Cinco minutos fatales para un nuevo paso en falso. Un motivado, aunque limitado Independiente, fue demasiado para un Atlético ya sin objetivos a corto plazo y cuyo juego se ha venido destiñendo en el tramo final de esta Liga Profesional que lo supo tener como protagonista.

¿Cuánto le duró al “Decano” ese ímpetu inicial, traducido en posesión de pelota, un par de llegadas peligrosas y la falta de efectividad habitual? Apenas un suspiro. Después, todo se sucedió a velocidad luz. El “abrazo de oso” de Tomás Castro Ponce a Lautaro Millán en el área, la poca fortuna de Tomás Durso para conjurar el remate desde los 12 pasos, la insólita agresión perpetrada por Marcelo Estigarribia, una conjunción de hechos que dejó a la visita tan lastimada, tan “groggy” como quedó el propio Kevin Lomónaco.

En la vida y en el fútbol hay cosas que cuando se rompen no se arreglan tan fácil ni tan rápido como desinfectar y colocar un gorro de goma roja en una cabeza lastimada (más allá de que el defensor debió ser atendido varias veces luego porque seguía sangrando).

Precisamente, el equipo de Julio Vaccari olió sangre y sin demoras fue en busca de ampliar la diferencia. Su colega Facundo Sava optó por no cambiar nombres, pese a la temprana inferioridad numérica, a semejanza de la decisión de Artur Jorge, el técnico del Botafogo, en la final de la Copa Libertadores. Eso sí, a “Colorado” no le terminó dando el mismo resultado.

Sólo que en el camino del anfitrión se interpuso ese gran arquero que viene siendo Durso, incapaz por muy poco de evitar el gol desde el punto del penal del paraguayo Gabriel Ávalos, pero con respuestas híper confiables, aunque no siempre ortodoxas, para mantener al “Decano” en partido, pese a todo. Destacó esa atajada que evitó un golazo de la nueva joya del “Rojo”, el pibe Santiago Hidalgo.

En el primer tiempo, Atlético no pudo, no supo desactivar aquellas dos “bombas”, los dos puntos de inflexión que significaron el penal-VAR y la destemplanza seguida de roja al “Chelo”. Hasta el intervalo, Rodrigo Rey no fue llamado a intervenir demasiado -sólo debió estar atento a neutralizar algún pelotazo en modo contra-, por lo que la mejor noticia para la visita fue, en todo caso, irse al vestuario apenas un gol abajo.

Esa bicicleta pegada a la línea por partida triple de Renzo Tesuri despertó admiración silenciosa por parte de los hinchas que colmaron la mayor parte del Libertadores de América, hechizados por la vuelta a la esfera internacional que ya se palpitaba y que se confirmó con la victoria en esta noche de lunes: como mínimo, Independiente jugará la Copa Sudamericana, lo cual no es poco tras un año de sequía.

En una noche repleta de emociones para el local, sobrevino en el entretiempo el homenaje a los campeones del mundo de 1984, con Ricardo Bochini a la cabeza. Entonces, se escuchó el “dale campeón”, de aquellos tiempos acordes con su bien ganado mote de “Rey de Copas”.

O por conformismo, o por entender que no tenía en el banco nada como revulsivo, Sava redobló la apuesta de no mover el banco. Y el “Rojo” se lo llevó puesto en el inicio del complemento. Sólo la puntada final privó al anfitrión de lograr un segundo y hasta un tercer gol en ese lapso.

Al menos, Atlético jugaba un partido largo y la gente se ponía algo inquieta por lo exiguo del marcador. En el fútbol, se sabe, los goles errados en el arco rival… Entonces Independiente defendió mal una pelota parada y Mateo Bajamich volvió a festejar en el Libertadores de América, como en marzo pasado. Enseguida, “Colorado” vio la roja por protestar y uno de sus ayudantes la amarilla.

La reacción no le sirvió de nada a Atlético

Parecía que la noche se le complicaba al local, hasta que Atlético devolvió gentilezas en una jugada de pelota parada, que terminó con el chileno Felipe Loyola empujándola a la red.

Atlético siguió buscando la igualdad hasta el final con mucha actitud. El “Rojo”, terco, continuó dilapidando ocasiones. Al equipo de Sava le queda la satisfacción de que se mostró competitivo hasta el final pese a jugar una eternidad con un hombre menos. Incluso, mejoró su cara en el segundo tiempo. No le alcanzó para mejorar la fría estadística: de los últimos nueve puntos, sólo se adueñó de uno, demasiado poco para un equipo con aspiraciones.