Hay un desencanto con Tinder y el resto las aplicaciones de citas y números que respaldan este dato. En sus inicios parecían la propuesta perfecta: un espacio donde encontrabas a alguien con tus mismos gustos y que además, dejaba su foto para que si la atracción era instantánea y compartida hubiese encuentro. No obstante hay ciertos factores que provocaron que, por ejemplo, en el segundo trimestre de este año estas apps contaran con 137 millones de usuarios activos en el mundo. Es decir, 17 millones menos que los que la usaban en 2021.
Los números fueron revelados en un informe publicado por The Economist en el que también se indicó que Tinder cuenta en la actualidad con 9,6 millones de suscriptores, su cifra más baja desde hace tres años. ¿Qué ocurre detrás de esta caída y qué opciones prefieren ahora jóvenes y adultos para buscar una relación amorosa o sexual?
El amor en tiempos de Tinder: cómo mutaron los lugares para encontrar parejaTatiana tiene 26 años y descargó dos veces la app de citas más famosa. “La usé de forma esporádica y lo máximo que la tuve fue un par de meses porque me aburrí”, confesó la joven. Roxana Laks, psicóloga especializada en sociología, coincidió con ella: “El mundo moderno, en opinión del sociólogo Zygmunt Bauman, tiene la impronta de la velocidad y de la ambivalencia. Los vínculos amorosos siguen ese ritmo, muchas veces agotador por lo que el cansancio puede actuar como uno de los posibles factores del desaliento a la hora del uso de las aplicaciones de citas”, señaló Laks.
Otra experiencia fue la de Julieta, que después de un año de usar Tinder se sintió frustrada por las relaciones sin futuro que le proponían. “Tuve cinco cintas con distintos chicos pero la mayoría de ellos buscaba sexo casual y no había conversaciones que fluyeran. No era por ahí”, consideró.
Sobre ello, Laks también ahondó: “Bauman propone desentrañar la particularidad de los vínculos humanos que hoy caracterizan a la sociedad moderna, a la que denomina ‘modernidad líquida’. A esta la entiende como una realidad cambiante y flexible donde todo es transitorio y cabe además el concepto de ‘amor líquido’”.
En opinión de la especialista, en este escenario las personas buscan estrechar lazos pero intentan mantenerlos flojos para poder desanudarlos en cualquier momento. “Las redes son un espacio propicio para interpretar esta ambivalencia, donde podemos conectarnos y desconectarnos con un simple “click”, sin necesidad de muchas explicaciones”, manifestó.
La chica de 30, no obstante, encontró hoy en Instagram una alternativa que la hace sentir más cómoda. “Me empezó a seguir un chico con el que teníamos un par de amigos en común. Entre me gusta y me gusta me animé a contestarle la historia de su perrito y ahora ya llevamos tres meses saliendo”, contó sobre esta aplicación que no fue creada para citas pero se posiciona como opción desde hace tiempo.
Algo similar sucedió con Federico, que conoció a la chica que fue su novia por dos años en Instagram. “No hubo reacciones, solo la saludé y empezamos a chatear por la app. No me dio su teléfono hasta el día que nos conocimos personalmente”, recordó. Hoy ya no están juntos y él no piensa en descargar Tinder porque cree que Instagram se pueden generar relaciones que duran más que las apps de citas.
Menos calidad
Entre la edición de fotos, las palabras endulzadas en las descripciones y la búsqueda de aceptación, las aplicaciones de citas afectan la calidad de las conexiones emocionales y sexuales en la actualidad”, afirmo Roberto Finoli, psiquiatra diplomado en sexología. Para él, desde la neurociencia y la ciencia de la conducta, esto se entiende por dos motivos.
“Las coincidencias en apps como Tinder, activan circuitos de recompensa en el cerebro que generan una liberación de dopamina. Esto puede fomentar un comportamiento adictivo, donde se busca la recompensa instantánea más que una conexión profunda”, señaló.
En segundo lugar el profesional puntualizó que un exceso de opciones puede generar insatisfacción y dificultades para comprometerse, lo que afecta a la formación de vínculos significativos.
“Hay que tener en cuenta también que los algoritmos y perfiles centrados en imágenes, exacerban la toma de decisiones basada en apariencias. Con esto se deja lado factores emocionales o intelectuales que suelen enriquecer y son punto fundamental en la construcción de las relaciones”, analizó.
Finoli destacó que existen ciertos estudios que han encontrado que quienes usan plataformas de citas, con frecuencia reportan niveles más bajos de satisfacción emocional en las relaciones iniciadas a través de ellas, en comparación con otros medios tradicionales.
“Otros análisis demostraron que aunque algunas parejas logran conexiones genuinas a través de las apps, la gran mayoría se quedan en un nivel superficial, lo que puede generar frustración emocional y afectar la autoestima”, dijo.
Redefiniciones
Las imágenes en redes sociales refuerzan ideales mediante narrativas de belleza y cuerpos "perfectos", que pueden generar presiones sociales y afectar la autoimagen y la intimidad. Para Finoli este fenómeno tiene sombras pero también luces.
“Por estas plataformas se normalizó comportamientos como el sexting y la exploración abierta de deseos. El lado positivo de esto es la contribución a la aceptación de la diversidad sexual, lo negativo es que también puede crear expectativas poco realistas”, detalló. El motivo es que los usuarios tienden a compartir solo aspectos positivos de su vida sexual o romántica, lo que puede generar expectativas irreales sobre las relaciones en la vida real.
Con todos estos puntos sobre la mesa, Finoli afirmó que las aplicaciones de citas y redes sociales han transformado las dinámicas de la sexualidad y las formas de vincularnos. “¿Ofrecen oportunidades de conexión y exploración? Sí. Pero también presentan riesgos de superficialidad, aislamiento emocional y distorsión de expectativas. Un enfoque más consciente y ético por parte de estas plataformas podría mitigar estos efectos negativos y fomentar relaciones más significativas”, precisó.
El profesional de la salud mental consideró que con algunos retoques en su funcionamiento, las apps de cita podrían reinventarse para ofrecer una experiencia más conectada a la realidad. “Incorporar algoritmos que prioricen intereses, valores y metas en lugar de solo compatibilidad superficial (apariencia fisica); ofrecer recursos sobre inteligencia emocional, comunicación y consentimiento para mejorar las dinámicas entre usuarios y priorizar su bienestar evitando algoritmos que fomenten comportamientos adictivos, podrían ser algunas alternativas”, pensó.