,6 kilómetros, todo lo demás está empaquetado desde la noche anterior. El Trasmontaña es la fiesta de los bikers y ninguno quiere perdérsela por un imprevisto.

El casco, las zapatillas para los pedales automáticos, el mini-inflador, las herramientas, los geles energizantes, el membrillo, las tiras nasales, los tarugos… El combo de Gabriel Quiroga incluye una lista extensa de elementos. No sólo para él, sino para todos los integrantes de “Team Víbora”, el grupo de entrenamiento que fundó en 2014 y que denominó con el apodo que lo acompañó en toda la extensa carrera de 31 años que forjó sobre ruedas. “Siempre hay una rutina similar”, dice “Víbora”, de 49 años, que tiene el objetivo de quedar entre los primeros puestos de la categoría Elite.

Para Gabriel, el domingo comenzó a las 8. Un poco más tarde que otras ocasiones. “Largamos a las 12.30. Está bueno porque puedo descansar mejor”, confiesa. ¿Lo primero? Un desayuno liviano para comenzar el día. Un té verde y unas tostadas con queso bastan para cumplir con la primera comida del día. “Antes tomaba café con leche, pero después me detectaron que era intolerante a la lactosa y dejé de consumirlo antes de las competencias”, cuenta el biker que se consagró campeón de la competencia en 2001, 2002 y 2003. “En condiciones normales, no tenemos chances de ganar porque competimos con Álvaro Macías y Fernando Contreras, que son los mejores del país. Pero si hay un pinchazo o cualquier cosa puede beneficiarnos”, agrega.

Adrián Medina aparece en el garaje del hogar y hace una consulta primordial: “¿Está la carne para el asado?”. Claro; el Trasmontaña no sólo se centra en los competidores, sino que amigos y familia aprovechan para pasar el día y brindar soporte a los ciclistas. “Los que no corremos tratamos de darle una mano a los que sí. Entonces organizamos todo lo que es la asistencia y también para que pasemos el día”, indica.

Foto de Matías Vieito/LA GACETA.

La organización supone todo un ritual. El método Quiroga es simple pero demasiado meticuloso: primero hay que poner todos los elementos en el piso, y luego cada uno va teniendo un recipiente específico. “Yo no tocó nada porque después se hace un quilombo (sic)”, puntualiza Irene Lagori, la esposa del competidor.

Aunque la bicicleta también merece un tratamiento especial. “Primero la limpiamos. Después chequeamos que las ruedas tengan un líquido que contiene látex e impide que se pinchen rápidamente y probamos los frenos. Por último, y lo más importante, lubricamos la cadena porque es un terreno con mucha agua”, explica, mientras muestra cuáles son los elementos que porta un biker durante la competencia. “En los bolsillos de atrás de la remera llevamos unas llaves allen, y un inflador chiquitito”, enumera.

Fuera del rol de biker, “Víbora” se toma un tiempo para explicar el origen del apodo que lo acompañó en gran parte de su vida. “Me pusieron por lo ponzoñoso que era hablando con la gente”, dice. “Antes tenía una bicicletería, pero ya no era rentable. Entonces sólo me dediqué a tener un grupo de entrenamiento que para esa época era toda una novedad en Tucumán. Había un mercado bastante grande en el mundo del mountain bike. Primero empecé promocionando en las redes porque soy una persona que tenía una trayectoria en el rubro; así empezó todo”, cuenta sobre el equipo de entrenamiento.

A las 10, Quiroga cierra la compuerta de la caja y enciende la camioneta para conducir hacia San Javier, sitio en el que comenzará la carrera. “Salimos dos horas antes de la largada para no tener ningún inconveniente y para hacer una entrada en calor antes de competir. Tenés que estar 10 minutos antes en la fila porque salen de a seis parejas”, cuenta. ¿Qué es lo más complicado que puede suceder en una carrera? “Lo más difícil es que se rompa la cadena. Me pasó una sola vez en un Trasmontaña, pero en las demás ediciones no tuve muchos problemas”, expresa.

Foto de Matías Vieito/LA GACETA.

El momento emotivo llega a través de una llamada. Nora, la mamá del competidor N°12, le explica a Gabriel que no podrá asistir y, emocionada, le desea suerte para el evento. “No pudo venir porque está con unos problemas de salud, pero siempre intenta acompañarme. Casi siempre vino al Trasmontaña”, señala, mientras cuenta que sus hijos tampoco pudieron asistir debido a que están en épocas de exámenes trimestrales. “Se quedaron estudiando”, dice Irene.

Una vez en San Javier, Quiroga se encuentra con Nicolás Ortiz, el joven de 23 años con el que hará binomio. “Hace seis años que entrena conmigo y esta va a ser la primera vez que compita en Elite”, dice Quiroga. “Espero tener una buena carrera y estamos muy parejos en ritmo. La idea es hacer el recorrido en dos horas y media. Con ese tiempo estaríamos cumpliendo nuestras expectativas”, completa Ortiz.

Después de una charla amena, “Víbora” se alista, prepara la bebida isotónica en la caramañola, come una tortilla de avena y realiza una breve entrada en calor. “Dimos dos vueltas con subidas y bajadas. También se puede hacer con un rodillo, que pedaleas de manera fija”.

Mientras tanto Irene coordina con el padre de Ortiz sobre quién será el encargado de reponer las botellas de agua a los competidores. “Son tres puntos en los que recargamos. El más cercano es en La Sala, pero después en El Siambón y otro cerca de la llegada”, describe Quiroga.

A las 12. 10, Quiroga sube a la largada y empieza a hacer fila para el gran momento; 15 minutos después comienza la odisea. Bajadas, curvas, subidas, bosque, ríos y demás son los escollos que superó a lo largo del recorrido que completaron en dos horas y 36 minutos.

Foto de Matías Vieito/LA GACETA.

Una vez que cruzaron la línea de llegada, Ortiz explotó de emoción y se lanzó al piso emocionado hasta las lágrimas. Quiroga lo alentó y atinó a abrazarlo para felicitar la actuación de su pupilo. “A él le costó un poco sobre el final y venía alentándolo. Creo que dejó el 120%, y explotó de alegría sobre el final. Es una satisfacción muy grande terminar un recorrido de este modo”, recuerda Quiroga.

“Bajamos ocho minutos con respecto al año pasado. Si bien el circuito es el mismo, sentimos que el recorrido estuvo más rápido de lo habitual. Ahora vamos a ver cómo les fue a los demás chicos, y a comer asado”, añade. Claro; el binomio terminó en la sexta posición de la Elite y fue recibido con abrazos.

Foto de Matías Vieito/LA GACETA.

Así, Quiroga expuso cómo viven este día los bikers; una fiesta que reúne a ciclistas de todo el país.