En un interesante artículo firmado por Arturo Navarro, especialista en temas agropecuarios, se destaca que la grave situación económica, social y política que arrastramos para 2015 no la puede solucionar ningún partido político o sector empresario en soledad. Todos debemos asumir, con total responsabilidad, que la única forma de poder revertirla rápidamente, y con el menor costo social, es con un trabajo en común de todos los protagonistas políticos, empresarios, sindicales y sociales, en una mesa de diálogo, para consensuar primero las políticas que son urgente en la actual coyuntura y después, será el turno para proponer las políticas para el mediano y largo plazo.

Todas las presentaciones de la capacidad del agro para hacer su aporte para aumentar la producción, la transformación y la exportación, que se han realizado ante importantes dirigentes, ya son de público conocimiento y no hace falta seguir machacando en ello para demostrar esa capacidad.

Esto es solo un diagnóstico del potencial del complejo agroindustrial, para poder fabricar los dólares y puestos de trabajo.

En dicho artículo se viene afirmando algo que desde hace mucho tiempo atrás, en las diferentes columnas de opinión de este suplemento, sobre la falta de diálogo y consenso que se vienen dando en el país, entre el sector productivo y el político de turno, para lograr objetivos que ayuden a poner en funcionamiento, como corresponde, el aparato productivo del campo, junto a quienes componen la agroindustria.

Navarro afirma que “lo más difícil que se viene para este año es consensuar, entre todos, las políticas de Estado, para poder cumplir con dichas metas de producción y exportación en pocos años. Este es el mayor desafío de los sectores empresariales y políticos en los próximos meses para poder, en la inauguración de las secciones ordinarias del 1 de marzo de 2015, presentar algunos de los proyectos de ley de la agenda que necesita el agro en forma urgente, para dar un primer salto de productividad en el ciclo agrícola-ganadero 2015-2016”.

Contundencia

Los números de la importancia que tiene el campo argentino en la economía nacional son claros y contundentes, y diferentes estudios realizados al respeto confirman dicha afirmación. Según las estimaciones de FADA,” el agro argentino genera 2,7 millones de puestos de trabajo, y con las políticas correctas puede generar 500.000 empleos más, entre 2015 y 2019. Los resultados consolidados para 2013 indican que, ese año, las cadenas agroalimentarias crearon 2,74 millones de puestos de trabajo en Argentina, el 17,1% del empleo total del país. Es decir, 1 de cada 6 argentinos que trabaja lo hace en algún punto de las cadenas agroalimentarias, o más de 1, de cada 5, si sólo se considera el empleo privado. De estos puestos, el 30,8% lo genera la cadena de granos, el 31,7% la cárnica y láctea, el 33,8% las producciones regionales y el 1,7% la maquinaria agrícola”. Cada año que pasa queda demostrado que, directa o indirectamente, todas las actividades del país dependen del sector agroindustrial.

El autor de dicha nota, con mucho tino, confirma lo que muchos especialistas opinan sobre la necesidad de generar bases sólidas de confianza y respeto para lograr que el sector productivo saque a relucir lo que más sabe hacer, que es producir más. De lo necesario para lograr dichas bases resurge la necesidad de: a) Aumentar la producción y exportación en 2015-2016, para lograr más ingreso de dólares; b) Ayudar a frenar la inflación a través de mayores inversiones, una mayor oferta de bienes y mejores trabajos genuinos; c) Cumplir con metas crecientes de producción, por medio de un trabajo integrado de todos los sectores, con el objetivo de terminar lo más rápido posible con la pobreza e indigencia.

Para lograr estos objetivos es necesario derogar todos los sistemas de ROE (Registros de Operaciones de Exportación) que interfieren la libre comercialización y exportación de la producción en los mercados, y liberar las importaciones de los insumos para no limitar la capacidad de producción del sector agropecuario y agroindustrial, que necesariamente debe trabajar para ser competitivo, con un mismo dólar, para comprar y vender.

Promover el funcionamiento a pleno de todos los mercados a término, para captar el mejor valor en el mercado con la debida anticipación cuando el empresario está decidiendo las siembras; que todos los operadores -internos y externos- se arbitren en dicho mercados para asegurarse la cantidad y precio de la mercadería que van a necesitar para atender sus necesidades futuras y, tercero, ejecutar una política transitoria, hasta que se puedan eliminar los impuestos de exportación. Estas premisas van acompañadas de otras también importantes que harán que el aparato productivo trabaje a pleno y, de esa manera, nos permita salir de la crisis en la que estamos inmersos.