El final de la temporada pasada parece haber dejado una herida que todavía no cicatriza y que podría explicar buena parte del presente de San Martín. La eliminación frente a Gimnasia de Mendoza, sumada al golpe en la final contra Aldosivi, no sólo frustró el sueño del ascenso: también habría provocado una serie de consecuencias que mezclaron enojo popular, renuncias y decisiones postergadas. Entre el mal clima institucional, la incertidumbre dirigencial y la falta de definiciones a tiempo, el club no logró retener a varios futbolistas que habían sido importantes. Lo que comenzó como una reacción tras el cierre del torneo terminó convirtiéndose en el punto de partida de una nueva etapa marcada por el recambio.

La campaña de Diego Flores había sido, en números, una de las más destacadas de los últimos años: 81 puntos, 26 triunfos y una regularidad que lo mantuvo siempre en los primeros puestos. Sin embargo, las derrotas en Rosario y en La Ciudadela frente al “Lobo” mendocino provocaron un desgaste que derivó en su salida. El técnico cordobés se despidió con elogios al grupo, aunque la fractura interna ya era visible. Desde entonces, el plantel comenzó a desarmarse con la misma rapidez con la que se habían desvanecido las chances de ascenso.

La dirigencia, afectada por la presión externa, impulsó un replanteo inmediato. Ajustó el presupuesto, revisó contratos y no renovó acuerdos con jugadores que tenían sueldos altos o pedían una mejora. Así se produjo un éxodo importante: Gonzalo Bettini pasó a Colón de Santa Fe, Agustín Dattola regresó a Almirante Brown, Diego Mastrángelo volvió a Gimnasia de La Plata, Franco Herrera retornó a Newell’s y Lautaro Fedele, actual futbolista de Atlanta, a Defensa y Justicia. En ataque, Gonzalo Klusener se sumó a Arsenal de Sarandí e Iván Molinas a Nueva Chicago.

Entre las salidas más significativas estuvieron las de los referentes. Junior Arias, máximo goleador del equipo con 12 tantos, rescindió su contrato y firmó con Palestino de Chile. Matías “Caco” García, figura durante la fase regular, se incorporó a Aldosivi, el rival que había dejado al “Santo” a las puertas del objetivo. En defensa, Lucas Diarte cerró su llegada a San Martín de San Juan tras un cierre de año con tensión con parte de la hinchada.

También hubo bajas silenciosas pero relevantes: Guillermo Ferracuti y Pablo Hernández no continuaron en el nuevo proyecto (el segundo se retiró y actualmente trabaja como manager del club). En contrapartida, Juan Cuevas fue uno de los pocos que permaneció. Aceptó una reducción salarial para seguir en Tucumán, un gesto que reflejó el peso de la situación económica en las decisiones deportivas.

Durante aquel receso, varios episodios evidenciaron las dificultades para reordenar el plantel. “Caco” no se presentó a los primeros entrenamientos; su cláusula de 350.000 dólares demoró su salida y recién se resolvió tras varias semanas. Arias evaluó distintas ofertas antes de emigrar, mientras que Diarte definió su futuro con la pretemporada ya en marcha. En un mercado corto, esas demoras afectaron los tiempos de planificación y generaron la sensación de desorganización.

En paralelo, Ariel Martos asumió la conducción técnica en un contexto complejo: plantel incompleto, contratos pendientes y una comisión directiva en transición. El nuevo cuerpo técnico intentó reconstruir el equipo con 16 incorporaciones a lo largo del año. Mauro Osores, Mateo Pérez y Claudio Araujo se sumaron para reforzar la zaga central; Hernán Zuliani y Franco Quiroz reforzaron el lateral izquierdo; Axel Bordón renovó por la derecha para competir con Federico Murillo. Con la continuidad de Leonardo Monje, Matías García y Gustavo Abregú, el medio campo se completó con Gabriel Hachen, Jesús Soraire y Nahuel Cainelli. En ofensiva llegaron Martín Pino, Lautaro Taboada, Franco García y Juan Cruz Esquivel, estos dos últimos entre los de mejor rendimiento. En el mercado de invierno arribaron además Nicolás Castro, Mauro González y Aaron Spetale.

Cabe destacar que, en medio de todos esos movimientos, también fueron promovidos juveniles del equipo liguista. En tanto, Pérez y Araujo rescindieron a mitad de torneo y Máximo Levi, tras un conflicto interno, fue separado del plantel.

El alto recambio –que también incluyó la llegada de Mariano Campodónico- tuvo impacto en el rendimiento deportivo. La falta de continuidad y de referentes experimentados afectó la regularidad, un aspecto que en la Primera Nacional suele ser determinante. Con tantos cambios, el equipo tardó en consolidarse y volvió a quedar lejos del objetivo.

Lo que dejó la eliminación

Hoy, tras la eliminación frente a Deportivo Morón, el malestar de los hinchas y un panorama institucional en revisión, el club podría atravesar una situación similar. Campodónico espera definiciones sobre su continuidad, el plantel fue licenciado hasta el 6 de noviembre y las decisiones se tomarán una vez que haya claridad política. En ese contexto, varios futbolistas evalúan su futuro y algunos representantes comenzaron a ofrecerlos en otros clubes. Si la nueva dirigencia no logra resolver rápido el aspecto deportivo, el “Santo” podría volver a sufrir salidas antes de tiempo.

San Martín enfrenta un nuevo desafío: evitar que los problemas institucionales y los plazos demorados vuelvan a condicionar su armado. El objetivo será retener a tiempo, planificar con previsión y construir estabilidad para no repetir un escenario que ya conoce demasiado bien.