COLONIA.- Los pasajeros y miembros de la tripulación que murieron cuando un avión de Germanwings se estrelló en los Alpes franceses el mes pasado fueron recordados en un funeral de estado en el que se encendieron 150 velas en las escaleras del altar de la catedral de Colonia. Con el dolor todavía a flor de piel sólo tres semanas después del accidente en el que fallecieron las 150 personas que iban a bordo, pequeños ángeles de madera se colocaron en los bancos como una forma de consuelo para los cerca de 500 familiares que intentan entender cómo y por qué sus parientes tuvieron que morir.
Se sospecha que el copiloto Andreas Lubitz estrelló de forma deliberada el avión en una zona montañosa de los Alpes mientras volaba entre Barcelona y Düsseldorf el 24 de marzo. Lubitz había sufrido una fuerte depresión en el pasado y se descubrió en la computadora de su vivienda que buscó en Internet en los días anteriores al accidente modos de suicidarse. Los fiscales hallaron, además, partes médicos que indicaban que no podía volar el día que ocurrió la tragedia.
El presidente alemán, Joachim Gauck, dijo que la futilidad del desastre había sido particularmente horrible, añadiendo que la tragedia no había provocado únicamente dolor y tristeza, sino también conmoción sobre los abismos del alma humana. “Nos estamos enfrentando a un perturbador acto de destrucción. No podemos hallar respuesta a la pregunta sobre por qué tanta gente ha tenido que morir por la decisión de una sola persona”, dijo Gauck en la ceremonia.
Durante el servicio, se entregaron los pequeños ángeles de madera a una mujer en representación de los familiares de las víctimas, al ministro español del Interior, Jorge Fernández Díaz, en nombre de los españoles afectados, al ministro francés de Transporte, Alain Vidalies, como muestra de gratitud por el pueblo francés que ayudó a los familiares, y al director general de Germanwings, Thomas Winkelmann. La canciller alemana, Angela Merkel, y personas que ayudaron a limpiar la zona del accidente se sumaron a los habitantes de Colonia en el funeral, que se celebró en la vasta catedral cubierta de gárgolas. “El tiempo no cura todas las heridas, simplemente nos enseña a vivir con lo que no podemos comprender”, se podía leer en uno de los mensajes. “La depresión es impredecible”, se leía en otro. Los investigadores creen que Lubitz bloqueó la puerta desde dentro de la cabina antes de hacer descender al avión y de aumentar la velocidad en varias ocasiones. El piloto intentó forzar la puerta para volver a la cabina mientras los pasajeros gritaban. (Reuters)