El miércoles, cuando llegue la hora de levantar las copas para despedir 2014 y recibir 2015, las autoridades de seguridad deportiva de todo el país estarán en apuros. En su interior analizarán qué hicieron mal para que el fútbol se cobrara 19 víctimas fatales, en lo que fue el año más violento en la historia del deporte. Esta cifra nefasta fue sólo superada el año que sucedió la Tragedia de la Puerta 12 (Monumental de River) en la que murieron 71 personas, en 1968.
Analizar lo que pasó en este año negro puede llegar a asustar a muchos y más aún si se tiene en cuenta que 2015 es un año electoral y en enero habrá una prueba piloto con los Torneos de Verano en cuyos partidos se permitirá que los encuentros se disputen con ambas parcialidades.
En realidad, la iniciativa no es descabellada. De las 19 víctimas fatales, sólo seis -la tercera parte- fueron por enfrentamientos entre barras. Sin embargo, cinco de esos casos son símbolos puros de la intolerancia, puesto que cuatro de ellos fueron hinchas que perdieron la vida por festejar un triunfo. Hay otra que es una prueba clara de cuan lejos se llegó: Franco Nieto, jugador de Tiro Federal de La Rioja, falleció después de haber recibido un ladrillazo de un hincha del equipo rival.
Se va 2014, un año mundialista. Históricamente se incrementa la violencia en estos casos. pero este fue el más violento de todos. Las autoridades de seguridad sabían que se podía producir una escalada de muertes por las peleas que generan organizar los viajes y las entradas, entre otros puntos o por diferencias que generaron la disputa de esos.
Evidentemente, “controlaron” bien a la tropa. Hasta que terminó la fiesta en Brasil sólo dos personas perdieron la vida. Uno de ellos fue un barra de Atlético Nacional que fue apuñalado por sus pares en el estadio de Newell’s, en un partido por Copa Libertadores. Pero luego bajaron los brazos y en las estadísticas se puede encontrar la prueba: desde agosto hasta ahora perdieron la vida 16 personas.
La última víctima
José “Gallego” Fernández es el nombre de la última víctima que dejaron los bárbaros del fútbol. Su caso debería ser considerado como emblemático. Fue “capo” de la barra de Independiente y de El Porvenir, pero perdió la vida en una pelea de los pesos pesados de Lanús. ¿Qué hacía ahí? Fernández fue uno de los tantos violentos que son contratados por grupos amigos para que los ayude a mantener el orden en las tribunas. Esos “mercenarios” del fútbol crecieron de la mano de los negocios de las barras. Desde que el Gobierno decidió cerrarle la puertas a los visitantes, los violentos tuvieron que diversificar su campo de acción.
En Rosario, por ejemplo, los barras de Newell’s y Central están siendo ocupados por el narcotráfico que desangran a la capital santafesina, sin contar que varios de sus líderes cayeron por las balas asesinas de los sicarios. En Buenos Aires, los barras ya pasaron a ser la fuerza de choque de los partidos políticos. En la mortal pelea que se produjo entre hinchas de San Telmo y Dock Sud, en la que murieron dos personas, chocaron punteros del kirchnerismo y del PRO.
Independiente, presidido por el sindicalista opositor Hugo Moyano le abrió las puertas del estadio a Héctor “Bebote” Álvarez para que jugara un picado con sus secuaces y después compartieran un asado en el “Libertadores de América”.
Este iceberg de sangre tiene una arista que pocos quieren ver. La llegada de Fútbol Para Todos significó que los clubes recibieran más dinero por derechos televisivos. Y como era de esperarse, los hinchas que viven del negocio también quisieron quedarse con una porción de la torta. Por ese motivo, desde agosto de 2009, cuando se puso en marcha el sistema, hasta nuestros días, murieron 64 personas, es decir, más de la quinta parte de las 306 muertes que se produjeron en los 92 años de locura por el fútbol.