María Belén Orellana tenía solo cinco años cuando sus padres la comenzaron a llevar a clases de folclore. “Tan pequeña no tenía mucha conciencia de que eso iba a ser parte de mi vida hasta ahora”, confiesa. Hoy con 29 años, logró participar por sexta vez de Cosquín, uno de los festivales folclóricos más importantes del país, que se realiza en Córdoba. El evento comenzó el 26 de enero y duró nueve noches, en las que se pudo disfrutar de las melodías y bailes más característicos de Argentina.

“Con el paso de los años fue elección mía continuar con esta carrera y que ahora sea parte de todos mis días”, dice Belén quien actualmente estudia una licenciatura en Danzas Folclóricas y Tango en la Universidad Nacional de Artes.

Desde sus inicios, sus padres la apoyaron y acompañaron en este sueño, y se convirtieron en el pilar más grande de su carrera y su vida, a pesar de todas las dificultades que atravesó como bailarina. Ellos la respaldaron cuando decidió empezar a entrenar, hasta cuando puso en pausa su carrera de Psicología para poder dedicarse completamente al baile. “Lamentablemente vivir de la danza hoy en día es muy complicado y hay que pelear por este deseo”, remarca.

Ahí fue cuando el apoyo de sus seres queridos se volvió fundamental. “Hoy puedo decir que gracias a ellos y a los grandes maestros que tuve en la danza, pude elegir esto como forma de vida. Y también la dicha de que mis más grandes amistades se generaron dentro de ese ambiente folklórico por lo que comprenden la locura que es vivir de la danza”, detalla.

Emoción renovada

Su primera audición fue en 2018, donde quedó seleccionada con tan solo 22 años y recuerda ese momento con mucha emoción. “Fue una locura tanto porque era un sueño que veía muy lejos y se pudo cumplir. Todos los años se renueva la emoción y la felicidad de poder volver a quedar en la audición”. Fueron 190 mujeres las que realizaron la audición y sólo 11 las que quedaron seleccionadas para el ballet.

En cuanto a la preparación Orellana comenta que fue un proceso bastante largo, donde no tan solo debía prepararse físicamente, sino también de manera mental y psicológica. Es que además del folklore, debía practicar otras danzas cómo contemporáneo y clásico, junto con un entrenamiento físico.

FELICIDAD. Belén sonríe orgullosa al bailar la danza que ama.

“Creo que mentalmente no hay una receta para prepararse, sino quererlo muchísimo y pensar que es posible y que si uno no se anima a hacerlo, nunca sabrá qué podría haber pasado”, expresa.

La Escuela Municipal de Folklore fue quien estuvo a cargo de la apertura y la audición. Es una institución que recibe a bailarines de diferentes provincias durante este proceso de selección que consta de diferentes instancias eliminatorias. El día después, quienes quedaron seleccionados, empezaron con las prácticas y ensayos que constaban de ocho horas diarias hasta la fecha del festival.

En opinión de Orellana, fue un orgullo poder participar una vez más como bailarina de folklore en una nueva edición del Cosquín. “Es el lugar que más amo, donde la mayoría de los bailarines somos folclóricos nos sentimos como en casa, porque nos recibe todos los años, se cumplen muchos sueños y donde muchos quieren llegar. Yo soy una orgullosa tucumana que se dedica a la danza todos los días, así que para mí es muchísima felicidad”, remarcó.

Orellana, finalmente, lamentó la poca visibilidad que tienen los bailarines tucumanos no a nivel nacional, y dejó un consejo para ellos. “Hay una falta total de apoyo a la cultura, son muy pocos los que están dedicados a este sector, que es grandísimo. Por eso, en el caso de esta audición yo invito a todo el mundo a que la realice, a trabajar para llegar porque todo es posible para quien busca y trabaja en sus sueños”, concluyó. (Producción periodística: Celeste Toledo)