La brisa fresca de otoño recorría suavemente la plaza Independencia mientras a unas cuadras, el sol iluminaba con delicadeza las cúpulas de la Basílica de la Virgen de La Merced. El cielo celeste, sin una sola nube, parecía también querer ser parte de la historia porque unos minutos antes en Roma, el humo blanco salió de la chimenea de la Capilla Sixtina para marcar el fin del cónclave. El mundo tiene nuevo Papa. Y en Tucumán la novedad se celebró con un concierto de campanas que irrumpieron la siesta
Las banderas del Vaticano y de la Argentina ondeaban en lo alto de la capilla que custodia a la patrona de la Capital, y un murmullo emocionado empezó a crecer a su alrededor. La ciudad, en su ritmo cotidiano, se detuvo por un momento a observar a través de pantallas lo que ocurría a miles de kilómetros, y como Robert Prevost se convertía en León XIV.
Verónica Sansone, sentada frente a La Merced, con el mate a un lado y un libro entre las manos, recibió la noticia mientras hablaba por teléfono con su madre. “Cuando empezaron a sonar las campanas... empecé a llorar”, contó conmovida. “Lloré no solo por la emoción del momento, sino porque vengo rezando mucho por la elección del Papa”, admitió.
Vida religiosa
Catequista en la Comunidad Virgen de Guadalupe, del barrio Judicial, la joven madre vive su fe como parte activa de una red que sostiene y contagia espiritualidad. “Se trabajó mucho con los chicos de mi parroquia y hemos orado por este momento”, explicó.
Sansone llamó a su madre para compartir la emoción de que la Iglesia tenga un nuevo líder espiritual, pero también empezó a contestar otros mensajes de otros fieles que como ellas, esperaban ansiosos al papa número 267 de la historia.
“El grupo de retiro Pascua Joven tenía una vigilia programada para el sábado con la intención de orar por el nuevo elegido. Entonces cuando se realizó el anuncio se empezó a pensar: ‘¿y ahora qué hacemos con la vigilia?’. Fue todo muy rápido… pero no es casualidad, porque nada es casualidad para Dios”, consideró.
Es que la mujer mencionó que la elección del nuevo Papa despertó además un eco simbólico. “Justo hablábamos de que el cónclave que eligió a León XIII también duró dos días. Todo tiene un sentido. Nada es azar”, reflexionó la catequista, que siguió el anuncio a través de las noticias.
“Cuando vi el humo blanco ya estaba muy emocionada. Y más aún cuando dijeron que era cercano a Francisco, que había sido misionero, que pasó mucho tiempo en Perú y tiene doble nacionalidad. Me emocionó pensar que se pueda continuar el legado de nuestro pontífice argentino, que tanto bien hizo”, remarcó.
Con esa misma esperanza, Sansone hizo un llamado a la oración. “Nosotros, que vivimos con complicaciones, a veces estamos lejos de Dios. ¡Imaginen ellos!, que tienen la tarea de estar todo el tiempo en eso. Son los más atacados por el maligno. Francisco siempre decía: ‘Recen por mí’. Y esas oraciones, créeme, llegan. Hacen que las cosas sean mejores”, sentenció.
Un faro para el futuro
A unos metros de ella y mientras el repique seguía sonando, entre los adoquines del centro, Beatriz Bustos tomaba un café en una confitería. “Es muy emocionante que tengamos Papa”, dijo. “Voy a rezarle al papa Francisco para que lo ayude, que lo ablande, que lo haga humano y un poco argentino, ¿por qué no?”, agregó risueña.
Ella tampoco tenía un candidato en particular, pero sí un deseo claro: “Solo quería que quien fuera elegido continúe con la línea de Francisco, que sea poco materialista. Dios dirá. Él sabe por qué y para qué”.
Así entre lágrimas, oraciones, campanas y café, la fe volvió a asomarse con fuerza en las calles, como un aire que renueva y une, en sintonía con lo que pasaba a miles de kilómetros, en el corazón del Vaticano.