Marcelo Gallardo volvió a elegir el silencio. Después de la derrota de River frente a Boca por 2-0 en la Bombonera, el entrenador decidió suspender la conferencia de prensa y tampoco habló en la zona mixta. La imagen de su salida sin declaraciones fue una síntesis del momento que atraviesa el “Millonario”: un equipo sin respuestas, un técnico sin palabras y una incertidumbre que no deja de crecer.
El clásico fue otro golpe. River volvió a mostrar un rendimiento deslucido, sin ideas ni reacción. Una distracción defensiva lo dejó en desventaja sobre el final del primer tiempo y, apenas iniciado el complemento, el segundo gol de Boca sentenció el marcador. El conjunto de Gallardo no logró reaccionar y completó una de sus actuaciones más flojas del año, complicando además su clasificación a la Copa Libertadores 2026.
Los periodistas aguardaban su palabra. Los micrófonos lo esperaron a la salida del vestuario, pero “Muñeco” prefirió retirarse en silencio. No es la primera vez que lo hace. Ya había tomado la misma decisión tras la derrota ante Gimnasia en el Monumental, cuando tampoco brindó declaraciones. En aquel momento, unos días después, rompió el silencio para confirmar su renovación como técnico de River hasta diciembre de 2026, de la mano del nuevo presidente, Stefano Di Carlo.
El anuncio había sido presentado como un gesto de estabilidad, un punto de partida para encarar el tramo final del año con algo de aire. Pero la caída en la Bombonera volvió a exponer las grietas de un River que no encuentra el rumbo y que depende de una combinación de resultados para no quedarse fuera del torneo continental.
En su última conferencia (la del miércoles previo al Superclásico) Gallardo había dicho: “Yo soy un chico de la casa, un pibe de River. No voy a salir corriendo por un mal año deportivo. El que pensaba eso no me conoce ni sabe lo que quiero a este club”. Palabras que hoy suenan lejanas, perdidas entre la frustración y el desconcierto de un equipo que no logra levantar.
El silencio del entrenador, más que una postura, parece un reflejo de un ciclo que atraviesa su punto más bajo desde su regreso. En Núñez, nadie sabe si las respuestas llegarán con los resultados o si el silencio empezará a decirlo todo.