En una escena que parecía lejana y propia de la ciencia ficción, un robot cirujano logró realizar varias tareas quirúrgicas complejas sin la ayuda de seres humanos y con una precisión del 100%. Este experimento desarrollado por investigadores de universidades de los Estados Unidos establece un nuevo punto de inflexión en la relación entre inteligencia artificial (IA) y salud.
La operación, que fue realizada en tejidos de cerdo, mostró el potencial de las máquinas para intervenir quirúrgicamente sin asistencia directa. La información surge de un informe publicado originalmente por el diario El País de España, que abordó los detalles de la investigación difundida por Science Robotics.
IA y cirugía: ¿complemento o reemplazo?
Hace casi 40 años, la NASA y la agencia militar Darpa comenzaron a explorar formas de operar a distancia, ya fuera en entornos bélicos o incluso en el espacio. De aquellos ensayos surgieron herramientas como el robot Da Vinci, que sigue siendo controlado por personas. El nuevo sistema que integra la IA generativa y el aprendizaje automático va mucho más allá: el robot comienza a operar por sí solo.
Con base a lo informado por El País, el equipo de investigación liderado por Axel Krieger y con participación de la Universidad de Stanford, diseñó un modelo capaz de aprender observando videos de cirugías reales, ejecutar tareas clave y recibir instrucciones en lenguaje natural. Mediante un entrenamiento que incluyó más de 17 horas de grabaciones y 16.000 trayectorias quirúrgicas, la máquina logró intervenir tejidos desconocidos con éxito.
Las pruebas se realizaron sobre vesículas de cerdo, y el sistema robótico logró identificar arterias; sujetarlas con precisión; colocar clips quirúrgicos y cortar tejidos, todo sin supervisión directa.
En 2022, el mismo grupo ya había realizado una operación autónoma en un cerdo vivo, aunque en un entorno mucho más controlado. Esa primera experiencia fue como “enseñar a un robot a manejar con GPS”, explicó Krieger, mientras que el nuevo avance se asemeja a “soltarlo en una ciudad sin mapa, confiando en su intuición de manejo”.
Este tipo de entrenamiento, similar al que utiliza ChatGPT, traduce los movimientos quirúrgicos en lenguaje matemático y los convierte en comandos. En lugar de procesar texto, la IA robótica interpreta gestos médicos complejos como un sistema de coordenadas. Así, no aprende sólo a hacer, sino también a reaccionar en tiempo real.
Interpretaciones del ensayo
El diario El País también consultó a especialistas que valoraron el hallazgo, pero con matices. Francisco Clascá, catedrático de Anatomía de la Universidad Autónoma de Madrid, advirtió que, aunque se trata de un paso importante, la cirugía realizada sigue siendo relativamente simple y fue probada en órganos de animales jóvenes y sanos, lejos de los escenarios complejos del cuerpo humano envejecido o enfermo.
Por su parte, José Granell, jefe de Cirugía del Hospital Universitario HLA Moncloa, alertó sobre las dificultades que implica operar tejidos blandos. “Son impredecibles y difíciles de manipular porque se mueven y reaccionan distinto cada vez”, explicó. Y agregó que enseñar a una máquina cómo se hace una operación no es lo mismo que enseñarle a improvisar cuando las cosas no salen como se espera.
Más allá de las objeciones, el avance implica una reformulación del aprendizaje quirúrgico. En lugar de formar únicamente a humanos, ahora se entrena a máquinas que imitan, procesan y replican decisiones médicas. Para Krieger, se trata de una transición entre robots que simplemente ejecutan tareas y aquellos que entienden los procedimientos en su conjunto.
Sin embargo, varios expertos coinciden en que aún falta para que este tipo de tecnología se integre plenamente a los quirófanos. Uno de los principales obstáculos es el costo: como ejemplifica el cirujano Mario Fernández, en muchos hospitales del mundo, contar con un robot no garantiza que pueda usarse con frecuencia. En algunos centros sólo se realizan un par de operaciones robóticas por mes, mientras que técnicas más convencionales permiten atender a decenas de pacientes a diario.
En ese sentido, la medicina del futuro podría parecerse más a una cooperación entre especies que a una sustitución. El robot no reemplaza al cirujano joven que se forma, pero sí puede convertirse en una herramienta que lo entrene, que lo ayude a practicar o que lo asista en operaciones de rutina.