COMO JARDINES.- Contrariamente a lo que sucedía en casi todos los ingenios de esa época, en Los Ralos los cultivos de caña de azúcar se formaron en pequeñas colonias, que abarcaban desde cinco hasta 40 hectáreas. Había muy pocas de mayor extensión. "El doctor Eudoro Avellaneda solía decir que con esto se obtenían dos grandes ventajas. La primera, proteger a los trabajadores competentes y de buena conducta, que dejaban de ser obreros o empleados dependientes del ingenio para constituirse en pequeños propietarios. Además, de esta manera se despertaban en ellos los sentimientos y hábitos del hombre independiente. Y segundo, obtener un mejor trabajo en las plantaciones, ya que al ser divididas en pequeños lotes eran cultivadas y cuidadas como jardines", describió Patricio Herrera, nieto de uno de los trabajadores de una colonia.
ESCUELA DE OFICIOS.- El ingenio, según testimonios de vecinos y de ex trabajadores, era también una gran escuela. Dadas las amplias y diversificadas instalaciones que disponía para su época, les permitía a los jóvenes que trabajaban en su seno aprender oficios competentes en carpintería, herrería, hojalatería, electricidad, mecánica y actividades relacionadas con el azúcar. Incluso hubo varios jefes mecánicos que se formaron trabajando en sus talleres y distintas dependencias.
EN NÚMEROS.- La población de Los Ralos creció a 1.800 habitantes en 1909, pero llegaba a 2.000 o 2.100 durante las zafras de los tres primeros lustros del siglo pasado. Los 200 que se agregaban, que a veces podrían ser 300, provenían de las provincias de Catamarca y de Santiago del Estero, en su mayoría. Cuando cerró el ingenio había 13.000 habitantes en la localidas. En 1970 se redujo a 7.000 y en la actualidad creció a 20.000 personas.
SEGUNDA COMUNA.- Los Ralos era la segunda comuna más importante de la provincia en 1962. Pero la etapa de mayor auge del pueblo se registró durante la década del 40 del siglo pasado, cuando la fábrica azucarera alcanzó su mayor esplendor. Pero de todo aquel pretérito dorado hoy solo quedan fantasmas revoleteando entre las ruinas y abundantes quimeras.
CURIOSIDAD.- Una de las medidas tendientes a evitar la desocupación cuando dejó de funcionar la fábrica azucarera fue la creación, entre otras, de una planta textil, una deshidratadora de alfalfa y una fábrica de muebles. Ninguno de estos emprendientos existen hoy salvo la textil, pero conformada como cooperativa y con 60 personas -en su mayoría mujeres- trabajando.
MENOS DE UNA DÉCADA.- Transcurrieron nueve años para que algunos acreedores del ex ingenio pudieran cobrar, por depósito judicial, los montos adeudados. Las liquidaciones confeccionadas por el Comité Ejecutivo para el Saneamiento Económico de la Provincia (Cifen) se aprobaron por decreto del entonces interventor Oscar Emilio Sarrulle. Rogelio Miguel Roldán fue el que menos percibió, un poco menos de 3.970 pesos nuevos de entonces, y Julio Nicolás Coria el que más recibió: $ 41.574 de la misma moneda.