Los padres de muchos sesentones de hoy fueron atravesados por la genialidad de Ingmar Bergman. Ese director sueco se metía en las vísceras de la sociedad y descarnadamente con el cine generaba auténticas catarsis en los espectadores. En 1973 se estrenó “Escenas de la vida conyugal”. Allí describe la historia de Juan y Mariana después de 20 años de matrimonio. En siete escenas recorre el día a día de la pareja con sus apariencias de felicidad y con los vicios y conflictos de la rutina.

En estos tiempos calentados por el fuego electoral los ciudadanos y los dirigentes se comportan como los protagonistas de la imaginación de Bergman. Aparentan amor y compromiso, pero viven en la rutina de las apariencias. Los candidatos prometen fidelidad a la verdad, al pueblo y a un proyecto común, pero se refugian en gestos automáticos, en el contrato antes que en el afecto genuino.

Los debates -como en la discusión de Juan y Mariana- no son el hito como todos piensan. Son fotos que ayudan a interpretar lo que pasa. Los discursos buscan mantener el vínculo, pero esconden la distancia. La falta de autocrítica lleva a que no se miren de verdad hasta que todo termina quebrándose. Nuestras instituciones no se revisan a sí mismas hasta que colapsan. Si viviera el sueco podría mirar nuestro presente y decir que la falta de reflexión en lo íntimo es la misma que en lo público.

Escena 1: “El debate”

El lunes pasado en los estudios de LGplay la mayoría de los candidatos que se postulan para ser electos diputado nacional se preocuparon por mostrar los dientes. Aferrados a sus discursos pusieron especial énfasis en agredir, en marcar los antagonismos. Se agredieron como si ninguno fuera parte de una construcción social. Aún en un marco de curioso respeto se trataron de mentirosos, de corruptos y de tramposos. No hubo espacios ni para proponer ni para buscar algún acuerdo o mínima coincidencia. Como en la obra del director sueco se presagia el divorcio sin contemplaciones.

Llama la atención esa actitud porque la historia reciente y no tanto y el presente confirman que pequeños entendimientos ponen a rodar un país. El Presidente de la Nación, para serlo, necesitó de un pacto con los chicos Pro. En estas horas en las que la cotización de lo verde espanta hicieron falta las palmadas del tío Donald para llegar mejor a la fiesta del 26.

El gobernador de la provincia, más allá de sus relatos, encontró tranquilidad cuando los acuerdos se sentaron a su mesa. La unidad política corporizada en la boleta electoral se dio a través del consenso. Y, tal cual, el propio Osvaldo Jaldo lo repite cuantas veces puede, algunos logros de su gestión se consolidaron después de darse la mano con el actual presidente de la Nación.

Escena 2: “La seguridad”

Ayer, después de andar en camioneta por las calles santiagueñas, el Presidente de la Nación partió hacia Tucumán. La desesperación y la ansiedad por no perder el centro de la referencialidad lo hicieron hablar al gobernador de la provincia, que a rigor de verdad hoy es un candidato más porque pidió licencia al cargo que le delegaron los tucumanos. Debe ser muy difícil para el vicegobernador Miguel Acevedo entender cuál es su rol y cuándo debe actuar como gobernador y cuándo no, pese a que lo es todo el tiempo, porque Jaldo está de licencia. Sobre la venida de Milei, asomó el candidato a diputado testimonial quien respondió: “Le daremos la seguridad que un Presidente, al margen del espacio político, requiere, porque hay que cuidarlo y respetar su investidura”. Para decir semejante obviedad tal vez tuviera más sentido el silencio. Es que como en la película de marras, algo hay que decir.

Sin embargo, cabe detenerse en una palabra: seguridad. Es lógico. En estos tiempos de antagonismos y de grietas, los líderes promueven la desconfianza y el desencuentro. No la construcción. En una visita presidencial a una provincia el protocolo propone otras cosas. Pero estamos en tiempos donde las cárceles son las principales obras y donde la necesidad de nombrar policías prevalece a la designación de maestros.

Escena 3: “El Protocolo”

La visita de Milei trae obligadamente al recuerdo la reciente presentación del libro Ceremonial, un aliado estratégico, de Patricia Ibazeta de Posse. En este trabajo se destaca que el ceremonial es un aliado del poder ya que desempeña un papel crucial en la manifestación y consolidación de la autoridad, así como en la creación y mantenimiento de la imagen institucional. Ayer quedó claro que los poderosos no querían verse. Dejaron en claro que prefieren no ocuparse de sus obligaciones hasta tanto no se pronuncie el pueblo el próximo domingo. Pero también insistiendo en ese dislate de que un gobernante puede decir o hacer algo como presidente o gobernador pero otra cosa como ciudadano. No son escindibles. Son una misma persona a quienes la ciudadanía les ha delegado el poder y sus responsabilidades.

Escena 4: “El equipo”

Ya que no pudieron armar la escena del presidente y del gobernador, ellos constituyeron la del candidato. Cada uno se fue a mostrar y dar sus señales de poder. Milei para que la kriptonita no lo desarme se fue a Washington y a Nueva York para juntar poder. Jaldo eligió el interior de la provincia, donde el peronismo siembra y cosecha votos.

Las campañas promueven discursos como los de Mariana y Juan en la obra de Bergman. Las verdades a medias disimulan pero profundizan el desamor. Milei, para no perder, se ha puesto la campaña al hombro y apenas bajó del avión se subió a la camioneta y circula por las provincias desesperado en busca de votos. Jaldo, debió recurrir a la testimonialidad para asegurar unidad y sufragios.

A uno y a otro los une la fragilidad de sus liderazgos. Son ellos y no mucho más. O al menos es lo que creen o transmiten. No han podido -o no han querido- declarar herederos que los representen para que continúen sus senderos. Los equipos brillan por sus ausencias. Son sólo ellos. Podrán decir que lo arriesgan todo y si ganan no le deben nada a nadie. Pero, a la larga esas actitudes debilitan.

Escena 5: “El like”

Las instituciones como el matrimonio, la familia o el Estado tienden a ocultar la fragilidad de los vínculos humanos bajo reglas o rutinas. Una de ellas es la novedosa y motivante propulsión a cosechar pulgares hacia arriba. Ese mensaje virtual y casi descomprometido por gente que no pone la cara ni el cuerpo es la nueva unidad de medida de la democracia. Por eso se ha vuelto tan dificultosa la búsqueda de los votos que se confunden con los tan melosos y regocijantes “likes”. A estos al igual que a los votos se los compra, se los pide, se los reclama y también se los conquista. Pero mientras el voto es un ejercicio de libertad, el “like” es simplemente una emoción repentina que no se compromete. En esas cavilaciones anda la política pero sus dirigentes ni se dan cuenta.

Escena 6: “En japonés”

Las escenas típicas de la vida contribuyen a que la rutina ponga más fuerza -y encanto- en las discusiones diarias, en la refutación simple antes que en los sucesos que podrían ayudar a sentirse mejor a los protagonistas. En esta semana que nunca más volverá, las noticias llegaron de Toyota. En aquella ciudad japonesa, que después se identificó por la fábrica de vehículos, se escucharon y valoraron la experiencia tucumana. Destacaron que las cuatro universidades y todas las instituciones de investigación que trabajan en la provincia, incluidos los institutos del Conicet, se hayan podido sentar a la vuelta, escucharse, discutir y constituir una mesa diálogo para trabajar junto al sector público que había convocado. Todo en el marco de cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible que piden las Naciones Unidas. En este mundo de desavenencias, Tucumán fue un ejemplo de acuerdo y encuentro entre lo público y lo privado. Pero claro, estos esfuerzos suelen pasar inadvertidos.

Escena 7: “La metáfora”

Estos días asomaron de nuevo las lluvias. Sobre llovido, inundaciones. En pleno centro se eleva un edificio con respaldo constitucional. El artículo 101 de la Carta Magna tucumana, en su inciso 5 respalda el Consejo Asesor de la Magistratura. Ese edificio en el que se califican a quienes pueden ser magistrados se inunda. Tiene grietas en sus paredes húmedas. Este es un problema de hace varios lustros. Allí se congregan desde hace tiempo legisladores, jueces, abogados de toda la provincia que, tal vez imitando a la Justicia, se vendaron los ojos para ver estas deficiencias que hoy sintetizan en pequeñas escenas de la vida institucional que ven el deterioro del hogar.

La política argentina se volvió un matrimonio de conveniencia que ya no se escucha.

Los protagonistas ensayan las mismas líneas, aunque el público intuye el desenlace final. Las instituciones se inundan porque cuesta reconocer que cuando se hacen los cimientos hay que pensar en el futuro y no en las ventajas presentes. La rutina reemplazó a la reflexión y el gesto virtual al compromiso. El domingo que viene la ciudadanía revisará el guión para que las series, las protagonice quien sea, no tengan el mismo argumento o no tengan tanta vigencia como aquellas Escenas de la vida conyugal de los años 70.