Francisco “Pancho” Pacheco nunca olvidará su cumpleaños número 60. No sólo por el cambio de década, sino porque la vida le tenía preparada una sorpresa inolvidable: un partido homenaje en su honor en su querida Concepción, rodeado de excompañeros, amigos e hinchas que nunca dejaron de recordarlo.
Radicado en Buenos Aires desde hace años, Pacheco recibió la propuesta del intendente de Concepción para organizar un partido que reuniera a exjugadores de Atlético Tucumán y de Concepción FC, los dos clubes en los que dejó su huella. “Cuando me lo propuso, hace un mes y medio, me encantó la idea. Fue algo que siempre soñé, pero nunca imaginé que se haría realidad; y justo en una fecha tan especial para mí”, confesó.
El evento se llevó a cabo el viernes en el estadio de Concepción FC, con entrada libre y gratuita. “Queríamos que toda la gente pudiera disfrutar del espectáculo y ver a jugadores que hicieron historia en Atlético y en Concepción”, explicó el exdefensor. Además de Pacheco, también fueron homenajeados “Lalo” Armas, “Pitufo” Rearte y Hugo Barrionuevo, en una noche llena de recuerdos y emoción.
Pese a que su vida está en Buenos Aires, cada regreso a Tucumán significa un reencuentro con sus raíces. “Nunca tuve la idea de quedarme en Buenos Aires, pero la vida me llevó por ese camino. Mi familia creció allá, mis hijos son porteños y tienen su vida en la Ciudad. Sin embargo, cada vez que vuelvo me siento feliz, como si nunca me hubiera ido”, admitió.
Concepción sigue siendo su casa. “Acá tengo a mis hermanos, sobrinos y amigos de toda la vida. Siempre que vengo, la paso con ellos y me reconecto con todo lo que significa mi tierra”, comentó. Esta vez, llegó acompañado por su esposa y una de sus hijas, mientras que sus otros dos hijos no pudieron viajar por compromisos laborales.
Lo que más lo sorprende es el cariño intacto de los hinchas. “Después de tantos años sin jugar en Atlético o en Concepción, la gente sigue recordándome. Es un orgullo”, aseguró. Incluso hay hinchas jóvenes, que nunca lo vieron jugar, pero que lo conocen por relatos familiares. “Muchos de ellos tienen 20 o 30 años y me hablan como si hubieran vivido mis años en el club. Eso demuestra que el fútbol es mucho más que lo que pasa en la cancha. Es historia, es sentimiento”, reflexionó.
Uno de los momentos más icónicos de su carrera ocurrió en el Nacional B de 1988, cuando con la camiseta de Atlético, marcó un gol antológico ante Banfield, que fue comparado con el famoso tanto de Maradona a Inglaterra en el Mundial ‘86. “Fue una jugada inolvidable. Recibí la pelota en el círculo central, pasé a cinco jugadores, el arquero salió a achicar, lo eludí y lo deje sentado en el piso. Cuando empujé la pelota al gol, la gente explotó. Fue mágico”, recordó.
A pesar de los años, Pacheco nunca dejó de jugar al fútbol. “Me sigo sintiendo bien físicamente. Juego en torneos seniors; estuve en Arsenal y ahora lo hago con amigos en los barrios. Quizás estoy más lento, pero sigo en mi posición de siempre. No me sacan de ahí”, bromeó.
Durante el homenaje se dio el lujo de jugar un rato para cada equipo. “Esa era la idea, compartir con todos. Lo importante es disfrutar”, comentó antes del partido.
Para Pacheco, además fue la oportunidad de revivir su carrera y recibir el cariño de su gente. “Nunca voy a terminar de agradecer lo que Atlético y Concepción me dieron. Fueron los clubes que me formaron y me permitieron cumplir mis sueños”, expresó.
Su carrera comenzó a los 16 años en el “Cuervo”, en donde integró el histórico equipo que en 1986 jugó la Pre-Libertadores contra Vélez. Luego llegó su gran oportunidad en Atlético, donde jugó entre 1988 y 1994, dejando huellas imborrables. Pasó por Los Andes, el fútbol boliviano y cerró su carrera en 1998 en San Martín de Burzaco.
Desde entonces, su vida se asentó en Buenos Aires, en donde trabaja en el Correo y disfruta de su familia. Sin embargo, el amor por Tucumán sigue intacto. “Atlético creció muchísimo en los últimos años; se convirtió en un club de Primera. Estoy seguro de que llegó para quedarse”, afirmó con orgullo.
El homenaje fue, en definitiva, un reconocimiento a su trayectoria, pero sobre todo, una muestra del cariño que sigue vigente a pesar del tiempo. “Esto me llena el alma. Volver a mi tierra y sentir tanto amor es impagable”, cerró, con la emoción a flor de piel.