El reloj se detuvo en La Ciudadela, pero el fútbol no sabe de pausas. Mientras San Martín aguarda la asamblea del viernes 31 y el llamado a elecciones que definirá a su nueva conducción, las miradas comienzan a girar hacia otro punto clave del calendario: el regreso a los entrenamientos, previsto para el 6 de noviembre. Entre la incertidumbre política y la necesidad deportiva, el “Santo” se mueve en equilibrio sobre un terreno lleno de interrogantes.
En medio de ese escenario, Mariano Campodónico vive sus días más expectantes. El técnico, que tiene contrato vigente, deberá iniciar los trabajos con el plantel profesional sin saber si seguirá al frente cuando asuma la nueva comisión directiva. Su continuidad dependerá, como casi todo en el club, de lo que ocurra en las urnas. Hasta entonces, le tocará conducir un grupo que volverá a las prácticas con posibles bajas y un panorama en plena revisión.
Tras la eliminación en el Reducido frente a Deportivo Morón, la incertidumbre se instaló en los pasillos de Bolívar y Pellegrini. Sin embargo, San Martín cuenta con una base mínima que permitirá mantener cierta estructura mientras se definen los refuerzos. En el arco, seguiría Darío Sand, con vínculo hasta 2027, acompañado por Nicolás Carrizo, Tomás García y Juan Jaime. En defensa, aparecen Juan Orellana, Tiago Peñalba y Aníbal Paz; en el medio campo, Gustavo Abregú, Agustín Prokop, Agustín Graneros, Ulises Vera, Jesús Soraire y Alan Cisnero. En ataque, la base se completa con Gonzalo Rodríguez, Nicolás Moreno -que se recupera de una rotura de ligamentos- y Aaron Spetale. Además, Mauro Verón podría retornar de su préstamo en Managua (Nicaragua) si el cuerpo técnico lo requiere.
El resto del plantel deberá resolver su situación contractual. Los vínculos de jugadores como Hernán Zuliani, Mauro Osores, Federico Murillo, Matías García, Gabriel Hachen, Juan Cuevas, Martín Pino, Franco García y Juan Cruz Esquivel vencen a fin de año. Sus representantes deberán reunirse con la nueva dirigencia para definir si continuarán o buscarán nuevos rumbos.
Entre los casos más delicados están Esquivel y Franco García, dos de los más rendidores del año, cuyos contratos incluyen opciones de compra elevadas. Su continuidad será una prioridad en la agenda de la próxima conducción. En el caso del santafesino, además, surgió una posibilidad de intercambio con Tigre por Nahuel Banegas, aunque la negociación quedó en pausa hasta después de las elecciones.
Mientras tanto, Campodónico planifica el inicio de la pretemporada con lo disponible. Sumar juveniles del club para completar los entrenamientos y mantener ritmo competitivo será una estrategia temporal hasta que lleguen definiciones institucionales y los primeros refuerzos. En el cuerpo técnico saben que la vuelta al trabajo servirá también para evaluar rendimientos y decidir qué jugadores pueden ser parte del nuevo ciclo.
La transición política influye en cada movimiento. Desde que surgió que la actual comisión directiva daría un paso al costado, el club quedó en un compás de espera. La asamblea del 31 marcará el cierre formal de su gestión y abrirá la puerta a un nuevo proceso electoral que, según estiman, se concretaría en la segunda quincena de noviembre.
En las últimas semanas, los contactos informales entre posibles candidatos se multiplicaron. Algunos dirigentes analizan nombres para la fórmula presidencial y otros trabajan en borradores de proyectos deportivos. La coincidencia general es que el próximo ciclo debe priorizar la estabilidad y evitar los errores del pasado: contrataciones apuradas, improvisación en la pretemporada y falta de planificación.
Un tiempo que vale oro
El “Santo” atraviesa una etapa de espera, pero no todo es incertidumbre. A diferencia de otros años, esta vez el calendario juega a favor. Con más de dos meses por delante hasta el arranque del próximo torneo, la futura comisión directiva tendrá margen para ordenar las cuentas, analizar contratos y diseñar un proyecto deportivo con planificación y sin apuros.
El recuerdo del cierre anterior todavía pesa. En 2024, San Martín terminó su temporada el 1 de diciembre y en febrero ya estaba debutando en el campeonato. En apenas ocho semanas hubo que definir técnico, armar el plantel y realizar una pretemporada express. El resultado fue un equipo con poco rodaje, rendimiento irregular y un final de campaña que no cumplió las expectativas. Ahora, la historia ofrece una revancha. Con tiempo por delante, el nuevo San Martín podrá reconstruirse con cabeza fría.