Desde hace 124 años los tucumanos deberían contar con el segundo pulmón verde o bosque urbano más extenso de la capital. Iba a llamarse “Parque Roca”, en el predio que hoy se conoce como Campo Norte. En 1900 pertenecía a la Finca Muñecas. Un año después, en 1901, la Provincia adquirió esas tierras, de 37 hectáreas, 20.000 metros cuadrados más amplias que el Parque Guillermina (35 ha), ubicadas en el sector noroeste de la capital, delimitadas por las calles que luego pasaron a llamarse Bolivia, Viamonte, Ecuador y Castelli.

Como tantos otros proyectos “verdes”, el Parque Roca fue cajoneado por las autoridades y en 1907 la propiedad fue cedida a la Nación, que la destinó al Ejército Argentino para distintos usos. Incluso, por ese terreno llegó a cruzar un ramal ferroviario militar.

Ya con el Ejército desmembrado y con un presupuesto muy acotado, en 1999 la Legislatura expropió esas 37 hectáreas a través de la Ley 6.919, que en su segundo artículo establece que “el inmueble descripto en el artículo precedente será destinado a la creación de un parque público”, en un intento por resucitar su destino original.

Nada se hizo, hasta que en 2006, siete años después, mediante la firma de un convenio, la Provincia iba a cederle las tierras al municipio para que finalmente se creara el postergado Parque Roca. Pasaron 19 años de aquel compromiso y la vieja “Finca Muñecas” sigue en poder de la Provincia.

Polémica por Campo Norte: entre los terrenos de usos colectivos y los espacios cerrados para algunos

Luego de la sanción de la Ley 6.919, el Concejo Deliberante de la capital aprobó la ordenanza 3.900, que declara de interés la creación del “Parque Norte de los Tucumanos Ilustres” y le reclama al municipio que avance con las gestiones para que la Provincia cumpla con el convenio de 2006 y ceda la posesión del terreno -que ya se había reducido a 29 hectáreas- para que se pueda concretar esa obra.

Se sigue reduciendo

Mientras tanto, en las últimas casi tres décadas, el predio de 29 hectáreas que quedaba disponible sufrió, además del abandono y la desidia oficial, usurpaciones, cesiones, comodatos y poco a poco la cementación fue avanzando. Distintos sectores fueron ocupados, edificados o alambrados, por reparticiones nacionales, provinciales, municipales, clubes, campus deportivos escolares, fundaciones, ferias populares, los gremios Smata, Soem y Uocra, entre otros fines, entre ellos basurales, así como varias manzanas también se utilizan como canchas de fútbol improvisadas, sobre todo los fines de semana.

LA GACETA / FOTO DE OSVALDO RIPOLL

Durante la noche pocos se atreven a cruzar por esa zona oscura y peligrosa, según advirtieron los vecinos al diario en diferentes crónicas.

El tironeo por apropiarse de algunas hectáreas que permanecen libres continúa hasta hoy entre clubes deportivos, que proponen desde instalaciones, canchas de rugby y hasta un estadio cerrado de vóley.

Incluso, en el transcurso de las gestiones de José Alperovich se llegó a pensar en la construcción de un gran barrio.

La Junta de Estudios Históricos de Tucumán propuso en 2014 crear un Parque Botánico del Bicentenario. En 2016 reiteraron la iniciativa, pero no avanzó en ningún ámbito.

Campo Norte, un pulmón verde en tensión

El Parque Roca no se trataba de un sueño naif ni estético, sino de una seria necesidad ambiental. Según relevamientos del Conicet, las zonas norte y sur de la capital son las que padecen el mayor déficit de espacios verdes, lo que provoca un desequilibrio territorial que se traduce en desigualdad, ya que los sectores más vulnerables requieren con mayor urgencia parques y plazas que aporten más recreación, suelos absorbentes, arbolado urbano, sombra y múltiples beneficios ambientales, entre ellos la purificación del aire, tan contaminado en Tucumán.

La Organización Mundial de la Salud sugiere entre 9 y 15 metros cuadrados de espacios verdes por habitante. La capital no llega, en promedio, a la mitad de ese porcentaje, y el norte y el sur de la ciudad aún menos.

Esta es la historia de otro latrocinio a territorios que deberían ser públicos y saludables, o de otra “estafa verde” a los tucumanos.