Hubo un tiempo de dudas, de cables cortados y de ideas chispeantes que solo hacían pensar que el 1-2 consumado durante el primer tiempo con Sportivo Belgrano era cosa juzgada. Pero Atlético tenía armas y argumentos. Cuando supo ponerlos en marcha, jugando a lo que debe, la cancha se inclinó tanto que sólo el cansancio y la desesperación del final pudieron causar algún revuelo emocional en un hincha empanzado de alegría por ver cómo su “decano” despedía 2013 con un 3-2 brillante, de esos que no se olvidan.
Atlético sembró una semilla de esperanza a futuro en base a la riqueza y cualidades que disponen sus hombres para desparramar enemigos con la pelota al ras del piso. Si ayer empezó perdiendo fue porque Juan Pablo Francia regaló una caricia con su diestra (gol olímpico) y porque antes Ontivero demoró en castigar a Rigamonti estando mano a mano con él.
El error antes y después del 0-1 fue desprenderse rápido del balón y hacerlo flotar. Era difícil ganarlo en las alturas con hombres de corta estatura. Entonces, llegó el clic. Acosta bajó hasta zona de despeje local, recuperó la bocha, buscó en el medio a Morel, y se lanzó a lo Usain Bolt hacia la meta de Rigamonti. “Pulguita” recibió del 10 y le puso una de billar a “Bebé”, que ajustició al uno visitante. Golazo.
El empate sirvió para calmar las aguas, aunque cuando Sportivo disponía de alguna contra o pelota parada, los problemas fluían como agua de vertiente. Por eso Velasco cobró el 2-1, culpa de otro córner.
Se suponía que Atlético iba a salir a quemar el rancho. No. Recordó que lo suyo era la paz antes que el despilfarro y trató de manejar la bocha siendo un piloto de Fórmula uno: volando pero sabiendo que la ruta era peligrosa y había que estar con los ojos abiertos. Eso hizo Ontivero cuando liberó a Acosta y este puso el 2-2 entrando como dueño de casa al área. No fue el golpe de nocaut, porque a ese lo puso Rigamonti durmiendo a Canever y regalándole un penal a “Pulguita”. Gracias, empleados, 3 a 2 y a brindar por un 2014 con bandera de ascenso.