Cuando todavía en el país la siembra gruesa no finaliza debido a la lentitud que se observa en la implantación en el Noroeste Argentino -por el irregular comportamiento de las lluvias, lo que no se observa en la zona núcleo que tiene un gran avance-, en el mundo las necesidades alimenticias son cada vez mayores, por cuanto crece a medida que aumenta la población mundial.
A pesar de que las medidas que rigen en el país referidas a la comercialización de granos y a la suba permanente de los costos de producción, el productor sigue mirando el futuro y sembrando, aun cuando las complicaciones se encuentran a cada paso a medida que pasa el tiempo en este país, todavía agroexportador.
Lo cierto es que la población mundial superará los 9.000 millones de personas en algo menos de 30 años y se necesitará que la producción de alimentos se incremente en un 70% para alimentar a toda la población en esos años.
Es necesario agudizar el ingenio para lograr de alguna manera incrementar primero la capacidad de las tierras de cultivo, de que su producción por unidad de superficie sea mayor, y para ello el hombre de campo dispone de diferentes herramientas tecnológicas que ayudarán a dar este gran paso, a pesar que el Gobierno nacional todavía se empeñe en complicar el sistema productivo argentino.
Lo real es que el aumento de la producción de alimentos debe pasar por la unidad de superficie, pero también se sigue viendo la posibilidad de sumar nuevas tierras, que cada vez son menores. Esto llevaría a explorar zonas que nunca fueron explotadas, o lograr que tengan tierras ya inservibles y se recuperen para una nueva actividad agropecuaria.
Pero no toda la necesidad de producir más pasa por lo alimenticio, sino que el hombre también quiere satisfacer otras necesidades no primarias, como el alimento, y lograr a través del consumo un bienestar que no lo dan los alimentos.
Sustentabilidad
Hoy el mundo debe lograr no solo producir los alimentos básicos, sino también otros bienes. El hombre está dispuesto a pagar para consumirlos y, sin dudas, es el desafío que los productores argentinos deben lograr, dando a la producción primaria algún valor agregado.
Pero para ello es necesario, sin temor a equivocarse, producir cuidando el medio ambiente circundante, lo que muchos especialistas y técnicos dedicados a la producción denominan desarrollo sustentable.
El sistema productivo nacional debe asumir que el desarrollo sustentable debe mejorar la calidad de vida de los habitantes, que tengan una mayor capacidad de lograr satisfacer sus necesidades.
El ser humano busca, de manera permanente, el cambio de lo que consume, ya que a medida que pasa el tiempo los cambios en el tipo de consumo existen y, por ello, el desarrollo sustentable debe ir adaptándose a esos cambios.
Cada ser humano demanda una casa, una heladera, un auto que utiliza combustibles fósiles; prefiere comer proteínas y otros alimentos que no solo satisfagan alimentarse, sino que buscan el placer en los alimentos de mejor calidad y de mayor elaboración.
A este ritmo, si sigue incorporándose una parte importante de la población mundial a los estándares de consumo, necesitaríamos de una superficie mucho mayor de la que nos puede brindar actualmente el planeta Tierra, para satisfacer estas demandas.
Las necesidades alimenticias de los países que se siguen desarrollando y que mejoran sus estándares de vida, buscan satisfacer esas nuevas demandas con otros productos provenientes de la tierra.
Por eso es que estamos, cada día, más cerca de tener una nueva generación de industrias, que reemplacen paulatinamente a las heredadas de la Revolución Industrial; será, de alguna manera, la “industrialización de lo rural”, con nuevos productos, más abundantes, más baratos, de mayor calidad y con mucho menos impacto sobre el medio ambiente.
¿Y el Estado?
Estas tendencias ponen en el centro de la escena al Estado y su capacidad de adaptarse a este desafío del nuevo horizonte productivo. Los cambios que la sociedad viene imponiendo a las actividades agroproductivas e industriales, necesitan de los aportes invalorables de la tecnología pero, a la vez, de decisiones políticas y empresariales consensuadas y que miren al futuro en el mediano y largo plazo.
Los cambios en las necesidades de consumo son permanentes y el sistema productivo agroindustrial debe adaptarse a estos cambios, en procura de lograr satisfacer las necesidades de consumo del hombre. Esperemos que el Estado tome cartas y conciencia de este nuevo rumbo que necesita el país, para continuar subidos al tren de la alimentación mundial.