Los objetos del cielo se estudian a través de la radiación que llega a los telescopios. La radiación tiene que atravesar la atmósfera terrestre y gran parte es absorbida por ella. Este es uno de los motivos por lo que la Tierra no es el mejor lugar para observar el cielo y desde hace largo tiempo se comenzaron a usar los telescopios espaciales.

Hace algunos años se piensa en poner telescopios en la Luna. Ella tiene algunas ventajas. No tiene atmósfera, por lo tanto no se absorbe la radiación que viene de los objetos del cielo y tampoco hay turbulencia, que también es un problema para la observación. En la Luna hay cráteres en los que siempre está oscuro en su interior. Serían lugares muy adecuados para instalar telescopios. Otro problema para la observación desde la Tierra es la gran cantidad de satélites que contaminan las imágenes. En la Luna, por ahora, no serían un problema.

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Telescopios espaciales como el James Webb Space Telescope y el GAIA se encuentran más lejos que la Luna. Se podría pensar que están en un lugar más adecuado, pero hay que tener en cuenta que más sencillo maniobrar un telescopio fijo que en el espacio. Se le podría hacer reparaciones o instalarle nuevos instrumentos, cosa que no es posible con los telescopios espaciales.

Hay varios proyectos en desarrollo, entre ellos, la instalación de radiotelescopios en la cara oscura de la Luna, en donde hay silencio de radio, al menos por ahora. Uno de ellos es una antena parabólica dentro de uno de los cráteres más grandes. También hay proyectos para detectar ondas gravitacionales, que sería más efectivo que en la Tierra y algunos muy novedosos como un triángulos de láseres para medir las ondulaciones del espacio-tiempo.

Pero todos estos proyectos no serían los primeros telescopios en la Luna. En 1972, la Apolo 16 llevó un telescopio que observó objetos del cielo y la Tierra, siendo la primera vez que se lo hizo desde el espacio con un telescopio. Se observó la atmósfera desde el exterior, incluso las auroras polares.

Observar desde la Luna implica el desarrollo de tecnología nueva para los telescopios, los detectores, las naves que traslade todo el instrumental y sistemas de comunicación muy eficiente para enviarles las órdenes.

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Pero hay otros intereses, como la minería, con los que habrá que convivir y competir. Algunos de los cráteres son de interés para la minería y los telescopios deben instalarse lejos de estas explotaciones que pueden producir vibraciones que afectan la observación astronómica. Esto hace que, además de lo complejo que es desarrollar nuevos instrumentos, que puedan funcionar en un ambiente tan diferente al de la Tierra, hay que compatibilizar las necesidades y los objetivos de la ciencia y la industria. En estas decisiones tendrán que participar científicos, técnicos empresarios y los gobiernos. Tarea nada fácil.

Los proyectos son complejos y que van a llevar mucho tiempo llegar a resultados exitosos, pero vale la pena. Los más optimistas afirman que en la próxima década habrá observatorios astronómicos funcionando en la Luna.