Elegir correctamente la fecha de siembra en el cultivo de maíz y de sorgo es mucho más que una cuestión de calendario: es una decisión estratégica. En el NOA, donde las condiciones de temperatura y humedad pueden variar bruscamente, sembrar en el momento adecuado permite que el período crítico del cultivo -cuando se define el rendimiento- ocurra en una etapa del año menos expuesta a golpes de calor o falta de agua. “Ajustar la siembra a las ventanas óptimas de cada zona aumenta las chances de lograr una producción más estable y eficiente”, subrayó Franco Scalora, coordinador del proyecto Trigo, Maíz y Sorgo de la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres (Eeaoc).
Conocer en detalle el ambiente de cada lote resulta fundamental, ya que esa información, combinada con las características del híbrido seleccionado, permite definir una densidad de siembra más precisa y eficiente para optimizar los recursos disponibles. Además, la calidad de implantación condiciona en gran medida el éxito del cultivo: revisar la calibración de la sembradora, asegurar una distribución uniforme y elegir la profundidad adecuada de siembra en función de la humedad del suelo son aspectos clave para lograr una emergencia rápida, pareja y vigorosa.
Tras la emergencia, si fuese necesario, mantener el lote libre de malezas mediante un adecuado manejo, es otro punto clave para un arranque vigoroso. Un control temprano evita la competencia por agua, luz y nutrientes, y mejora la eficiencia de los fertilizantes.
Finalmente, la fertilización debe ser planificada en función de la disponibilidad de nutrientes del suelo y las expectativas de rendimiento. En ambientes del NOA, donde la variabilidad edáfica es marcada, conviene realizar diagnósticos o basarse en análisis previos del lote para ajustar las dosis y las fuentes de nutrientes. Una nutrición equilibrada desde el arranque favorece el desarrollo radicular y la eficiencia en el uso del agua, potenciando el rinde final.
En síntesis, el éxito de los cultivos en el NOA no depende de una práctica aislada, sino de la integración de todas estas labores en la secuencia correcta: un barbecho oportuno, una buena cobertura con cultivos antecesores, una adecuada recarga de agua útil, la elección del híbrido correcto, una siembra precisa, un control de malezas efectivo, una nutrición bien planificada y un monitoreo sanitario constante. Cada decisión tomada en los primeros pasos de la campaña será determinante para que el cultivo pueda expresar todo su potencial productivo.