“Citric es lo mismo que exprimir una naranja en tu casa o mejor. Es más, te ahorras el trabajo de ensuciar tu cocina sin perder las propiedades de la fruta natural”, dice el empresario tucumano Santiago Padilla. Padilla dialogó con LA GACETA poco antes de subirse al escenario de la Experiencia Endeavor NOA 2024 para contar las claves de su proyecto. Durante la entrevista, manifestó: "con poco y buenas ideas, se puede pelearle a los grandes".
Padilla sonríe y se coloca en el rol de vendedor para contar los atributos del producto estrella del desayuno. “Vengo de una familia agrícola y en esta charla me interesa contar cómo transformamos una actividad primaria en algo más industrial”, resume el empresario.
El disertante cuenta: “mi padre (Juan Padilla) empezó con la actividad y el objetivo de la empresa era el mercado interno. En el empaque se elegían las mejores frutas, se las cosechaba y luego se las empacaba. Ingresé a la actividad en el año 1996 y es ahí cuando empiezo a conocer desde adentro el negocio y a descubrir que la actividad era muy ingrata, por decirlo de alguna manera. El precio de nuestro producto siempre estaba sujeto a multiplicidad de factores externos”, reflexiona. Como había que hacer algo al respecto, Padilla le propone un negocio a un amigo.
“La idea con la que arrancamos era exprimir la naranja, y reemplazar con el jugo hecho la fruta que compraban en los bares, cafeterías y hoteles”, cuenta Padilla. Tenía 26 años y había encontrado un “hueco” en el mercado. En ese momento, su padre había puesto en venta una fábrica de licores que no había funcionado y pensó que sería buena idea reconvertirla. “Le mostré un plan de negocios y expuse mi proyecto. La idea aportaba una solución diferente a un problema”, comenta.
Citric es en la actualidad una de las empresas más exitosas de la provincia. Pero les tocó, como a muchos emprendedores, enfrentar vaivenes económicos. Santiago Padilla, cofundador de la marca, cuenta que en diciembre de 2001 decidieron mudar la fábrica de jugos de Buenos Aires a la provincia, en medio de una de las crisis más grandes de la historia argentina. “Aprovechamos esa circunstancia, donde había bajado la demanda, para hacer la mudanza a Tucumán”, explica. Para ese entonces ya habían validado su producto y el mercado había aprobado sus jugos. Era momento de dar el siguiente paso. “En Buenos Aires, testeamos el mercado con bidones de 5 litros, luego lanzamos una botella de 250 cc, pero el bombazo fue con la nueva línea de tetrapack”, cuenta Santiago. Y eso fue como empezar de nuevo.
Una aventura con amigos
La crisis del 2001 fue el puntapié para el crecimiento de la empresa. Tras la pandemia, logró producir más de 30 millones de litros de jugo, y expandir su negocio en Latinoamérica y China.
“Participar de la Experiencia Endeavor NOA fue un interesante ejercicio para hacer memoria”, reflexiona el empresario tucumano. Y entre los recuerdos surgieron anécdotas divertidas de cuando “estaban flojos de presupuesto”. “Me acuerdo que mandábamos a los empleados de la fábrica a los kioscos para que pregunten y pidan el jugo simulando ser clientes. El objetivo era que nos compraran. Nosotros el día anterior habíamos ido a ofrecerlo y nos habían dicho que no. Entonces generamos cierta demanda y el nombre se les hacía familiar. Cuando me acuerdo de esto no puedo creer las cosas que hice”, afirma sonriente.
Citric pasó de tener ocho empleados a brindar trabajo a cerca de 2 mil personas y eso implicó una fuerte crisis de crecimiento dentro de la empresa, que pudieron sortear los cinco hermanos de la familia.
En el Campus de la Unsta, Padilla destaca la importancia de ser creativos y de no bajar los brazos. “No teníamos plata para una campaña de marketing. El jugo era lo único capital”, relata. “Por eso creo que hoy el mensaje para los nuevos emprendedores es 'con poco se puede lograr mucho'. Teniendo buenas ideas se puede pelearle a los grandes”, asegura.