Otra vez el aguacero jugó un papel preponderante. Como pasó en el Boca-Racing, comenzado tres domingos atrás por decisión de Federico Beligoy en una Bombonera inundada. Ayer, El Monumental también estaba anegado y Mauro Vigliano adoptó equivocadamente el mismo temperamento. El diluvio condicionó el superclásico. Y Agustín Orion, aún con el grado de responsabilidad que le cabe en el empate de River, tuvo un trabajo relevante, con un nivel semejante al del dinámico volante César Meli, fundamental cuando Boca se quedó con 10 por la expulsión de Gago.
El arquero se mostró atento en cada envío aéreo y apeló a sus reflejos para neutralizar algunas peligrosas acciones ofensivas del rival. La mejor fue ante un cabezazo esquinado de Mora en el segundo tiempo que alcanzó a echar al córner. En el gol de Pezzella no pudo dominar en un solo tiempo el cabezazo del defensor (había entrado unos minutos antes por el uruguayo Carlos Sánchez), dio el rebote largo y el zaguero devenido en atacante alcanzó a tocar de zurda hacia la red para poner el 1-1.
“Nos vamos con bronca por cómo se dio el partido, por equivocaciones ajenas a nosotros se desvirtuó, también por el tiempo”, fueron las primeras impresiones que dejó el arquero al finalizar el encuentro.
Y ensalzó la tarea de los debutantes. “Tuvimos carácter, con muchos chicos jugando el primer superclásico. Es un grupo en formación con un cuerpo técnico nuevo, pero vinimos a ganar. El balance es 50 y 50”, agregó Orion que fue el encargado de la arenga previa en la manga antes de salir a jugar el encuentro.
“Vinimos a ganar; somos Boca”, repitió y en referencia al arbitraje sentenció: “(Vigliano) es humano reconocer y equivocarse. Cambió el panorama del partido después de eso. No sé si incidió en el resultado, pero sí en el desarrollo” y prefirió guardarse el balance del resultado para los próximos días de la semana.