A casi dos años del trágico episodio que marcó su vida, Ludmila Torres recuerda con dolor el nacimiento de su hija M.T. en el Hospital Neonatal, donde murieron dos bebés y otros dos sufrieron graves complicaciones. Su testimonio, parte de las declaraciones en la novena jornada del juicio que investiga las muertes en ese centro de salud, revela las dolorosas secuelas con las que su hija, ahora de dos años, debe convivir.
El 5 de junio de 2022, Ludmila, con 17 años y en las últimas semanas de su embarazo, llegó al Neonatal tras caminar una hora junto a su madre, también embarazada. Con solo un centímetro de dilatación, le indicaron que regresara a su casa. Sin embargo, el dolor se intensificó, y poco después volvió al hospital, donde finalmente nació M.T. a las 4:58 del 6 de junio. Aparentemente sana, la beba fue llevada para recibir sus primeras vacunas.
Tras el parto, Ludmila se durmió agotada. Al despertar, notó que algo andaba mal: "En la sala común vi que M. tenía las manos frías y dormía mucho", relató. Las enfermeras confirmaron que su hija tenía niveles bajos de azúcar en sangre y un virus no identificado. Lo que comenzó como una observación se transformó en una internación prolongada que duró casi un mes. Después de su alta, las convulsiones llevaron a M.T. de nuevo al sistema de salud, esta vez al Hospital Infantil.
Hoy, Ludmila enfrenta las consecuencias de aquel traumático inicio. M.T. tiene dificultades para gatear y un retraso madurativo de al menos un año. "Me dijeron que se salvó de milagro, pero quedó con secuelas", lamentó. Pese a los informes médicos, denuncia que nunca recibió comunicación ni apoyo del Ministerio de Salud. Cuando se le preguntó qué espera del juicio, su respuesta fue clara: "Quiero justicia. Mi hija nació sana y no está como debería estar".